Capítulo XVIII: Parte I

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-- Perspectiva de Rai --

Decidir mentirle a Alondra sobre lo que realmente sentía no fue una decisión fácil, pero era necesaria. Me había rendido. Después de todo lo que habíamos pasado, ya no tenía sentido seguir luchando contra algo que, a estas alturas, parecía imposible. Ver cómo se reía con sus padres mientras ellos lanzaban esos comentarios hirientes fue la gota que colmó el vaso. No quería seguir poniéndome en una posición en la que constantemente me doliera su falta de coraje, su incapacidad para defender lo que, en el fondo, sabía que existía entre nosotras.

Al final, mentí. Le dije que no sentía nada, que todo había sido un error. Me costó más de lo que quería admitir, pero la verdad era que me dolía más seguir queriéndola y verla incapaz de afrontar lo que había entre nosotras. Preferí tirar la toalla, soltar el peso y seguir adelante. Tal vez era lo mejor para ambas.

Unas horas después, Alex llegó para el directo, con veinte minutos de retraso, como siempre. Pero su entusiasmo nos hizo olvidar cualquier malestar que quedara del almuerzo. Teníamos un plan: íbamos a intercambiar roles, y sabíamos que eso sería un éxito.

-NENAS, ¿LISTAS? -preguntó Alex con una sonrisa traviesa mientras ajustaba las cámaras.

-Lo estoy, aunque sé que me vas a imitar fatal -le respondí riendo, mientras ajustaba mi micrófono.

Alondra sonrió, pero en sus ojos vi un destello de diversión que hacía semanas no veía. Durante el directo, Alex me imitaba exagerando cada uno de mis gritos y bailes mientras Alondra, con una precisión aterradora, lograba capturar la energía caótica de Alex, con esos pensamientos impulsivos que le caracterizan tanto, como aquella vez que tiró el árbol de navidad porque nos donaron. Y yo, por mi parte, traté de imitar la espontaneidad de Alondra improvisando con algunas bases de rap con frases ridículas pero graciosas como ella solía hacer.

El chat explotaba de risas y comentarios. Fue uno de los mejores directos que habíamos hecho. La conexión entre los tres estaba de vuelta. Nos reímos como hacía mucho no lo hacíamos, y fue un alivio sentir que, aunque las cosas habían cambiado, seguíamos siendo nosotras, disfrutando de la compañía mutua y del humor que compartíamos.

-¡Acho Rai, eres la peor imitándome! -se quejaba Alondra entre risas.

- Es que tu eres bien rara -repliqué, aguantando la risa-. Pero no puedo ser tan... linda como tú.

Alex soltó una carcajada, y Alondra me lanzó una mirada divertida que, por un segundo, me recordó lo fácil que era estar con ella cuando todo estaba bien. Y lo estaba, o al menos, eso me hacía creer.

Pasaron las semanas, y poco a poco, la tensión entre nosotras se fue disipando. Recuperamos esa conexión que siempre habíamos tenido. Era como si el tiempo se hubiera detenido, permitiéndonos volver a ser las de antes. No más comentarios incómodos o miradas silenciosas cargadas de significado. Era simple. Era amistad otra vez.

Durante esas tres semanas, dejamos de hacer las bromas subidas de tono que antes eran parte de nuestra dinámica. Había un pequeño vacío al principio, una sensación de que algo faltaba, pero pronto todo volvió a encajar. Las bromas regresaron, y las risas, también. De alguna manera, nos las arreglamos para seguir adelante, dejando de lado lo que había pasado entre nosotras.

Y aunque me dolía mentirle, prefería mantener las cosas así. Era mejor sentir que podía estar con ella sin esa carga emocional que lo complicaba todo. Alondra parecía feliz, y yo... yo había aprendido a conformarme con eso. Todo estaba perfecto, o al menos, lo más perfecto que podía estar.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora