Depende de ti.

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Silas Ferrer

Rusia, no puedo creer que realmente este en Rusia ¿Que hago aquí? Debería estar en Cansas City trabajando, tratando de hundir a Dominic y Kanat Chein, en cambio estoy aquí buscando una manera de salvarlos o salvarla a ella.

—Señor, aquí tiene las llaves ,piso 6 habitación 236 —el inglés de la recepcionista es mediocre sin embargo logro entenderle.

—Gracias —recojo el llavero azul y me dirijo con Santus, quien ajuro quiere llevar mi maleta, me niego.

Subimos cada uno a su habitación, al entrar lo primero que veo son un par de cuadros de un amarillo dorado, casi quiero arrancarlos del lugar porque lo único que me recuerdan a Varvara Chein. Lanzo la maleta y me tiró en la cama, aflojó mi corbata, respiro profundo mientras mis ojos se van cerrando, trato de no quedarme dormido.

Me meto a ducharme, el agua tibia me es un regalo, intento calmar mi mente, pero no lo consigo, debo volver pronto a Cansas y seguir trabajando en el senado. No puedo quedarme mucho tiempo aquí, de hecho no debería estar aquí.
Me enrollo la toalla a la cintura y me asomo por la ventana del hotel, Rusia es hermosa.

Igual que la tigresita. Me coloco un traje gris que según Ana el gris es mi color. Mi cabello necesita un corte urgente, lo peino hacia atrás aunque algunos mechones se vienen en caída, lo dejo estar. Al salir de la habitación Santus está esperándome en el pasillo.

—Vamos a la Prisión de Butyrka, quiero información del caso de los Chein saber lo que manejan aquí —digo mientras voy caminando por el pasillo rápidamente, una castaña me sonríe, decido ignorarla.

—Perfecto señor ya afuera tengo un conductor esperándonos —perfecto , por eso me traje a Santus no solo porque es eficiente si no porque vivió algunos años aquí.

—Cuanto tardaremos en llegar —digo ya en el ascensor, el espejo del ascensor me da una cachetada, me veo agotado.

—Quince minutos señor Silas, si no hay tráfico pero puede que un poco más —no me gusta las colas, las odio, siempre que puedo evitarlas lo hago, nunca manejo en las horas pico.

Al salir del ascensor veo un hermoso cuadro dorado ¿Que mierda con los cuadros dorados en este lugar?

Niego, mientras el sol suave nos llega, cuando subimos al auto, Santus le da la indicación al conductor, no se presenta, ni sonríe un poco, y por una extraña razón eso hace que me agrade,no soporto a la gente confianzuda.

Cómo era de esperarse la hora no fue de máxima ayuda hacia que el tráfico estuvo movido, nos tardamos veinticinco minutos en llegar, lo cual hubiera sido una completa pesadilla, si no hubiera estado observando la ciudad.

La carcel con sus ladrillos rojos y su techado plata, camino hacia la entrada, un guardia me detiene. Habla en Ruso, yo le explico que hablo inglés. No me entiende así que uso mi teléfono y le traduzco que vine a buscar información sobre un caso, le enseño mi credencial de senador, sus ojos miel se abren y al cabo de unos minutos estoy dentro acompañado por una secretaria que se ha tropezado un par de veces, Pero por suerte si sabe hablar inglés.

—Señor, es información confidencial —se niega a mostrarme el expediente.

—Katia, yo soy el senador de Cansas City encargado de este caso, vine aquí para corroborar información.

Ella duda, Pero luego sede.

—Solo puede ver los documentos aquí, no puede tomarles fotos.

Asiento mientras me extiende el expediente. Me tardo un quince minutos leyendo toda la información, mi conclusión, esto es uns locura. Creo que solo dos o tres delitos no fueron cometidos por Dominic y Kanat Chein, podríamos comprar mucha gente pero no podríamos borrar toda esta información, tendríamos que matar a demasiada gente como para borrar toda evidencia.

—Gracias Katia —digo mientras ella me mira nerviosa, le regaló una sonrisa solo para verla tropezar por enésima vez y el hecho de que lo haga lo hace aún más gracioso.

Salgo de esa oficina, pensando que hay información que no me llegó en Cansas es como si alguien hubiera tratado de ayudarles , alguien que controla mucho en Rusia.

Un grito desgarrador se escucha en el pasillo, me giro para encontrarme con tres mujeres, una tiene el vientre abultado se nota el embarazado, la otra es una zanahoria rellena y la última es la Tigresita, la zanahoria y la Tigresita, sostienen a la delgada mujer embarazada que está sollozando.

Me sorprende que el chucho asqueroso no esté con ellas. Camino rápido hacia ellas y Santus me sigue los pasos.

—Puedo ayudarles.

Los ojos oceanos de mi Tigresita me miran y es un golpe en mi corazón, están rojos de tantas lágrimas, su nariz hinchada.

—No, estamos bien —se queja la zanahoria mientras le susurra algo a la embarazada.

Varvyra se queda en un silencio profundo, sus ojos me observan de arriba a bajo como si yo fuese una especie de aparición.

—¿Cuando llegaste? —su voz es fiera.

—Tengo pocas horas aquí Tigresita.

—No me llames así —sus mejillas se tiñen de un rosa claro —. No lo hagas.

—¡No quiere que venga a verlo más! —solloza la embarazada—. ¡No me quiere cerca!

—No Vego, no es por eso, es que Kanat te quiere proteger pero es muy tosco.

—Si, el solo quiere lo mejor para ti y los bebés.

—Nisiquiera quiso saber que tendríamos gemelos, el simplemente no vio la ecografía, dijo sigue con tu vida Vegoña.

La Tigresita se le salen las lágrimas, mis dedos se mueven por inercia y borro un par, ella me queda mirando con rabia, con odio, como si yo fuese el culpable de que sus hermanos masacran a los de la macro mafia.

—Debemos hablar —digo mientras le sostengo la mirada, incluso llorando parece un angel del cielo, una muñeca de porcelana, una preciosa mujer.

—Estoy ocupada Silas.

—Lo se, deberías llevar a la señora a descansar —digo mientras la jalo—. Luego te reuniras conmigo y hablaremos del plan de rescate.

—¿Me ayudarás?

—Eso depende de ti Tigresita.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora