42. Mentiras, mentiras y más mentiras.

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En la mansión Bridgerton a Colin lo despertaron los gritos de todos los niños que corrían por ese pasillo, el salón de juegos estaba lejos de su habitación y aún así se podia escuchar el griterío. Se puso de pie, hizo lo de todas las mañanas y salio de su habitación, bajo al comedor y por quedarse dormido a consecuencia desayuno solo, hasta que Hayacinth paso por ahí.

- Hermano. - el la miró y ella se cruzó de brazos, Colin no miro tierra en sus manos cuando se arreglo en su baño, ahora qué hizo.

- ¿Hice algo malo?

- No, pero llegaste muy

- No lo digas, una niña como tu no debe decir esas palabras. - Ella asintió.

- ¿Te lo has preguntado?

- ¿El que? - Hayacinth puso los ojos en blanco. - No me hagas esos ojos.

- Eres muy terco y obstinado, ¿eso es lo que quieres? - Hayacinth le mostró la lengua y salio corriendo del comedor.

- Ella sabe dar buenos consejos - Benedict. - pero es muy buena haciendo preguntas. Me pregunto, ¿porqué vendiste el cuadro? y le respondí porque me ofrecieron un buen precio. ¿Sabes que dijo ella? - Colin negó con la cabeza y masticando un trozo de pan. - entonces ¿porqué no esperaste que te ofrezcan más? Y me sigo preguntando si existirá alguien que pague una mayor cantidad, no lo sabré. Nunca lo sabré. Mañana es el gran día ¿cómo estás?

- Supongo que bien.

- No te veo tan animado, supongo son los nervios. - Benedict se echó a reír. - Me voy hermano, debo pintar otro cuadro. - Colin después de devorar todo a su paso, se fue a la biblioteca.

Se sentó en su escritorio y miro sus diarios y analizó lo que Oliver le dijo ayer, Penelope Ann Featherington es la mentirosa y cotilla más grande de Mayfair no, Mayfair es pequeño del continente, no, no ¡del mundo! Cómo se atrevió a regresar a Mayfair con semejante mentira y todos absolutamente todos le creyeron. Su madre, Eloise, Anthony, Benedict, los Lennox, ¡Los Lennox! acababan de firmar un contrato con semejante mentirosa, tenía que decirle a Vicente, si Vicente no era un aliado, pero podía ponerlo en alerta sobre esa mujer.

A partir de ahora y el tiempo que hiciera en Mayfair se dedicaría a echarle a perder los planes a Penelope, se lo merecía, ella era una maldita mentirosa. Colin subió a su habitación, tomo su sacó, se lo colocó y salio de su casa a paso rápido.

En el palacio lady Ágatha Danbury estaba platicando de varias cosas con Charlotte.

- Quieres dejar de hablar con rodeos, ¿qué es lo que quieres? - Ágatha se removió incomoda en un sillón de gamusa roja y pintado en color dorado.

- Sin duda alguna me conoce su majestad.

- Deja de lado esas adulaciones y habla.

- Los Bridgerton me han pedido un favor. - Charlotte asintió.

- ¿Y que tengo que ver?

- Verá su majestad usted es la única que puede ordenar que se cancele un permiso especial.

- Ah... el de la unión Lennox Bridgerton. - Ágatha hizo una mueca y asintió. - ¿y que pasó Ágatha? ¿Cupido sigue sin flechar?

- Asi parece.

- El permiso especial es para dentro de una semana. Las amonestaciones seran de un mes y medio.

- Pero las amonestaciones son solo tres.

- Pero yo soy la reina y eso quiero.

- El salón esta programado para un mes.

- Pues lo reprograman, ¡Brimsley!

En tu ausencia... Pen, vuelve a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora