Recuerdos parte 2

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Bueno este capitulo me quedo más largo de lo esperado de echo lo tuve que dividir...en unas horas subiré la parte 3 y otro capitulo...Por el momento disfruten..o no..



------Harry-----

La neblina me envolvió de nuevo y, como un hechizo del tiempo, me transportó a una mansión rodeada de árboles de diferentes colores, sus hojas creando un caleidoscopio natural que contrastaba con el cielo. La construcción era inmensamente grande, majestuosa, pero no intimidante. Había algo inusualmente cálido en ella, algo que no asociaría jamás con Voldemort. Era un lugar que parecía construido para albergar vida, amor, y no muerte.

En la entrada, ahí estaban ellos. Draco, con su rostro radiante, estaba completamente feliz. Su sonrisa iluminaba la escena como si todo lo demás fuera insignificante, como si el mundo se redujera a ese momento.

—Nuestro hogar, solo para nosotros. Cuando todo termine, este será nuestro hogar, mi alma —dijo Voldemort con una voz suave, casi reverente, acariciando el rostro de Draco.

La imagen cambió y me encontré en una de las habitaciones privadas de Voldemort en la mansión Malfoy. Era una escena tan íntima, tan sorprendentemente cotidiana, que me costaba procesarla. Si alguien me hubiera dicho que el hombre más oscuro del mundo mágico podía verse así, no les habría creído. Voldemort estaba sentado en una alfombra gruesa, con solo un pantalón de pijama negro.

Draco estaba sentado entre sus piernas, vestido con un camisón de tela ligera que lo hacía lucir casi etéreo. Sostenía en sus manos un regalo, sus dedos temblando de ansiedad por abrirlo. Era una escena que dolía de tan perfecta que se veía.

Draco rompió el papel del regalo, y dentro había un conjunto de partituras, escritas con una caligrafía impecable. Su rostro se iluminó como si el sol se hubiera materializado ahí mismo. Saltó, emocionado, y se giró hacia Voldemort con una expresión de pura dicha.

—¿La hiciste para mí? Es realmente hermoso, Tom... ¿La tocarías para mí? —pidió Draco, haciendo ese bello puchero que siempre lograba cualquier cosa que quisiera.

Voldemort asintió, con una pequeña sonrisa. Le dio un beso en la frente, uno rápido, casi instintivo, y se levantó con gracia. Fue hasta un rincón de la habitación y sacó un violín que parecía muy antiguo. Entonces empezó a tocar.

La melodía resonó en la habitación, llenándola de una intensidad que me heló la sangre. Y entonces, como un golpe en el pecho, me di cuenta: conocía esa melodía. Era la misma que Draco había tocado en la torre de astronomía el día que le lancé el encantamiento Obliviate. Y ahora lo recordaba claramente. Draco había dicho, con voz quebrada, "¿Por qué me dejaste?". Pero... pero no se había referido a mí. Se había referido a Voldemort.

Mierda. ¿Qué había pasado? Aunque me doliera en el alma, podía verlo ahora con claridad. En esa mirada que Voldemort le dirigía a Draco, en la devoción que transmitía cada nota de esa melodía: lo amaba. Voldemort lo amaba. No con la obsesión fría que yo hubiera imaginado, sino con algo que parecía auténtico, algo puro. Era un amor que, aunque me partía en pedazos admitirlo, era inquebrantable. Él nunca lo habría dejado por voluntad propia. No a propósito.

La melodía terminó, y Voldemort dejó que las últimas notas se desvanecieran en el aire antes de mirar a Draco con expectación, como si cada palabra que él dijera fuera la única verdad que importara.

—Es realmente hermosa, Tom... es la cosa más bella e intensa que he escuchado, y es para mí... te amo —dijo Draco, su voz cargada de emoción.

Draco se inclinó hacia él, dispuesto a continuar, pero antes de que pudiera decir algo más, Voldemort dejó caer el violín.

El Destino Fragmentado de Draco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora