Capítulo VIII: Parte II

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-- Perspectiva de Alondra --

Empezamos el directo alrededor de las 9:20 p.m., tarde como de costumbre. Habíamos prometido a nuestros seguidores comenzar a las 9 en punto, pero, a estas alturas, la mayoría sabía que la puntualidad no era precisamente nuestra mejor cualidad. Rai estaba emocionada, nerviosa por su cumpleaños, y Alex y yo intentábamos mantener la sorpresa bajo control.

El directo iba bastante bien. El chat estaba lleno de comentarios sobre el concurso de tartas que habíamos planeado, en el que cada uno de nosotros haría una y nuestros seguidores decidirían cuál era la mejor. La idea del concurso había sido de Rai, y aunque a mí no se me daba mucho la repostería, me divertía la idea de hacer algo creativo y tonto para celebrar su cumpleaños. A lo largo del stream, jugábamos con el chat, bromeando sobre quién sería el ganador. Todo iba de maravilla.

—Rai, ya te veo ganando esto —dijo Alex mientras colocaba los ingredientes en su molde sin fijarse en las cantidades—. Pero prepárate, porque hoy vengo con todo.

Rai, con una sonrisa juguetona, le lanzó un guiño al chat y dijo: —A ver, Alex. No te confíes. Ambos sabemos que si alguna sabe cocinar aquí algo rico, soy yo.

Yo trataba de seguir el ritmo, aunque mi mente estaba ocupada en otra cosa. Angie, quien había estado de viaje, había aterrizado y estaba a punto de llegar. Todo estaba perfectamente planeado. Angie me había enviado un mensaje alrededor de las diez, diciendo que estaba en un Uber camino a nuestra casa y que llegaría en unos 20 minutos. Mi emoción iba en aumento, y aunque intentaba mantener la calma, era difícil ocultar la sonrisa que se me escapaba.

Rai me observó, curiosa. —¿Qué te pasa? ¿Por qué esa cara? —me preguntó, alzando una ceja con sospecha.

Antes de que pudiera responder, Alex soltó una risa nerviosa y juguetona. —Nada, nada… cosas de Alondra.

Rai lo miró, desconfiada pero divertida. —¡Ya basta! ¿Qué está pasando? ¿Qué me están ocultando?

Alex y yo compartimos una mirada cómplice mientras continuábamos con el concurso. Cada uno de nosotros estaba concentrado en hacer su mejor esfuerzo con las tartas, aunque Rai claramente llevaba la delantera. Era increíble verla en acción, tan decidida y competitiva. El tiempo seguía avanzando, y las tartas ya estaban casi listas para entrar al horno.

Mientras metíamos nuestras creaciones al horno, recibí otra notificación en mi celular. Angie estaba justo afuera, a pocos minutos de la casa. Había silenciado mi teléfono para que las notificaciones no fueran demasiado obvias, y aproveché la excusa de ir al baño para salir del estudio y abrir la puerta de entrada. Al hacerlo, me encontré con Angie, quien estaba ahí con una sonrisa de oreja a oreja, sosteniendo sus maletas.

Le di un abrazo enorme, tratando de no hacer demasiado ruido. —¡Qué emoción verte de nuevo!—susurré emocionada.

—Se que me extrañabas, no te hagas —respondió Angie, igual de emocionada. Sabíamos que teníamos que mantenernos en silencio para que la sorpresa saliera perfecta. Dejamos sus maletas en el comedor y nos quedamos en el pasillo, a pocos pasos del estudio donde Rai y Alex seguían charlando con el chat.

Le hice una señal a Angie para que se mantuviera oculta en la esquina del pasillo, mientras yo volvía al estudio como si nada hubiera pasado. Apenas me senté, Angie comenzó a hacer ruidos golpeando la pared, siguiendo el plan que habíamos cuadrado con Alex. Queríamos darle un pequeño susto a Rai antes de la sorpresa real, y sabíamos que los ruidos extraños la harían ponerse nerviosa.

Rai, por supuesto, cayó en la trampa. Se giró hacia nosotros, con el ceño fruncido. —¿Qué fue eso? —preguntó, mirando a Alex y a mí.

Alex y yo fingimos estar sorprendidos. —¿Qué? No escuché nada, tu estás bien loca—dije, esforzándome por mantener una expresión seria.

—Yo tampoco escuché nada. Estás paranoica —añadió Alex, aguantándose la risa.

Rai no nos creyó. Se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta del estudio. Cuando la abrió, Angie saltó desde la esquina y gritó: —¡Sorpresa!

El grito de Rai fue instantáneo, un chillido de pura sorpresa. Por un segundo se quedó completamente paralizada, sin poder procesar lo que estaba ocurriendo. Pero en cuanto reconoció a Angie, la expresión de susto se transformó en pura euforia.

—¡Angie! —gritó, lanzándose a abrazarla.

Las dos se abrazaron tan fuerte que casi parecían querer romperse las costillas. Ver la emoción en los ojos de Rai me hizo sentir que todo el plan había valido la pena. Su cara de sorpresa y felicidad lo decía todo. Después del susto inicial, Rai estaba radiante, con esa energía que me contagiaba siempre.

—¡¿Qué haces aquí?!—dijo Rai, todavía un poco conmocionada.

—Era una sorpresa —dije, entrando a la conversación con una sonrisa satisfecha—. Sabía que te iba a gustar.

El chat explotó con comentarios, todos emocionados por la aparición sorpresa de Angie en pleno directo. El ambiente se volvió aún más festivo, y la energía positiva que inundaba el estudio era palpable. Seguimos charlando un poco más, mientras las tartas seguían en el horno.

Cuando las tartas finalmente estuvieron listas, el concurso siguió su curso. Alex, Rai y yo nos reímos hasta no poder más mientras intentábamos decorar nuestras creaciones. Al final, el chat votó, y aunque Rai ganó con diferencia, lo mejor de todo fue el ambiente de diversión y sorpresa que habíamos logrado crear.

Sabía que le quedaban más sorpresas por descubrir a lo largo de la noche, pero, por ahora, la sonrisa que no desaparecía de su rostro era todo lo que necesitaba para sentir que había hecho bien en planear todo esto.

Aún quedaba una parte importante de la noche: abrir los regalos. Y yo sabía que lo mejor estaba por venir.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora