Capítulo XIV: Parte I

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-- Perspectiva de Alondra --

Habían pasado ya varias horas desde que me encerré en la habitación, y la culpa me había ido comiendo poco a poco. Sabía que Rai se había ido; lo escuché cuando cerró la puerta. Y aunque sabía que tenía la culpa por haber huido, por haberme ido sin decirle nada, no me arrepentía de lo que había pasado. Había deseado esos momentos con Rai desde hace tanto, que cuando ocurrió, no podía fingir que no lo quería. Sin embargo, ahora todo se sentía más complicado que antes.

Me dejé caer en la cama, mirando el techo, tratando de procesar lo que había hecho. El roce de sus labios, la cercanía de su cuerpo... Lo quise, lo deseé, pero ahora la realidad me golpeaba con fuerza. ¿Qué significaba todo eso para nosotras? No era solo el miedo a perder la amistad, era también el caos que se había desatado en mi cabeza.

Mi teléfono vibró sobre la mesa de noche, sacándome de mis pensamientos. Lo agarré rápidamente, esperando que fuera Rai, pero en su lugar era un mensaje de mi mamá. "Mañana vamos a tu casa a almorzar, ¡estamos emocionados de verte!" Mis ojos se abrieron de par en par al leerlo. ¡Mi familia! Había olvidado por completo que los había invitado a almorzar a casa. Mañana... justo cuando la tensión entre Rai y yo estaba por los cielos.

¿Cómo íbamos a actuar normal? ¿Cómo iba a poder enfrentarme a ellos mientras fingía que todo estaba bien? Ni siquiera sabía cómo iba a enfrentarme a Rai después de lo que había pasado, y ahora tenía que pensar en cómo disimular frente a mi familia. No podía cancelar, pero tampoco podía manejar esta situación sin hablar con Rai primero.

Justo en ese momento, escuché la puerta abrirse y cerrarse suavemente. Rai había regresado. Mi corazón empezó a latir con fuerza, y me obligué a levantarme. Sabía que tenía que hablar con ella, que teníamos que aclarar esto antes de que las cosas se pusieran peor. Salí de la habitación y caminé hacia la sala, donde la vi dejando su chaqueta en el perchero.

—Rai —dije, mi voz sonando más nerviosa de lo que esperaba.

Ella me miró por un segundo, sus ojos oscuros y distantes, como si estuviera atrapada en sus propios pensamientos.

—¿Qué pasa? —preguntó, sin mucha emoción en su voz.

Tragué saliva, sintiendo el peso de lo que tenía que decir. No quería hablar de lo que había pasado entre nosotras, pero sabía que había algo más urgente.

—Mis padres van a venir mañana a almorzar —solté de golpe—. Ya sabes, habíamos planeado eso hace un tiempo, y... bueno, con todo esto que ha pasado entre nosotras, no sé cómo vamos a actuar normal. No quiero que se den cuenta de que algo está mal.

Rai se quedó en silencio por un momento, su mirada fija en el suelo. Finalmente, levantó la cabeza y me miró, su expresión fría y distante.

—Mira, Alondra —dijo, su tono seco y cortante—, podemos actuar normal. No pasa nada. Vamos a hacer como si nada hubiera pasado. Es mejor así, ¿no? Ya está, olvidemos todo. No es nada importante.

Su respuesta me golpeó como una bofetada, aunque traté de no mostrarlo. Me dolía escucharla decir que no era importante, pero en el fondo sabía que tenía razón. Había sido un momento, algo que no debería haber ocurrido.

—Tienes razón —le dije, con una sonrisa forzada—. Fue solo un impulso del momento, nada más. Jamás estaría contigo en serio, no es algo que quiero. Fue solo... no sé, algo que pasó.

Rai asintió, y por un segundo, pensé que todo estaba bien. No me di cuenta de que sus ojos se llenaban de lágrimas mientras miraba hacia otro lado, escondiendo lo que sentía. Mi corazón se encogió un poco, pero no hice nada. La tensión aún colgaba en el aire, aunque en ese momento lo único que me importaba era resolver lo que venía con mi familia.

—Vale, entonces —murmuró Rai—. Nos vemos mañana, supongo.

Y sin decir más, se dio la vuelta y se dirigió hacia la habitación, dejándome sola en la sala, con el peso de mis propias palabras aplastándome el pecho.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora