Capítulo I: Parte I

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-- Perspectiva de Rai --

El directo se había caído por culpa del internet. Últimamente habíamos tenido muchos problemas con la conexión, aunque pensábamos que ya estaba todo arreglado. La habitación quedó en silencio, solo estábamos Alondra y yo, mirándonos fijamente. Una sensación extraña recorría mi cuerpo, y supe que era ahora o nunca.

Alondra y yo mantuvimos la mirada durante varios segundos, hasta que ella la apartó, distraída, para revisar qué había pasado con el directo. La tensión era evidente. Mi corazón latía muy rápido, y antes de que el valor que había reunido se desvaneciera, tomé suavemente su mentón y la obligué a mirarme de nuevo. La atraje hacia mí, hasta que nuestros cuerpos quedaron a escasos centímetros.

Tenía la mente nublada, los nervios hacían que no me atreviera a decir nada, pero al tenerla tan cerca no podía dar marcha atrás. Alondra tomó un suspiro, y justo cuando parecía que iba a decir algo, me lancé. Mis labios rozaron los suyos, y en ese instante, un cosquilleo recorrió cada parte de mi ser. Era algo que había deseado durante tanto tiempo, y al fin estaba sucediendo.

Con una mano le acaricié el rostro, mientras ella permanecía inmóvil. Fueron unos segundos que parecieron eternos, hasta que sentí sus manos bajar lentamente hacia mis caderas. Pero en lugar de acercarme, me apartó con suavidad, rompiendo el momento.

-Alondra... -susurré entrecortada, casi rogando por una explicación, pero ella ya se estaba levantando de la silla, dirigiéndose rápidamente hacia la puerta.

-Perdón, Rai -murmuró, apenas audible.

Antes de que pudiera decir algo más, cerró la puerta con un golpe seco y se fue, dejándome sola en la habitación.

Me quedé paralizada, observando la puerta como si esperara que en cualquier momento volviera a abrirse, que Alondra regresara y dijera que todo estaba bien. Pero no lo hizo. El silencio en la habitación era ensordecedor. Mis manos temblaban, y el cosquilleo que antes había sentido en mi cuerpo ahora se había transformado en una mezcla de confusión y miedo.

¿Qué había hecho mal? ¿Acaso me había precipitado? Miles de preguntas comenzaron a invadir mi mente, como una tormenta de inseguridades que no me dejaban pensar con claridad. Quería correr detrás de ella, explicarle lo que sentía, que lo que había pasado había sido algo que ambas habíamos sentido, o al menos eso creía yo. Pero mis piernas no respondían.

Me dejé caer en la silla, sintiendo cómo la adrenalina que antes me llenaba de valor se desvanecía poco a poco. Las dudas empezaban a apoderarse de mí, pero a la vez algo dentro de mí gritaba que no podía dejarlo así, que necesitaba hablar con ella. No podía perder a Alondra por un momento de impulso.

Respiré hondo, intentando calmarme. Tenía que pensar con claridad. Tal vez necesitaba un poco de espacio para asimilar lo que había pasado. Pero... ¿y si se alejaba para siempre? No, no podía quedarme de brazos cruzados.

Me levanté de la silla y salí al pasillo, con la esperanza de verla aún cerca. Pero la casa estaba vacía. La puerta principal seguía cerrada, pero por la ventana vi cómo se alejaba rápidamente, casi corriendo. Por un momento pensé en salir tras ella, pero algo me detuvo. Quizás Alondra necesitaba tiempo, espacio para pensar, al igual que yo.

Volví a el estudio, con la mente en mil direcciones. Me senté de nuevo frente a la computadora, recordando cómo habíamos empezado el directo, riéndonos como siempre. Todo parecía tan simple antes de que el internet fallara. Ahora, no sabía cómo volver atrás, cómo recuperar la amistad que parecía haber destrozado con un solo beso.

Suspiré, sabía que en algún momento tendría que hablar con ella, aclarar las cosas. Pero por ahora, lo único que podía hacer era esperar.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora