Railo : Bajo nuestro eco

Capítulo IX: Parte I

-- Perspectiva de Rai --

La habitación se sentía densa, como si cada palabra no dicha estuviera suspendida en el aire entre nosotras. Miré a Alondra, notando cómo sus ojos brillaban al mirarme. Intenté desviar la mirada, pero era imposible. La atracción que sentía por ella me llenaba de confusión, así que decidí mantenerme fría.

—Lo que tú quieras —respondí de manera seca, tratando de ocultar la tormenta de emociones que tenía dentro.

—¿Qué te pasa conmigo? ¿Por qué me hablas así? —preguntó, su voz llena de una mezcla de curiosidad y desasosiego.

—No, nada, todo bien —respondí rápidamente, sin querer enfrentar lo que realmente estaba sucediendo.

—No, no está todo bien —insistió, cruzando los brazos—. Necesitamos hablar.

Mi corazón se aceleró al escucharla, pero intenté mantenerme firme.

—No es necesario hablar de nada, Alondra. Ya entendí todo. Es suficiente, no tienes por qué humillarme más.

Mientras hablaba, vi cómo la frustración se apoderaba de su expresión. Justo cuando pensaba que todo se había dicho, Alondra se acercó y, en un movimiento inesperado, me cogió de la cintura y me atrajo hacia ella. La sorpresa me golpeó, y mi corazón empezó a palpitar rápidamente.

Sus ojos se clavaron en los míos, y la intensidad de su mirada me dejó sin aliento.

—Si de verdad no me gustaras, no estarías haciendo esto —me dijo, su voz suave pero firme.

Mi mente giraba. —¿Qué quieres decir? —pregunté, confundida y ansiosa, pero antes de que pudiera procesar sus palabras, sentí sus labios sobre los míos.

El mundo a nuestro alrededor desapareció. Sus manos bajaron a mi cadera, y luego a mi trasero, haciéndome perder el control por un momento. La electricidad entre nosotras era innegable, y cada toque encendía un fuego en mí que había estado oculto durante tanto tiempo.

Me olvidé de mis dudas, de mis miedos y de todo lo que había estado tratando de ignorar. En ese instante, solo existíamos Alondra y yo, y el resto del mundo no importaba.