El Destino Fragmentado de Draco

El Arte de No Obedecer

Bueno, sinceramente, estoy gratamente sorprendida por la reacción al capítulo anterior. ¡Pensé que todos me abandonarían, pero no! ¡Les encantó! Están igual de enferm@s que yo, ¡y los amo por eso! ❤️✨

-----Harry-----

Esto era realmente una locura. Una completa locura. No podía creer todo lo que había pasado en las últimas 24 horas. Carajo... Primero, Draco había matado a Ron. Después, había descubierto que Draco me había "traicionado", que estaba casado y que había viajado en el tiempo. Lo había visto al borde de la muerte, tan cerca que pensé que lo perdería para siempre. Y ahora... Ahora me había casado con él. Con Draco y con Voldemort. Bueno, ya no Voldemort. Tom.

Y por Merlín, acababa de hacer el amor con ellos. Y no me arrepentía de absolutamente nada.

Lo sentía por Ron. De verdad lo sentía. Pero si yo hubiera estado en la posición de Draco, si hubiera visto que su seguridad estaba en riesgo... tampoco habría tenido piedad. Pero eso es lo que somos los Slytherins. Somos egoístas. Hacemos lo que sea necesario para lograr nuestros objetivos, especialmente cuando se trata de proteger a la persona que amamos.

Mis ojos se dirigieron a Draco, profundamente dormido, tumbado boca abajo en la manta. Su cabello desordenado cubría parte de su rostro, y su respiración era lenta y uniforme. Se veía tan absolutamente en paz, irradiando una felicidad que parecía casi palpable. Incluso dormido, había algo diferente en él, algo nuevo: un alivio absoluto, como si por fin se hubiera quitado de encima el peso del mundo. Y carajo, se lo merecía.

Nadie en este maldito mundo merecía más felicidad que Draco. Nadie. Y si dependía de mí, se la daría gustosamente. No me importaba lo que costara, no me importaba cuántas reglas tuviera que romper. Lo haría. Porque era suyo. Siempre lo sería.

Me acerqué a él con cuidado, tratando de no despertarlo, y presioné un beso suave en su hombro. Su piel estaba cálida bajo mis labios, y por un momento me permití quedarme así, sintiendo la tranquilidad que emanaba de él.

Tom estaba sentado junto a nosotros, acariciando el cabello de Draco con una delicadeza. Había algo en su expresión que me desconcertaba. No era la máscara fría y calculadora de Voldemort, sino algo mucho más humano. Una admiración silenciosa. Un amor profundo.

El silencio era agradable, casi íntimo, pero Tom fue quien lo rompió.

—Bueno, esposo... —dijo de repente, su voz suave pero cargada de intención. Me tomó por sorpresa, tanto que casi no reaccioné.

—¿Esposo? —repetí, incrédulo, girándome hacia él.

Tom sonrió, una curva ligera en sus labios que parecía mezclarse con diversión y desafío.

—Sí, eso es lo que ya somos. ¿Demasiado pronto? Supongo que sí... —Su tono era despreocupado, pero había algo calculador en sus palabras, como si disfrutara mi confusión—. Pero parece que no escuchaste lo que te pregunté.

Fruncí el ceño, tratando de recordar. Había estado tan perdido en mis propios pensamientos que no había procesado completamente lo que había dicho antes.

—Dije... —continuó, su mirada fija en la mía, intensa y penetrante— si nuestra amada alma ya sabe que no tienes una.

Sus palabras cayeron como un martillo, pesadas y difíciles de ignorar. Sentí que mi cuerpo se tensaba automáticamente, mi mente luchando por procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Que no tengo... una alma? —pregunté, mi voz incrédula, aunque sabía perfectamente lo que había dicho.

—Exactamente. —Tom no perdió tiempo en confirmarlo, observándome como si fuera un libro abierto. Su mirada me estudiaba, buscando cada reacción, cada detalle que pudiera delatarme.