Capítulo XXXVI: Parte I

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-- Perspectiva de Alondra --

Al abrir la puerta de la casa, sentí un nudo en el estómago. La discusión de anoche aún pesaba en el aire, y no sabía cómo iba a reaccionar Rai. Aunque estaba decidida a mantener la calma, no podía evitar sentirme nerviosa.

—Ay, Dios mío —susurré para mí misma, cerrando la puerta con un suave clic detrás de mí.

El silencio en la casa era abrumador. El olor a comida recién hecha me llegó y me recordó que, a pesar de todo, la vida seguía su curso. Mi estómago rugió de hambre, pero sabía que había algo más urgente que atender.

Al entrar al salón, vi a Alex y Angie sentados en el sofá. Sus miradas se encontraron con la mía, y la confusión era palpable en sus rostros.

—Hola, ¿todo bien? —dije, intentando sonar despreocupada, aunque mi voz traicionaba mi ansiedad.

Alex, que parecía tenso, asintió lentamente, pero su sonrisa no era convincente.

—Todo bien —respondió, pero yo sabía que había algo más detrás de esas palabras.

Angie me miró con preocupación.

—¿Y tú? —preguntó, como si intentara sondear mi estado emocional.

—Todo bien también —respondí, colgando mi chaqueta en el perchero, sintiendo que estaba actuando como si nada pasara, aunque la atmósfera era densa y cargada.

Decidí dar un paso hacia el salón, y ahí, en la mesa, vi las sobras del almuerzo que habían preparado.

—¿Qué hicieron? Se ve rico —dije, tratando de romper el hielo.

—Solo algo rápido —dijo Alex, evitando mi mirada. Eso no era un buen signo.

—¿Y Rai? —pregunté de repente, el corazón latiéndome con fuerza al pensar en ella.

—Está en el baño —dijo Angie. Antes de que pudiera añadir algo más, la puerta del baño se abrió y apareció Rai.

—Hola —dije, forzando una sonrisa que no sentía del todo.

—Hola —respondió Rai, y sentí su mirada profunda, como si intentara leer mis pensamientos.

—¿Podemos hablar a solas? —le pregunté, sintiendo que era lo mejor pero sentía mucho miedo.

Rai miró a Alex y Angie. Ambos se intercambiaron miradas y, sin dudarlo, se levantaron del sofá.

—Nosotros nos vamos un momento —dijo Angie mirándome, y Alex la siguió, dejando a Rai y a mí solas.

La tensión se hizo más evidente una vez que se fueron.

—¿Por qué no volviste anoche? Estábamos preocupados —dijo Rai, su tono más serio de lo que esperaba.

—Lo siento, necesitaba estar sola —respondí, sintiendo el peso de la verdad en mis palabras.

—Podrías haber avisado, eso es todo? —dijo, y en su voz había una decepción que me dolió.

El silencio se extendió entre nosotras, lleno de cosas no dichas. Sabía que las palabras que estaban a punto de salir cambiarían el rumbo de nuestra relación.

—¿Podemos olvidar la pelea de ayer y seguir como siempre? —sugerí, deseando que las cosas volvieran a la normalidad, aunque sabía que eso era complicado.

Rai suspiró, su mirada llena de una mezcla de tristeza y resignación. Finalmente, asintió.

—Vale —dijo, y sentí que había un pequeño destello de esperanza.

Nos quedamos mirando en silencio, un momento de conexión, pero pronto Rai rompió el hechizo.

—Alex, Angie, ¡ya pueden venir! —llamó Rai, su tono más alegre de lo que sentía.

Alex y Angie entraron con expresiones de sorpresa.

—¿Tan rápido? —preguntó Alex, frunciendo el ceño.

—Sí, verdad Alondra?—dijo Rai, y al mirarme, añadió—: Suerte con Nick.

La mención de Nick hizo que una punzada de incomodidad pasara por mí.

—Suerte igual con Angie —respondí, tratando de mantener la ligereza, aunque mi corazón estaba dividido.

Angie suspiró, como si estuviera a punto de hablar, pero Rai le apretó la mano.

Alex, notando la tensión, rápidamente cambió de tema.

—Bien, empecemos directo ya. No podemos perder más tiempo.

Mientras nos sentábamos y nos preparábamos para iniciar la transmisión, una mezcla de incertidumbre y esperanza se agolpaba en mi pecho. Este momento podría ser un nuevo comienzo o un final doloroso, y solo el tiempo lo diría.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora