Capitulo XIII: Parte I

643 23 0
                                    

-- Perspectiva de Rai --

Me quedé frente a la puerta de Alondra, inmóvil, sintiendo el peso de todo lo que no habíamos dicho. Mi mano temblaba ligeramente al soltar el pomo. No podía hacerlo, no podía entrar y enfrentarlo todo ahora. El eco de lo que había pasado seguía resonando en mi mente, confundiendo mis emociones. Sentía una mezcla de deseo, miedo, y una especie de tristeza que no entendía del todo.

Suspiré y me alejé lentamente de su puerta, regresando al sofá donde minutos antes todo había explotado entre nosotras. Me dejé caer, con la cabeza entre las manos, repasando una y otra vez lo que había sucedido. Cada beso, cada caricia... lo sentí tan real, tan intenso, pero ahora me cuestionaba si había sido solo una fantasía rota al final.

¿Por qué había huido Alondra? ¿Se arrepentía? ¿Había hecho algo mal? Mis pensamientos eran un caos. Intenté convencerme de que no debía darle más vueltas, que tal vez solo estaba abrumada por todo lo que había pasado tan rápido. Pero una parte de mí no podía evitar sentir que había algo más.

El silencio de la casa se hacía insoportable. Me levanté de nuevo, intentando distraerme. Caminé de un lado a otro, mi mente regresando una y otra vez a esos minutos en los que parecía que todo encajaba. Sentía que no había sido solo deseo lo que había entre nosotras. Había algo más profundo, algo que llevábamos reprimiendo por mucho tiempo. Pero ahora... ahora solo quedaba incertidumbre.

Pasó el tiempo, y no podía quedarme quieta. Cada segundo me sentía más atrapada en mis propios pensamientos. Finalmente, decidí que necesitaba aire. Agarré mi chaqueta y salí de la casa, cerrando la puerta con suavidad para no hacer ruido. No quería que Alondra supiera que me había ido, no aún.

Caminé sin rumbo, sintiendo cómo la brisa fresca golpeaba mi piel, despejando un poco la niebla que cubría mis pensamientos. Pero ni el aire ni el paseo lograban calmarme. Mi mente seguía volviendo a ella, a lo que habíamos compartido y a lo que podía haber significado. Y, sobre todo, al miedo de que lo que acababa de empezar se hubiera roto antes de siquiera tener una oportunidad.

Después de un rato, me detuve en un parque cercano y me senté en un banco. Todo estaba tranquilo a mi alrededor, pero dentro de mí era un completo caos. Me pregunté si algún día podríamos hablarlo sin que se sintiera tan incómodo, si podríamos volver a ser amigas, o si ese momento lo había cambiado todo para siempre.

Me llevé las manos al rostro, sintiendo las lágrimas que habían estado al borde desde que Alondra se fue a su habitación. ¿Por qué tenía que ser todo tan complicado? Quería dejar de sentir esto, dejar de pensar tanto. Quería respuestas, pero al mismo tiempo, no sabía si estaba lista para escucharlas.

Finalmente, me levanté y volví a casa. Sabía que tarde o temprano tendríamos que hablar, pero por ahora, solo quería evitar el dolor que sentía. Cuando entré, la casa estaba en silencio. Alondra aún no había salido de su habitación, y una parte de mí se sintió aliviada por no tener que enfrentarla de inmediato. Me dejé caer nuevamente en el sofá, sabiendo que la conversación pendiente no tardaría en llegar, y temiendo lo que podría significar para nosotras.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora