El divorcio

144 10 2
                                    

Nikita

Son las dos de la mañana mis manos ya no aguantan sembrar una planta más, sin embargo no puedo volver adentro, no puedo dejar de pensar y no quiero sobretodo ver a Zacarías cuando llegue, prefiero quedarme aquí en medio de esta brisa helada, con este olor a tierra recién removida y con algunos árboles que apenas empiezan a agarrar la fuerza de su reciente crecimiento, lo curioso de ellos es esto verlos ir agarrar fuerzas con el tiempo.

Sigo abriendo sendas de un lado a otro, golpeó la pala con más fuerza de lo que está requiere y termino arrojandola a alguna parte, luego la recojo porque soy así maldita sea no puedo golpear una maldita pala sin sentirme culpable.

-Imbecil Zacarías cuánto te odio -golpeo un montón de tierra húmeda-. Te odio.

Mi grito hace que me sienta mejor así que vuelvo a lanzar otro y otro, hasta que una sombra se forma en la tierra, no necesito girarme para reconocer a mi esposo, su altura imponente, su cuerpo corpulento y lleno en todos los lugares que uno quiere que estén llenos. No me giro, vuelvo a meter la pala en la tierra y vuelvo a lanzar otro veneno.

-Me tocó un cobarde como esposo -digo mientras la pala se ríe de mi y se queda atascada, siento su cuerpo envolver el mío, sus manos se posan sobre las mías y saca la estúpida pala sin ningún esfuerzo, no me giro a verle, se que esos estúpidos ojos nublados me harían caer.

Sus dedos giran mi mano volteando la palma hacia arriba, mis manos están rojas y maltratadas, y entre mi dedo pulgar e indice a empezado a sangrar.

-Vamos a dentro -su voz es una orden, una orden como cuando estábamos recién casados.

Me giro empujándole pero no sé mueve ni un multímetro y la rabia crece en mi.

-No voy a entrar, estoy bien aquí , déjame en paz, tu y yo ya no somos nada y el hecho de que esté en esta casa, no es por mi propia voluntad.

-Nikita por favor pasa, vamos a vendar tu mano.

-¿Te importa que mi mano sangre? -le muestro la mano y la sangre corre por esta tan lentamente como una pequeña herida podría hacerlo.

Pero como duele.

-Sabes que me importas eres mi esposa Nikita eso no ha cambiado.

-En los papeles puede que mi nombre este unido al tuyo Zacarías, pero aquí -señalo mi corazón y odio que mis ojos sean tan traicioneros-. Aquí ya no.

Da dos pasos hacia mi acorralandome contra un árbol de cerezo que lo hace enconvarse.

-Dimelo así de cerca -mi cuerpo traicionero se acomoda al suyo, mis ganas de devorarlo me golpean al sentir su cercanía, su olor, sus ojos nublados como una tormenta me miran de esa manera que el solo sabe hacer como si yo fuera ese postre que tanto anehla.

Respiro con dificultad cuando su mano acaricia la tira de mi camisa sus dedos rozan suavemente la tela y por un segundo cierro los ojos ¡Maldito Zacarías! Me recuerdo a mi misma.

-No quiero estar más contigo Zacarías, no quiero pasar mi vida sin hijos, yo quiero que nos divorciemos, quiero encontrar a alguien que me alze en volandas el dia que se entere que estoy embarazada, que bese mi panza creciente, que sueñe con ver a nuestros hijos corretear por todo el jardín, quiero ser mamá.

Sus manos se alejan de mi y si le hubiera abofetado no creo que se le hubiera notado lo mucho que mis palabras lo golpearon, retrocedió como un animal herido y una parte de mi quería ir y envolverme en mis brazos y decirle que no importa que podría vivir sin mis sueños por los suyos.

-Yo cambie por ti Zacarías, yo renuncie a quien era por ti, deje mi vida en Rusia por ti, incluso hubo un tiempo que pensé que podía renunciar a mis sueños de ser mamá por ti, pero ahora se que no quiero y no voy hacerlo porque un día cuando estemos viejos y nos sentemos en este jardín solitario, te voy a odiar, te voy a odiar tanto que no importaría si trajieras orquídeas del amazonas o me regalaras el cielo entero, nada podrá hacerme feliz.

-Te entiendo -su voz sonó tan baja como nunca-. Mañana iniciaremos con el divorcio, te daría está casa pero no es solo mía es también de Dom, así que consigue un piso y yo lo compraré para ti, y elige cualquiera de mis coches y si necesitas cualquier cosa hazle saber a Robert...

-No quiero...

-No lo tomes asi campanita, yo solo necesito que estés bien es todo , y de verdad espero que encuentres ese hombre que buscas.

-¿Eso es lo que vas a decirme?

-Si Nika yo no puedo compartir tus sueños, y no quiero detenerte, a cumplir tus ilusiones, si has decidido realizar tu sueño de ser mamá, yo no puedo retenerte más aquí.

La ira que siento está mezclada con profunda frustración, antes de ser consiente estoy golpeando su pecho con tanta rabia, con todo la rabia que tengo.

-Eres un imbécil , un maldito imbécil -sus manos me detienen con una suavidad dolorosa, sus ojos grises se vuelven tan suaves y le odio-. Eres un cobarde, eres un cobarde.

-Nika por favor.

-Ojala que un día cuando me veas con mi nuevo esposo, y con los hijos que voy a tener te duele como me está doliendo a mi.

-No voy a verte Nika, no voy a buscarte, creeme será como si nunca hubiera existido en tu vida.

Pensé que mis palabras le doblegarian, pero no, mi dolor se hace tan fuerte que mi pecho se siente como si me hubiesen lanzado un caldero de algún líquido caliente que me queda profundamente.

-¡No me amas lo suficiente, nunca me amaste lo suficiente! -mi voz se quiebra -. Yo solo fui la esposa premio para quitarle algo a los Chein, nunca me amaste Zacarías.

Sus ojos me miran como si quisieran herirme de alguna forma.

-Campanita -mirame, me pide colocando sus dedos en mi mentón -. Te amo, pero no quiero ser padre, no lo quiero.

-Entonces que quieres que haga que me olvide de ser madre para que encajemos.

-No soy tan egoísta para eso Nika, eres libre de elegir quedarte o no.

-No lo entiendo Zacarías yo no puedo entender como no puedes hacer esto por mi si me amas.

-Por la misma razón que tú no puedes hacer esto por mi.

Peligrosa Audacia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora