la decisión

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Zacarías Korrat

Nikita

Mi voz sale firme, los ojos de todos se posan en mi, mi sola mirada hace que Nikita se levanté de la silla, salimos del comedor y entramos al pasillo de nuestra ala.

—Nika —ella se detiene y se gira hacia mi—. ¿Quien soy yo?

Sus ojos me muestran su confusión.

—El jefe de la ma... —doy dos pasos hacia ella negando.

—¿Quien soy para ti? —reformulo la pregunta.

—Mi esposo —su voz se quiebra y agacha la mirada.

—Mirame nena —me acerco a ella y siento su dolor antes de que las lágrimas empiecen a salir de sus ojos—. Soy tu esposo, eres mi esposa, no hay muros entre tu y yo, no los construyas de nuevo.

—Te extraño mucho, yo no quiero que te vayas Zacarías yo estoy volviendome loca, sabes que se me murieron las orquídeas y mis girasoles , y ... —la beso, la beso, es mia, ella es mía, sus labios saben a fresa, su olor a flores,césped y tierra, su calidez y su lengua peligrosa y audaz, mi pequeña —. Te conseguiré otras pero no llores, no llores Niki.

Pero mis palabras hacen que se rompa en mil pedazos, llora como nunca la he escuchado llorar.

—Zacarias yo quiero una familia, yo nunca tuve una, yo no me crié con padres —que suerte tuvo—. No puedo prometerte olvidarlo, y tengo miedo de perderte por eso, y eso me está volviendo loca, porque te amo, te amo desde aquella cena donde me robaste el corazón, pero...

—Nena yo no sería un buen padre estoy muy jodido,y que futuro sería este amor, tu me amas siendo este monstruo que soy, pero un niño no lo hará.

—Te amaría hielo seco, te amaríamos el y yo, ella o yo, te amaríamos —su voz se mezcla entre el dolor y la esperanza—. Nunca te pido nada Zacarías, nunca te he pedido que me ames con toda tu alma, nunca te he pedido nada salvó esto.

—Nena dame tiempo por favor —mi súplica hace que ella retroceda y se aparte de mi.

—¿No puedes hacer nada por mi?, ¿No me amas lo suficiente? ¡Yo solo soy un maldito remplazo de esa mujer que murió! ¡Que amaste! Pero yo no soy la persona por la que moririas yo —sus ojos me miran con rabia, con odio —. No soy ella, con ella si querías tener hijos, con ella...

Está completamente loca y celosa, eso la hace ver aún más hermosa, no se porque encontró esa tonta carta de adolescente.

—¿Estás celosa de una mujer fallecida te estas escuchando?

La ira crece en ella.

—Si, estoy celosa, porque yo soy completamente tuya, pero tú eres de esa imbécil.

—Es malo ofender a los muertos Niki es pecado —la veo sacarse su zapato y una sonrisa ancha se dibuja en mi rostro, es preciosa, y aunque se la pasa arreglando flores, verla pelear es mi placer número tres, me lanza el zapato y dejo que me pegue en el hombro, luego se lanza hacia mi, eso es nena.

—Te odio Zacarías , te odio —su voz es fiera—. Eres un imbécil, un cretino, un hijo de...

—Te amo Nikita —todo su cuerpo se queda paralizado en mis brazos, sus ojos me miran como si yo acabase de golpearle.

—¿Que dijiste?

—No voy a repetirlo Nika ya lo sabes —susurro en su frente sin tocarle, Pero en volviendola con mis brazos.

—¿Que dijiste Zacarías Korrat? —me mira furiosa.

—Eres más importante que la muerta —bromeo pero ella está furiosa.

—¿Que dijiste primero?

—Te amo —digo rápidamente y ella me mira como si me hubiera salido otra cabeza.

—Sueltame Zacarías.

—No te voy a soltar Nikita te extrañe mucho estos días nena y podras estar furiosa conmigo, Pero voy a quedarme aquí contigo.

—¿No vas a ir a Rusia?

—No.

—¿Por qué?

—Por ti —juro que si vuelvo a decir algo así me mataré yo mismo.

—Gracias, mañana consígueme orguideas y girasoles, duerme en la habitación tercera, mientras piensas lo del bebé, cuando tengas una respuesta ven a nuestro cuarto.

La suelto suavemente sabiendo que pasaran noches antes de que yo vuelva a nuestra habitación, ahora soy yo quien está muy triste, la veo marcharse a nuestra habitación y yo termino en la tercera habitación, fría y desolada,¿podría yo ser padre?, ¿podría yo complacer a Nika con esto y estar a la altura?, un niño es mucha responsabilidad, además yo no tengo paciencia, yo soy muy tosco para los bebés. Pero y si Nikita me deja, y  si decide irse otra vez, y si este es su no negociable y la pierdo por idiota.

Unos golpe en la puerta hacen que me levante rápido, al abrirla está ella allí, sus ojos llorosos.

—Ven a nuestra habitación —es todo lo que dice y se gira para irse, pero no nena, tu no vas a irte así, mis brazos la toman de la cintura, el olor de su cuello es mi adicción.

—Gracias —susurro en su cuello mientras comienzo a besarla, ella intenta resistirse pero se que ella lo desea tanto como yo, mis labios buscan su boca.

Mis labios y los suyos se envuelven en una danza furiosa, ella me devora con rabia y amor, sus manos me aprietan con fuerza, como si quisiera hacerme daño, eso hace que mi erección crezca mucho más, vuelvo a ponerle de espalda y ese vestido es perfecto para la ocasión, lo subo hasta sus caderas y me quedó perdido en su trasero firme y precioso, como ninguno, la tomo como se toma a la mujer que amas, con delicadeza y con fuerza, con deseo y con calma, con furia y amor, quizás en un par de años pueda compartirla, Pero está noche no, está noche, Nikita es mía.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora