9. Alguien llega...

2.2K 180 35
                                    

La joven viuda señora Ferlington ya había despertado, Sarah se encontraba con ella en su habitación el bebé o la bebé ya quería salir del vientre de su madre. Penelope ya había empezado a sentir los dolores.

- Dawww - Penelope estiro las piernas - ¡Ese dolió más!

- ¿No se puede hacer algo más? - Pregunto Sarah a la señora Phina.

-No, esto a penas es el inicio. Tenemos que esperar al doctor. Pero la señora aun no empieza la labor de parto. - Penelope soltó un bufido. - Voy a tener todo listo mi señora, agua caliente, sabanas limpias y lo necesario para ese bebé qué pronto estará en sus brazos.

Pasaron dos horas el doctor no llegaba, Sarah ya había sufrido unos diez apretones de mano por parte de Penelope. - ¡Bebé Dios santo! - Sarah miro su mano.

Dos horas más tarde el doctor llego a la finca y fue llevado a la habitación donde la viuda se encontraba. El doctor la reviso.

- Son dolores normales, se llaman contracciones, aún no entra en la labor de parto, esto puede llevar muchas horas pues aún no hay dilatación... es normal, es parte del proceso.

A fuera en la parte delantera de la mansión los campesinos estaban reunidos. Todos se miraban con caras serias. Su patrona la joven viuda estaba en cualquier momento por dar a luz, ninguno de ellos quiso ir a las tierras. El señor Richard se había tomado la autorización de que ese día no se iba a trabajar. Si se llegara a necesitar algo ellos estaban a la orden de su señora.

Un carruaje negro de cortinas rojas, con dos preciosos caballos negros bien alimentados se detuvieron en la puerta de esa finca. Los campesinos se pusieron de pie y miraron al caballero que se bajo de ese carruaje. Se acomodó el sombrero, el saco, los guantes de piel negra y camino hacia la puerta, su bastón con detalles dorados lo llevaba solo de adorno.

El señor Richard lo interceptó.

- Buenos días caballero, ¿En que se le puede ayudar? - saludo el señor Richard, el sonrió de lado. Se toco el sombrero en forma de saludo.

-  ¿Los caballeros están en huelga? - Pregunto.

- ¿Eso le parece? - Respondió audaz el señor Richard.

- ¿Tienen secuestrado a su patrón? - Haciendo referencia a la barrera humana que tenían los demás campesinos, custodiando la puerta principal.

- ¿Eh? - Richard miro a lo que ese hombre se refería. - Eso no es de su incumbencia, dígame su nombre caballero y en que se le puede ayudar.

- Soy Lord Simon Basset, duque de Hastings. - el señor Richard asintió, claro que sabia quien era, su padre le había heredado todas esas tierras, se le hizo extraño verlo por eso lares, pues a pesar de poseer muchas tierras, las de su patrona no eran nada comparadas con la del duque de Hastings el poseía la mayoría de esas tierras. - Quiero hablar con el patrón o el encargado.

- Ese soy yo.

- Quisiera hablar de negocios, - Richard lo interrumpió.

- Lamento decirle duque de Hastings que ha llegado en un mal momento. - Simon lo miro extraño. - no me mal interprete caballero. Nuestra señora la viuda Ferlington acaba de entrar en labor de parto, por eso - El apunto a todos los campesinos - Estamos aquí en caso de que se nos llegue a necesitar. - Simon comprendió lo que ocurría.

- Entiendo la situación, pero estoy interesado en ciertas cosechas y mucho en la de maiz, escuche que tienen una muy buena siembra y seguro tendrán buenas cosechas.

- Hablaré con mi señora, le haré saber su interés y lo visitaré a penas tenga una respuesta. Si usted ofrece lo que vale nuestro trabajo, podremos llegar a un acuerdo.- Richard estiro la mano a modo de despedida, Simon acepto ese apretón de manos y se despidió inclinando el sombrero.

- Espero que su patrona se alivie pronto, buenos dias. - Simon subió a su carruaje y se puso en marcha, después de hacer unas visitas a sus arrendatarios y resolver otros pendientes llego a su mansión donde Daphne lo esperaba, ella lo recibio con un abrazo y un beso.

- ¿Cómo estuvo tu dia amor? - Simon miro a Daphne.

- ¿Amor? Me pregunto que quiere mi esposa. - Daphne le pego en el hombro.

- ¿No puedo decirle a mi esposo, amor?

- Claro que puedes, - la abrazo por la cintura y la acerco para darle un beso en lo labios. - Pero también se que la temporada de bailes, cotilleo y más bailes en Mayfair se acerca...

- Oh esta bien, me descubriste. Quiero ir a Mayfair aun no debutará Hayacinth pero es divertido ir a los bailes.

- Estoy muy seguro que aunque yo le diga a mi bella mujer que no, ella buscara la forma de irse. - Daphne se rió.

- Me conoces tan bien - Ella le dio un beso. La niñera llegó y le entrego a su hijo August en brazos, busco entre sus ropas una sonaja color plata y se la entrego al bebé.

- Con su permiso señores. - y se retiro.

- Daph necesito pedirte un favor.

- ¿Qué se le ofrece al duque de Hastings que su bella esposa pueda hacer por él?

- Voy a pedirte algo, pero me vas escuchar.

- De acuerdo.

- Hoy fui muy lejos de nuestras tierras. Visite a una viuda - Daphne abrió los ojos - te dije que tienes que esperar que yo termine de hablar.

- De acuerdo Simon. - Y le puso atención, mientras el bebé agitaba la sonaja.

- Es una viuda joven, la viuda Ferlington, hoy entro en labor de parto y yo estoy interesado en sus cosechas, los campesinos que empleo es gente conocedora, toda su vida se han dedicado al campo. Ella dio un golpe de suerte al contratar a toda esa gente y por lo tanto todas sus tierras y cosechas son buenas, muy buenas.

- ¿Y cuál es el favor que tengo que hacer?

- No te voy a pedir que la visites, quiero saber si es posible que le puedas elaborar un detalle.

- ¿Un detalle Simon? ¡Eso se puede mal interpretar! - Simon cerro los ojos, Daphne estaba irritada.

- Daphne, es una viuda joven, metida en una mansión que nadie vivía desde hace más de doce años. Solo estoy tratando de empatisar con una mujer, joven, recién viuda que va a tener un hijo de la persona con la que se caso y acaba de fallecer. - Daphne entendió el punto de Simon, si hay alguien que vivio en soledad sin su madre y sin un padre ese era él. Daphne beso a su esposo, luego lo miro a los ojos.

- Cuando llego nuestro bebé me excedí un poco con las compras, - mostro una sonrisa - debo de tener muchas cosas en su habitación que ya no le deben de quedar. Le prepararé una canasta y mañana muy temprano ordenaré que la lleven a la mansión de esa mamá pimerisa. Estoy segura que todo le servirá, - Daphne le dio un beso a su esposo y se fue a la habitación con su hijo, ella se encargaría de que esa viuda no se sienta tan sola.

- Ahora si, ya se encuentra completamente dilatada, vamos a empezar, es hora de que ese bebé conozca a su madre. Señora cuando yo le indique que puje lo hará con todas las fuerzas que usted tenga, para que el bebé salga. - Penelope asintio nerviosa. Su frente sudaba, su cabello rojo estaba hecho una maraña, pero no importaba nada de eso, ella quería conocer al bebé.

- Muy bien señora Ann ya escucho lo que dijo el doctor, señora Phillips, tenga preparada las sabanas, doctor estamos a la espera de sus indicaciones. - Sarah sostenia la mano de Penelope. Estaba nerviosa.

- ¡Puje señora! ¡Puje! - Penelope echo la cabeza para atrás y con todas sus fuerzas empezó a hacer lo que el doctor le pedía, un dolor que nunca en su vida había experimentado, las lagrimas en sus ojos corrían y en su cabeza se repetía una y otra vez, que mi bebé nazca bien, que yo pueda verlo crecer y que su padre lo ame como yo, ya lo hago. Penelope repitió el procedimiento que le decía el doctor hasta que con un grito desgarrador escucho el llanto de un recién nacido, sintió un alivió en el cuerpo y sus ojos se le fueron cerrando.

- Señora, ¡Señora! - El doctor tomó al bebé y lo examinó.

- La criatura esta bien... - Alcanzo a escuchar.

- ¿Ann? ¿Ann? ¡Despierta! ¡Ann! - Penelope cerro los ojos y de poco en poco dejo de escuchar todo. - Ann por favor no nos dejes... - Dijo Sarah en un grito desesperado y miraba al bebé...

En tu ausencia... Pen, vuelve a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora