64. El futuro lord Featherington Bridgerton.

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Sarah y Oliver estaban desayunando en un comedor, habían pasado la noche en un ala del castillo.

- ¿Qué piensas?

- En Tomas, debe de estar con su abuela lady Portia.

- Ella cuidará bien de su nieto.

- Lo sé. - Y siguió desayunando. - ¿Dónde estuviste Oliver?

- En París, - Sarah abrió los ojos en asombro. - ¿Te gustaría ir?

- ¿De verdad? - Oliver asintió.

- De verdad, te llevaré. Solo terminemos los asuntos pendientes y te llevaré a París, tengo que visitar a alguien.

- ¿Qué? - Respondió Sarah - ¿Será a caso una señorita?

- Si, es una señorita y estoy interesado en ella. - Sarah se puso roja. - ¿Porqué estas roja?

- Porque por lo general cuando alguien nos gusta lo negamos pero tu solo lo aceptas y ya.

- Sarah, no me gusta perder el tiempo con rodeos, si algo me gusta voy y lo tomó.

- ¡Ahhhhh! - Chilló Sarah. - Eres un descarado. - Y Oliver sonrió.

- Dime, ¿algún pretendiente? Eres hermosa. - Ella negó con la cabeza.

- Buenos días, - Saludo un caballero de ojos azules, con el cabello despeinado y la camisa abierta. Miro a Oliver y luego a Sarah y se cubrió.

- ¿Porqué hay una mujer aquí? - Pregunto aquel hombre, Sarah lo miro y luego miró su plato de comida.

- Es mi hermana imbécil, cierrate la camisa y peinate. Si te ve el comandante te mandará a lavar los baños de todo el palacio, como la otra vez - Sarah ahoga la risa.

- ¿Ella es Sarah? - Pregunto ese caballero y la estudió con sus ojos azules.

- Si, ella es Sarah, Sarah el es - Oliver lo miró de abajo a arriba. - Edwin Crofft, este imbécil me ayudo a entrar al palacio de niño, el me empujo de más y caí inconsciente.

- No soy un imbécil - dijo Edwin y estiro la mano para saludar a Sarah, ella iba a corresponderle pero Oliver le dió un manotazo y el le sonrió. Una sirvienta le colocó el desayuno a Edwin y le sonrió, - dime Sarah, ¿cómo te a tratado el tarado de tu hermano? - Y le volvió a sonreír.

- Bien, gracias.

- ¿Terminaste? - Pregunto Oliver.

- No, apenas me acaban de asentar el plato del desayuno. - Oliver puso los ojos en blanco.

- No tu imbécil, Sarah, ¿terminaste? - Ella asintió. - Te llevare a un lugar.

- ¿Puedo ir?

- ¡No! - Grito Oliver, Sarah se puso de pie, le dió una reverencia a ese caballero y el le sonrió.

- ¡Adiós Sarah! - Oliver la tomó de la mano, salieron de ese comedor y llegaron a un jardín, se paro en frente de su hermanita.

- Que ni se le ocurra a ese imbécil algo contigo. - Sarah se rió. - ¿Qué?

- Supongo que así funciona lo de los hermanos... ya sabes cuidarme de los hombres y esas cosas. - Oliver le sonrió, Sarah observo a su hermano se veía galante y guapo, seguro esa mujer que lo espera en París, la debe querer más que a ella.

- ¿Qué te pasa? De repente tu rostro es triste. - Sarah negó con la cabeza. - Me tienes que decir o no iremos a ningún lado. - Sarah lo abrazo y hundió su cabeza en el pecho de su hermano y empezó a sollozar. - ¿Sarah que ocurre?

En tu ausencia... Pen, vuelve a mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora