Railo : Bajo nuestro eco

Capítulo X: Parte I

-- Perspectiva de Rai --

Cada vez me estaba calentando más, el roce de sus labios me hacía pensar en cosas que no debía. Era un instante tan perfecto, pero tan prohibido. Me separé de ella, buscando su mirada, y al encontrarla, vi el deseo reflejado en sus ojos. Sentía que sabía lo que le estaba pidiendo. El aire entre nosotras estaba cargado de una tensión eléctrica que me hacía temblar.

Alondra sonrió, esa sonrisa que me derretía por dentro, y antes de que pudiera articular una palabra, volvió a besarme. Esta vez, el beso fue más intenso, como si el mundo exterior hubiera desaparecido por completo. Sentí cómo deslizó su mano lentamente entre mis muslos, un toque ligero pero tan cargado de intención que mi corazón empezó a latir con fuerza.

Un cosquilleo recorrió mi cuerpo, y mi parte baja comenzó a palpitar, cada movimiento de su mano enviando oleadas de placer que me hicieron perder la noción del tiempo y del lugar. Intenté mantener el control, pero era imposible. La conexión entre nosotras era demasiado fuerte, y todo lo que había querido ocultar en mi interior estaba saliendo a la superficie.

—Alondra... —susurré, intentando frenar el impulso, pero mis palabras fueron ahogadas por el ardor de sus besos.

Ella se detuvo un momento, mirándome a los ojos, buscando mi consentimiento. En ese instante, supe que no quería que nada se interpusiera entre nosotras. La lógica y el miedo se desvanecieron, y lo único que quedaba era el deseo palpable, el deseo que había crecido entre nosotras durante tanto tiempo.

Atrapada entre la confusión y la pasión, tomé una decisión. Sin pensarlo más, me dejé llevar, abrazando la idea de que, quizás, este era el momento que había estado esperando.

Sentí cómo el calor se acumulaba entre nosotras, y antes de que pudiera pensar en las consecuencias, dejé que el deseo me guiara. Cerré los ojos y profundicé el beso, sintiendo sus labios contra los míos con una intensidad que me hizo olvidar todo lo demás. La chispa entre nosotras se convertía en fuego, y no había vuelta atrás.

Alondra, con su mano aún entre mis muslos, me miró con una mezcla de ternura y deseo, y fue como si el tiempo se detuviera. Cada roce, cada beso, cada susurro se sentía como un descubrimiento nuevo, como si finalmente estuviéramos desnudando no solo nuestros cuerpos, sino también nuestras almas.

—Rai... —murmuró, su voz suave como un susurro que reverberaba en mi corazón.

Me incliné hacia ella, empujando mis dudas al fondo de mi mente. Sabía que este momento era más que un simple encuentro físico; había un significado detrás de cada gesto, cada mirada. Era la conexión que siempre habíamos compartido, pero llevada a un nivel completamente nuevo. Un nivel que me aterraba, pero al mismo tiempo, me llenaba de euforia.

La mano de Alondra seguía explorando, deslizándose con cautela pero con determinación. Cada contacto hacía que mi piel se erizara, y sentía que el mundo exterior se desvanecía. Todo lo que quería en ese momento era quedarme ahí, perdida en sus caricias y en el sabor de sus labios.

—¿Estás segura? —logré decir, a pesar de que mi cuerpo pedía más. Era una pregunta que necesitaba hacer, aunque en el fondo sabía que ya había tomado la decisión.

Ella asintió, su mirada sincera y llena de deseo. En ese instante, supe que estaba lista para dar el siguiente paso, para abrazar todo lo que significaba estar juntas de una manera completamente nueva.

Entonces, con una mezcla de nervios y anticipación, la atraje hacia mí de nuevo, sintiendo su cuerpo contra el mío. El roce de su piel me encendió, y mientras nuestros cuerpos se movían en perfecta sincronía, entendí que lo que estaba sucediendo entre nosotras era más que una simple atracción; era el comienzo de algo, algo que ninguna de nosotras había imaginado.

A medida que nos sumergíamos en la profundidad de nuestro deseo, supe que no había forma de que pudiera dar marcha atrás. En ese instante, todo lo que había sido y todo lo que sería se unió en un solo momento, y supe que estaba exactamente donde quería estar.