-- Perspectiva de Alondra --
Llegar a la casa de mis padres fue como retroceder en el tiempo. No podía recordar la última vez que había estado aquí. La distancia nunca fue el problema, apenas veinte minutos en coche, pero siempre encontraba alguna excusa: demasiado trabajo, demasiados proyectos, y en el fondo, creo que solo quería evitar lidiar con ciertas cosas. Por eso, ver la cara de sorpresa de mis padres al abrirme la puerta me hizo sentir un poco culpable.
—¡Alondra! Qué sorpresa verte —dijo mi madre, sonriendo mientras me abrazaba—. Pensé que ya te habías olvidado de nosotros.
—No, mamá, he estado ocupada —respondí, intentando no sonar fría. De algún modo, era la verdad, pero ahora no estaba aquí por eso.
Mi padre también se levantó, mirándome curioso mientras se acercaba.
—¿Todo bien? ¿Qué haces aquí a estas horas?
No quería contarles lo que estaba pasando con Rai, así que improvisé algo rápido.
—Estoy moviendo cosas en mi cuarto, y no puedo dormir ahí esta noche. ¿Puedo quedarme aquí?
Mis padres se miraron, y una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos. Era obvio que estaban encantados de tenerme, aunque noté un poco de duda en ellos.
—Claro que sí, hija —dijo mi madre, sin dudarlo—. Pero, ¿y Rai? ¿Dónde va a dormir ella?
Sentí una punzada en el estómago al escuchar su nombre. Quería olvidar todo lo que había pasado en el día, pero seguía ahí, fresco en mi mente. Traté de mantener la calma.
—No te preocupes, ella va a ir a casa de sus padres. Todo está bien.
Sabía que no era cierto. Los padres de Rai vivían a una hora de distancia, pero no quería explicar más. Mis padres parecían dudar por un momento, pero decidieron no insistir. Suspiré aliviada cuando me dejaron subir las escaleras hacia mi viejo cuarto.
Al entrar, me envolvió una sensación de nostalgia. Las paredes estaban llenas de fotos y recuerdos, y todo seguía tal cual lo había dejado. Hacía tanto tiempo que no estaba ahí que casi me sentía como una extraña en mi propio espacio. Sin embargo, al mismo tiempo, era reconfortante. En esa habitación había conocido a Rai y a Alex; habíamos pasado horas riendo, hablando de tonterías, soñando sobre el futuro.
Me dejé caer sobre la cama, mirando al techo, pero en vez de calma, lo único que sentía era un caos interior. El enfrentamiento con Rai seguía retumbando en mi cabeza. El momento en que me revisó el móvil, el enojo en sus ojos, y luego, esa mentira... ¿Por qué le dije que Nick me gustaba? Ni siquiera era verdad. Ese chico no me interesaba, nunca lo había hecho. Él coqueteaba, sí, pero yo jamás respondí de la misma forma. Nick solo era alguien con quien compartía una afición por las zapatillas, nada más.
Justo en ese momento, mi teléfono vibró. Miré la pantalla. Un mensaje de Nick.
"Hey, ya llegaron las zapatillas que querías. Si quieres, nos vemos mañana y te las aparto antes de que se agoten."
Suspiro. Todo esto era tan absurdo. Por un momento, sonreí, agradecida por su mensaje. Quizá lo único bueno del día. Respondí de manera automática:
"Gracias. Mañana hablamos."
Apagué el teléfono y lo dejé a un lado. Aún era temprano, pero mi cuerpo se sentía exhausto. Cerré los ojos, deseando que el sueño llegara rápido, pero lo único que conseguía era dar vueltas en la cama, pensando en Rai, en cómo nos habíamos gritado, en lo que nos habíamos dicho.
¿Por qué llegamos a esto? Todo había sido una bola de nieve. Los celos, la desconfianza, los juegos que habíamos jugado para intentar herirnos, y ahora estábamos en un punto donde no sabía si habría vuelta atrás.
Me cubrí con las mantas, tratando de encontrar consuelo, pero no había forma de escapar de lo que estaba sintiendo. Y mientras tanto, el dolor y la confusión seguían ahí, presentes, recordándome que, por mucho que quisiera, nada volvería a ser lo mismo entre Rai y yo.
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Railo : Bajo nuestro eco
Romance¿Qué pasaría si alguna de las dos se animara a dar ese paso que siempre da miedo en una amistad? Su relación podría cambiar de maneras que nunca imaginaron. ¿Valdrá la pena arriesgarlo todo, o terminarán perdiendo lo que ya tienen?