Hay peleas y ...

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Zacarías Korrat

Una parte de mi quisiera poder prometerle que si, que sere el padre de sus hijos, ese hombre que ella desea que yo sea, pero no puedo, aunque lo dijera para retenerle sería una gran mentira, una que no podría sostener.

—Pasa Nika, hay que limpiarte eso —digo tratando de convencerla de que pase, ya el frío de la madrugada empieza a meterse en nuestros huesos.

Ella ni siquiera me mira cuando empieza a caminar hacia la casa, al ver la campanita en su espalda una tristeza profunda me llega a lo profundo de mi alma ¿De verdad puedo dejarla ir?

Antes de entrar a la cocina donde están las gasas de gira hacia mi, yo me freno detrás de ella, quedando justo a milímetros de su cuerpo.

—Quiero que duermas en otro lugar,hasta que yo consiga el apartamento —su voz sale temblorosa—. El apartamento es lo único que voy a tomar de ti y en lo que encuentre un empleo, mandaré partes del pago.

—No vas a pagarme ese apartamento, eso no tiene discusión Nikita, tu dejaste todo en Rusia por mi, y eso no tengo como pagarlo.

—Quiero regresar a mi país —trago grueso, sus palabras me abofetean—. Cómprare un apartamento allí y volveré abrir un bar o quizás un restaurante después de todo aprendí a cocinar comida Francesa.

Dice sinicamente hay rabia en sus palabras.

—Tambien aprendí mucho de finanzas y por suerte dos idiomas más, sabes Zacarías pensándolo mejor esto es lo mejor para nosotros, tu ya te estás poniendo viejito —sus palabras salen despota—. Y bueno ya hay que cambiarte.

Se que sus palabras son intencionadas, ella sabe que mi inseguridad más grande fue que yo no era tan joven como ella, Pero aún así logré conquistarla, pero ahora escucharla decir algo así duele.

—Nika ...

—¿Que de verdad te creíste el cuento de que estoy perdidamente enamora de un viejo como tú?

Amo cuando se pone así de agresiva, dispara en mi unas ganas de poseerla en cualquier parte, me acerco a ella como un lobo rapaz, mis manos la atraen hacia mi cuerpo, está llena de tierra y aún así me importa una mierda, podría tenerla aquí así sin importarme eso.

—Eres una pésima mentirosa mi vida —acaricio su mejilla—. Sabes algo campanita cuando te conocí pensé que sería muy difícil que te fijaras en mi, que nuestras edades serían un problema, pero Nika yo te he tenido en mi cama por diez años, se que cada gemido tuyo ha sido real, se que tus ojos café se vuelven caramelo cuando me miras en la intimidad, se que ahorita nena estás enojada conmigo y que probablemente sea la persona que más odies...

Mis manos viajan a su intimidad, aún así ella no me detiene, cuando mis dedos rozan su intimidad ella empuja mi mano, húmeda , tan húmeda.

—No finjas que este matrimonio ha sido una farsa para ti, porque tampoco lo ha Sido para mí, vamos a limpiar tu mano.

La empujó hacia la cocina aún teniendo la en mis brazos, y la llevo a la encimera, la subo allí mientras busco las vendas y alcohol.

Sus manos delicadas y carnosas están llenas de tierra y de sangre.Busco un envase y agua para limpiarle las manos, mis manos van limpiando las suyas y me duele profundamente como se ha dejado las manos.

—No tenías que lastimar tus manos así.

Ella no dice nada solo me mira con una mirada extraña, una mezcla entre la tristeza y el deseo. Seco sus manos y coloco alcohol en la parte que sangraba, y luego poco a poco le pongo una venda.

—Zacarias —su voz baja tanto que siento ganas de estrangularme —. ¿Podríamos despedirnos hoy?

Mi corazón se acelera y a la vez se rompe.

—¿A qué te refieres?

Sus mejillas se enrojecen lo suficiente como para saber que me está pidiendo.

—¿Quieres que tengamos nuestra última vez?

—No cambiará nada mañana, solo quiero  ...

—Nika yo no voy a cambiar de opinión.

—Lo se, solo quiero que me hagas el amor como si me amarás.

—Te dije que te amo Nikita.

—No me amas lo suficiente ,pero solo por hoy me conformaría con tus sobras.

—Tenemos que ir a la farmacia no tengo protección.

Sus manos me agarran por la camisa.

—¡Quiero sentirte!

—Nika no hagas eso —su boca rosa la mía y hay un segundo en el que quiero retroceder pero ella no me lo permite, Nika es calma pura en cualquier otra cosa que no sea la intimidad, siempre había pensado que las mujeres tranquilas serían aburridas en la cama, pero Nika me ha puesto difícil el negarle el control, puesto que es difícil de no caer ante ella.

Se baja de la encimera y me empuja una sonrisa se dibuja en mi rostro, está furiosa lo siento en su boca, en la forma que me besa, es ira pura, me devora de la manera más rabiosa mientras en alguna parte del camino a nuestra habitación pierno mi camisa.

Al llegar a la habitación me lanza en la cama, la veo frente a mi y no quiero perderla, si pudiera hacer algo para que ella cambie de idea lo haría. Es tan delicada y a la vez tan fuerte.

—¿Dime Zacarías como vivirás sin esto?

Sus manos viajan a mi intimidad y ahora entiendo porque había pedido esto, la giro haciéndola caer bajo mi, me sostengo con una mano para que mi cuerpo no la aplaste, le abro las piernas con la mía.

—¿ Dime Nikita como vivirás sin esto?

Mis labios rozan su cuello de manera tan lenta, tan deliciosa que ella me empuja hacia sus pechos.

—Te odio.

—Te amo.

—Te odio.

—Te amo —vuelvo a susurrar mientras me desahogo de mis pantalones, ella me observa con rabia y deseo, una mezcla peligrosa y adictiva, definitivamente podría causar mil conflictos entre ella y yo para que terminaríamos así.

Sus manos viajan a su intimidad y mientras yo estoy quitándome los jeans ella comienza a tocarse dándome una vista espectacular, rosadita y húmeda, retrocedo para observarla mejor. Y luego vuelvo a ella , sus labios me reciben con una rabia deliciosa, mientras ella rabia en cada beso, yo le doy toda mi ternura.

—Eres mía Nika, no importa lo que decidas mañana siempre me perteneces —mi intimidad entra en la suya, ella es la mujer mas deliciosa que alguna vez he probado, en diez años nunca le he sido infiel y nunca lo haría.

—No soy tuya , ya no soy... —le muerdo el labio —. Tuya, no soy...

Muerdo su pechos.

—Un día Zacarías estaré así con alguien más —la ira se dispara en mi y empujó con fuerza en su interior —. Gritaré su nombre.

—Puede Campanita pero hoy gritaras solo el mío.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora