Engañando

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Varvara Chein

Bueno si las discusiones de Vegoña y Kanat pensé que eran fuertes o las de Dominic con Kanat pues las de Zacarías y Nikita se elevaron, cuando regrese de estar en las oficinas de la hotelería, los hoteles están en buen funcionamiento, pude visitar solo tres, y luego pase horas con el contador poniéndome al dia de todo los ingresos. Al llegar a la mansión estuve apunto de salir corriendo.

Cuando las voz fuerte de Gedeon y la de Zacarías salían de alguna parte, para mí sorpresa Mateo esta aquí casi chillo de felicidad si no fuese por la mujer de cabellos oscuros Catrina Rizzo.

—Lo siento no sabía que estaban aquí —me disculpo mientras intento avisarle telepáticamente a Gedeon y Zacarías que bajen la voz.

—No te preocupes, solo estaba de pasada y quería saludar, y mi tía quería entregarle una invitación a Zacarías pero creo que no es buen momento.

—Si, bueno no lo es lo siento —me disculpo nuevamente algo avergonzada por el escándalo en el otro salón—. Pero puedes darme la invitación yo sé las haré llegar.

—Perfecto niña —sus manos preciosas con sus uñas pintadas de un rojo intenso me extendieron la tarjeta —. Diles que no falten, te espero afuera Mateo.

Al Catrina salir Mateo se aferró a mi brazo.

—¿Estás bien? ¿Que está pasando? —sus ojos azules cargados de preocupación.

—Si, estoy bien , eso es algo de familia —sonrio nerviosa —. Los hermanos siempre se pelean.

—Menos mal que soy hijo único —una sonrisa se forma en su rostro.

—Bueno viste tanto que te quejabas —digo mientras escuchamos algo romperse.

—Vamos a desayunar mañana —sonrie mirando hacia donde viene el ruido nervioso—. Paso por ti temprano.

No me dio la oportunidad de decirle nada más antes de que saliera del lugar casi corriendo. Quizás después de todo Mateo si tiene sus instintos de sobrevivencia muy desarrollados. Escuché un par de cosas romperse y no pude evitarlo corrí al salón.

Mis ojos se abrieron de par en par al ver el estado de Gedeon y de Zacarías dos animales en plena lucha, ni siquiera son conscientes de mi presencia.

—¡Gedeon paren esto! —suplico varias veces Pero no me escucha, empiezo a buscar desesperadamente alguna salida.

Entonces lo hago me lanzó encima de Gedeon, lo primero que hago es pegar un grito inmenso fingiendo que me golpeó Zacarias, luego tapar mi cara con mis manos.

—¿Acabas de golpearla? —la voz de Gedeon es letal.

Apenas rozo mi mejilla pero mi grito pareció que me arranco la mitad de la cara.

—Lo siento no la vi, lo siento Varvara yo no quería lastimarte estás bien —sus ojos grises están mucho más atormentados que nunca.

—Estoy bien, dejen de pelear —lloriqueo, mientras finjo que me duele, solo para que Gedeon se concentre en mi.

—Ven muñeca, vamos a colocarte una compresa —sus manos me agarran de la cintura, sus ojos oscuros están furiosos—. Tu y yo no hemos terminado.

Le grita a Zacarías mientras me va llevando a la cocina.

—Dejame ver —sus manos apartan mi mano y al ver que no tengo nada, me mira con esos ojos oscuros—. ¿Acabas de engañarme?

—Tenia que detenerte Gedo, no te enojes conmigo —mi voz baja realmente no quería engañarlo pero tampoco iba a dejar que se matasen.

Una sonrisa sínica se dibujo en su labio, me observo como si yo fuera su peor pesadilla, antes de acercarse a mi, sus manos tomando mis mejillas, sus labios acercándose a los míos, esos labios que se están volviendo  mi adicción, suaves , carnosos y llenos de deseo, su lengua roza la mía tan suavemente, sus manos siguen en mis mejillas pero siento como todo su cuerpo calienta al mío sin apenas tocarme.

—Me asustaste tonta —susurra con su voz ronca aún rozando mis labios—. Casi haces que asesine a Zacarías.

—Lo siento estaba nerviosa —le agarre de la camisa y lo atraje nuevamente a mi, sus labios chocaron con los míos en un beso desenfrenado, sus manos viajaron por mi cuerpo, justo cuando escuché los pasos de alguien, le empuje.

Una sonrisa apretada se formó en sus labios pero se aparto de mi, y empezó a buscar algo en una de las gavetas mientras Nikita entraba con sus ojos oscuros enrojecidos de tantas lágrimas.

—¿Que pasa? ¿Interrumpo algo? —Nikita me estudia y yo suplico que no se vea en mi rostro los cinco minutos que han pasado —. Yo solo venía a buscar comida estoy hambrienta, tomo unas cosas y me voy.

—No interrumpes nada Nikita —digo mientras me bajo del mesón, cosa que no se me ocurrió antes y siento como toda mi cara grita Gedeon acaba de besarme y de tocarme los pechos.

—Estábamos buscando Pizza  —dice Gedo mientras saca una masa de pizza ya lista, sus ojos se posan en mi y me da esa mirada que no necesita hablarme para entenderla—. ¿Que te parece si te unes?

—No, no quiero ser el mal tercio entre ustedes.

—Vamos Nikita no seas tonta, solo cenaremos pizza no es como si te vas a quedar aderida a nosotros.

—Vale, Pero sin Zacarías.

—Por eso ella es mi cuñada favorita —Gedeon le sonríe orgulloso de ella—. Bueno cuñada venga ayudar que usted es la especialista en las ártes culinarias.

—¿Cómo lo soportas?

—Creeme los primeros dos años fueron una pesadilla, luego me compré tapones , el cree que lo escucho pero siempre los cargo —sonrie con malicia, Pero la sonrisa se borra de su rostro y vuelve a la tristeza.

—¿Tu escuchaste Varvy dijo Yo amo a Gedeon con toda mi alma de los Korrat el es mi hermano favorito?

No pude evitar reír porque Nikita no podia refutar en este momento esa exageración. Sin embargo Nikita le golpeó con la paleta que acaba de sacar, Gedeon me guiño el ojo y juro que si no estuviera apoyada del mesón de la cocina me hubiera caído, existe gente que pica el ojo normal, Pero Gedeon es de esos que te pican ojo y tus piernas pierden todo sentido de pertenencia.

—Muevete Gedeon pásame el maíz —pide Nikita mientras empieza a ordenar los ingredientes.

—¿Les ayudo?

—No muñeca tu observa a los Korrat hacer magia —me lanza un beso mientras le da la lata de maíz a Nikita quien vuelve a golpearle con la paleta.

Se concentran los dos en hacer tres pizzas, estoy apunto de decir que es una exageración pero decido hacer silencio mientras me pierdo en Gedeon, sus cabellos negros azabaches le caen ligeramente por la frente, sus cejas pobladas, su nariz fina y sus labios carnosos, sus manos largas, gruesas y a la vez delicadas...

—Te gusta el paisaje —me mancha con pasta de tomate.

—Creido —me quejo mientras limpio mi cara de la salsa.

—No soy creído, a mí también me encanta mirarte muñeca de porcelana —pellizca mi mejilla y Nikita nos observa sonriente, está es una sonrisa bonita de la de ellas y supongo que a veces somos felices a través de la felicidad de otros y eso también está bien.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora