Un Imbecil

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Silas Ferrer

—Prestame una de tus camisas —dice la Tigresita después de colgar, yo solo obedezco pasando una de mis camisas, ella se la pone rápidamente encima de su camisa y se despeina un poco—. No te atrevas a salir, Gedeon está afuera, déjame romper con el.

Su voz suena tan frágil y empiezo a sentirme como una mierda por esto, no creo que está sea la mejor forma de meterla en mi vida, la estoy rompiendo, supongo que ese imbécil es su primer amor, ese amor que tienen las niñas, y me toca competir con eso, pero creo que lo hice de la peor forma.

Me quedo allí dentro mientras ella se enfrenta a el, pero sin poder evitarlo salgo de la habitación y termino en el lobby, buscando algún lugar desde donde verlo, si el se atreve a tocarla, a golpearla o algo mínimo, voy a matarlo, juro que voy a matarlo.

El cachorro está tan enojado que desde esta distancia puedo ver su rostro lleno de rabia las venas de su cuello se marcan, está gritándole algo, ella simplemente responde con suavidad, sus manos se meten en sus bolsillos, ella retrocede cuando el agarra su mano, luego el vuelve a retroceder.

Cuando termina la discusión, ella entra sus ojos azules no pueden contener las lágrimas y me siento como el peor ser humano que existe, porque en el fondo no quiero arrepentirme de esto, porque en el fondo la quiero para mí, la quiero solo para mí.

—Varvyra —la llamo, sus ojos azules preciosos están llenos de lágrimas, no se porque siento una necesidad de no causar esas lágrimas.

—¡Listo Silas se hizo tu voluntad! —su voz es amarga, un deje de ira suena al final, antes de hacerme una reverencia falsa y meterse en el ascensor.

Decido darle un momento, quizás necesita procesar todo esto, quizás necesita procesar que acaba de terminar con su novio.Me siento en el lobby y empiezo a montar y desmontar el caso Chein en mi cabeza, hay faltas de pruebas, y también podríamos desacernos de algunos testigos, no necesariamente eliminandolos, pero si es necesario tendría que ser.

Veo el reloj creo que no han pasado cinco minutos desde que subió, pero siento la necesidad de estar con ella, así que decido subir, cuando entro a la habitación, la imagen me golpea, está tirada en el suelo, su cuerpo abrazándose así misma, y un sollozo ahogado escapa de su interior.

¡Mierda de verdad lo ama!

Me acerco a ella con mucho cuidado, con tanto miedo de hacerle más daño, solo me siento a su lado, sin decir nada, pienso si abrazarla pero técnicamente el motivo de su llanto soy yo.

—¿Lo amas?

—Desde que tengo once años —susurra en un sollozo—. Pase toda mi adolescencia soñando con ser su novia.

—¿Que te dijo te ofendió?

—No, eso es lo peor el nisiquiera me dijo zorra o maldita —su voz se vuelve a Romper entonces pongo suavemente mi mano cerca de la suya.

No sé que decirle, verla llorar por el me duele profundamente, y no debería.

—Dame una oportunidad Varvyra, solo una.

Sus ojos llorosos buscan los míos, hay solo rabia, odio profundo.

—No existe tal cosa entre nosotros Silas.

—El primer amor no se compara con el último amor mi pequeña Rusa.

—No existen dos amores Silas , solo existe un amor.

—Creeme preciosa existen muchos amores en la vida.

—Supongo que vas coleccionando su ropa.

—¿A qué te refieres?

—La ropa que me prestaste en tu casa —se levanta del suelo y se quita mi camisa, lanzandomela, la agarro en el aire ante de que me pegue en la cara y la acerco a mi nariz, le sonrió y ella cierra los ojos con frustración.

—Es de Ana —lo digo como si ella supiera quien es Ana olvidandome de que ella no sabe quién es.

—Las prefieres delgadas —su pregunta me deja confundido luego la observo realmente Varvyra jamás encajaría en el estereotipo de las modelos europeas.

—Yo creo que eres perfecta así como eres —mi voz baja mucho y no se porque siento las ganas de acorralarla—. ¿Sabes que es lo que más me gusta de ti?

Sus ojos enrojecidos por las lágrimas buscan los míos negando.

— Tu estatura, tienes la estatura perfecta para mí —me acerco a ella y la dejo por debajo de mi al cercarla con mi cuerpo—. Ves no tengo que agacharme para besarte, y esto...

Jalo su cuerpo pegandolo al mío haciendo que sus caderas encajen con mi cuerpo.

—Esto es perfecto encajas perfecta para mí.

—Que lastima Silas porque jamás seré para ti, ni incluso si un día llegas a tomarme en mi cabeza solo estará un nombre Gedeon Korrat, le pertenezco —esa furia repentina no es más que negación a nuestra atracción.

—Mi Tigresita creeme el día que estés en mi cama, y yo este poseyendote, no vas a pensar en ningún nombre , nisiquiera en el mío, vas a estar llorando de placer, vas a desear que exista una forma de encontrar más placer y creeme las conseguiremos , cada una de ellas, quizás luego cuando estés en la calma absoluta recordas al chucho, pero solo para reirte de lo mal que estuvo.

Su mano se alza y una bofetada impacta mi mejilla, si ella supiera lo que me encanta que me abofeten no hubiera hecho eso, una explosión de imágenes de ella encima de mi me hace sonreír.

—Sabes que es cierto Tigresita, sabes que no vas a poder resistirte a mi y eso te aterra, sabes que es lo peor que yo tampoco nena, no voy a resistirme.

Lo digo pícaramente.

—Eres despreciable Silas Ferrer.

—Ya se amor que soy Adorable, siempre me lo dicen, pero tú empezaste rápido, apenas y te he tocado.

—Juro que voy a matarte si no te callas la boca Silas Ferrer.

—Me encantaría —le guiño y eso hace que busque algo para lanzarme Pero no encuentra nada, y eso hace que se vuelva más loca, una carcajada sonora sale de mi interior, al menos el odio está.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora