Capítulo XIII: Parte II

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Sentí cómo se me helaba la sangre. Esa mezcla de miedo, sorpresa y, en el fondo, una pizca de indignación, se apoderó de mí. No había manera de que pudiéramos controlar la situación ahora, y lo peor era que el rumor podría llegar a cualquier lugar, incluso a quienes menos queríamos que supieran.

—¿Pero qué tanto se vio? —pregunté, intentando mantener la calma mientras sentía que el mundo giraba alrededor mío.

—Básicamente... todo el momento —admitió Carrera, bajando la mirada, como si quisiera no estar ahí para decírmelo.

Respiré profundo, tratando de no perder la compostura. Mi mente estaba corriendo, buscando soluciones mientras los pensamientos se amontonaban en desorden. La realidad era que este podría ser el momento que tanto había temido Alondra, ese en el que su secreto ya no fuera secreto, y aunque yo estaba más que dispuesta a afrontar las consecuencias, sabía que para ella esto era un gran problema.

Spreen, al ver mi expresión, intentó consolarme con una sonrisa.

—Oye, quizás se puede arreglar. A fin de cuentas, no todo el mundo sabrá interpretar lo que vio, y siempre podemos decir que fue solo una joda entre amigas, ¿no? —propuso, intentando alivianar la situación.

Pero yo sabía que ese no sería suficiente. Para Alondra, esto no sería algo fácil de manejar.

—Gracias por decírmelo —respondí finalmente, dándoles una media sonrisa, aunque por dentro el torbellino de emociones seguía girando sin control—. Iré a pensar cómo voy a manejar esto.

Con pasos pesados, me alejé de ellos, buscando un lugar en la casa donde pudiera ordenar mis pensamientos y decidir cuál sería el próximo paso. Sabía que tenía que hablar con Alondra sobre lo ocurrido, aunque me aterraba enfrentar su reacción y, sobre todo, saber cómo se sentiría ahora que su mayor temor podría haberse hecho realidad.

No sabía hacia dónde ir. Irme a mi habitación no solucionaría nada, pero tampoco quería regresar a la fiesta. Lo más probable era que ya todo el mundo supiera lo que había pasado. Había dejado mi móvil en el salón, así que al final no me quedaba más opción que regresar para recogerlo e ir a ver cómo estaba Alondra. Con suerte, nadie me vería y podría moverme sin llamar la atención.

Entré al salón con paso cuidadoso, pero apenas di dos pasos y sentí varias miradas clavarse en mí. Fue inútil intentar pasar desapercibida: Alex, Angie y Mica se acercaron rápidamente, con los rostros llenos de preocupación y urgencia.

—¡Rai! Dime que lo sabes —exclamó Alex, con los ojos muy abiertos.

—Sí, Alex. Lo vi —respondí, con la voz más calmada de lo que en realidad me sentía.

—¿Y qué piensas hacer? —preguntó Angie, su voz temblando apenas.

Suspiré, sintiendo cómo una oleada de frustración y miedo se apoderaba de mí.

—No tengo ni idea —admití, negando con la cabeza—. Alondra está completamente borracha, no sabe nada de lo que está pasando. Pero si sus padres llegan a enterarse...

De pronto, el pequeño grupo que me rodeaba empezó a atraer la atención de los demás. Sin darme cuenta, me vi rodeada por un círculo de rostros conocidos, mirándome en silencio, cada uno con expresiones de curiosidad o preocupación. No tenía ganas de enfrentar a todos ni de responder sus preguntas, así que, sin decir una palabra más, me di la vuelta y me fui.

Decidí que, por el momento, lo mejor sería dejar este desastre de lado. Tenía que ver cómo estaba Alondra. Me preocupaba no solo que se enterara de lo ocurrido sino también su estado actual. La había dejado en nuestra habitación y, considerando lo borracha que estaba, probablemente necesitaba ayuda.

Cuando llegué a la habitación, encontré a Alondra acostada sobre la cama, los ojos cerrados y su respiración tranquila, aunque la expresión en su rostro reflejaba la torpeza de la borrachera. Apenas sintió que entraba en la habitación, abrió los ojos lentamente y, al verme, una sonrisa tonta se extendió por su rostro.

—Raiii... —dijo con voz arrastrada—, has vuelto. Te quiero muchíííííísimo...

Solté un suspiro, aliviada de verla relajada, aunque estaba completamente fuera de sí.

—Dios, Alondra, vas muy mal, de verdad. Creo que lo mejor será que te duermas, ¿vale?

Ella hizo un puchero y, tambaleante, intentó sentarse. Sus ojos, cargados de ternura y un brillo juguetón, se enfocaron en mí, aunque noté que le costaba mantener la vista fija.

—No, no... ven aquí —murmuró, extendiendo su mano hacia mí, su sonrisa todavía colgada en su rostro—. Quiero estar contigo, Rai.

Me acerqué a ella y me senté en la orilla de la cama, tomándole la mano suavemente para ayudarla a recostarse de nuevo. Por dentro, sentía cómo las emociones y la confusión se amontonaban en mi pecho, pero me esforcé por mantener una expresión tranquila. Alondra estaba completamente ajena al caos que se había desatado, y aunque yo estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa, sabía que para ella la situación era mucho más complicada.

—Alondra... de verdad, necesitas descansar —le susurré, apartando un mechón de cabello de su rostro. Ella cerró los ojos, disfrutando el toque de mis dedos en su piel.

—Solo... quédate un ratito aquí —susurró, medio dormida—. Solo un ratito...

Me quedé en silencio, observándola mientras su respiración se hacía más lenta y profunda. Parecía tranquila, perdida en algún lugar entre el sueño y la borrachera. Acaricié su mano suavemente, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. Por un instante, deseé que las cosas fueran así de simples: que nadie supiera nada, que Alondra y yo pudiéramos estar juntas sin miedo ni preocupaciones. Pero la realidad era muy distinta.

El temor de Alondra de que la descubrieran siempre había estado ahí, y ahora, con el rumor ya circulando, todo parecía estar a punto de colapsar. Sabía que, en cuanto se despertara y recuperara la sobriedad, tendría que contarle lo que había pasado, enfrentar con ella las posibles consecuencias y asumir lo que se vendría.

Suspiré y, con cuidado, me recosté a su lado, manteniendo la distancia para no incomodarla mientras dormía. Afuera, la música y el murmullo de la fiesta seguían, pero en esta pequeña burbuja de silencio, solo estábamos Alondra y yo, al menos por ahora. Apreté su mano con suavidad, prometiéndome que, pasara lo que pasara, estaría a su lado para afrontar todo.

(Os subo dos ya que los tenía preparados además que me tardé en subirlos💞)


Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora