----------Harry---------
Todavía no podía creerlo. Estaba en un callejón lleno de magia, un mundo completamente nuevo que ni siquiera sabía que existía. Hagrid me llevó al banco Gringotts a retirar un dinero que jamás imaginé tener. Luego, me arrastró de tienda en tienda para comprar mis cosas, y al final me regaló una lechuza blanca que llamé Hedwig. Todo era increíble, pero había una extraña sensación de vacío en mi pecho. Como si, a pesar de todo lo asombroso, faltara algo.
Hagrid me contó quién era Dumbledore, hablándome de él como si fuera el hombre más poderoso y sabio de todos los tiempos. Me explicó lo de las casas de Hogwarts, diciendo que la mejor era Gryffindor, aunque mencionó otras. Aún así, dejó claro que los magos oscuros y el hombre que mató a mis padres venían de Slytherin, lo cual me provocó una especie de incomodidad que no podía sacudir.
Pasamos por la tienda de varitas y fue... frustrante. Tardaron muchísimo en encontrar una varita que funcionara para mí, como si ninguna me aceptara. Cuando por fin una de acebo y pluma de fénix me eligió, sentí una conexión extraña, profunda, pero el proceso fue agotador. Después de eso, compramos mis túnicas y finalmente regresamos al Caldero Chorreante. Durante el regreso, Hagrid siguió hablando sobre la guerra, pero siempre con evasivas. No podía dejar de sentir que me estaba ocultando algo importante.
Cuando volvimos a casa, los días en Little Whinging fueron peores que nunca. Mi tío Vernon se volvió más agresivo, las golpizas aumentaron, y los castigos sin comida se volvieron casi una rutina. Cada día sentía más enojo acumulado, pero no podía hacer nada. Era como si la magia que había descubierto solo sirviera para subrayar lo miserable que era mi vida.
Cinco días antes de ir a Hogwarts, Dudley decidió destrozar todos mis libros de magia. No pude hacer nada, solo quedarme mirando mientras rasgaba las páginas y las pisoteaba. Supongo que era su forma de vengarse por lo de la cola de cerdo. Hagrid no había pensado en las consecuencias, y como siempre, yo terminé pagando el precio.
Después de eso, tía Petunia me miró con asco, esa misma mirada que siempre me lanzaba, como si no pudiera soportar estar en la misma habitación que yo. Pero, para mi sorpresa, me dio permiso para volver al Callejón Diagon a comprar nuevos libros. Sabía que no lo hacía por amabilidad; probablemente temía que, si no tenía los libros, no podría ir a Hogwarts y me quedaría más tiempo con ellos.
Así que me encontré vagando solo por Londres, con el dinero que me había sobrado de las compras anteriores. Tomé un autobús y, como siempre, iba vestido con mis ropas enormes y gastadas que me hacían parecer un mendigo. La gente en el autobús me miraba raro, pero estaba acostumbrado a eso.
Cuando llegué a la librería, sentí las miradas de los empleados sobre mí. No los culpaba. Mi aspecto no era precisamente confiable, y seguramente pensaban que iba a robar algo. Estaba buscando mis libros cuando, de repente, comencé a escuchar una conversación.
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El Destino Fragmentado de Draco
Fanfiction-Será como si nada de esto hubiera pasado, excepto para él. Draco lo recordará todo: su dolor, su sufrimiento, tu destrucción... pero tú, Harry Potter, olvidarás quién eres. Volverás a ser el niño que fuiste antes de conocer la magia, antes de conoc...