Capítulo XXIII: Parte I

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-- Perspectiva de Rai --

Los días habían pasado rápido desde que Angie llegó, y en ese tiempo, las cosas entre Alondra y yo se sentían cada vez más tensas. No sabía si el plan de ponerla celosa estaba funcionando demasiado bien o si había algo más profundo molestándole. Pero cada vez que la veía sonreír a medias o mantenerse callada cuando hacía una broma con Angie, algo dentro de mí se removía. Era como si estuviera jugando con fuego, y la situación estaba a punto de explotar.

Una mañana, mientras preparaba el estudio para el próximo stream, vi que Alondra había olvidado su teléfono en la mesa. Sabía que no debía ser chismosa, pero justo en ese momento, la pantalla del celular se iluminó con una notificación.

"Nick: ¿Cuándo estás libre?"

Mi corazón se detuvo por un segundo. ¿Nick? ¿Quién era Nick? Antes de que pudiera pensar en lo que hacía, mi mano ya había alcanzado el teléfono. Desbloquearlo fue casi automático, movida por una mezcla de curiosidad y, para mi sorpresa, celos.

Al revisar los mensajes, descubrí que Alondra había estado hablando con este tal Nick durante semanas. Se conocieron en una tienda de zapatillas y desde entonces no habían dejado de chatear. Al principio, todo parecía casual, charlas sobre zapatillas, pero mientras más leía, más claro me quedaba que este tipo le coqueteaba sin reparos.

Y lo peor de todo... Alondra no lo rechazaba.

Respondía con sonrisas y comentarios cómplices, incluso con cierta diversión. Era como si estuviera disfrutando de la atención de ese tipo. Una mezcla de rabia y confusión empezó a invadirme, llenándome de preguntas. ¿Cómo podía estar flirteando con otro mientras yo intentaba ponerla celosa con Angie? ¿Todo lo que pasó entre nosotras no significó nada para ella?

Una punzada en el pecho me dejó casi sin aliento. De repente, me di cuenta de que me había precipitado demasiado. Quizás Alondra nunca me vio de la forma en que yo la veía. Empecé a cuestionarme seriamente si lo que habíamos vivido había sido una ilusión. Tal vez para ella, todo fue una confusión pasajera, algo que decidió olvidar para evitar complicaciones.

Solté el teléfono con rabia y frustración. No podía creerlo, no quería creerlo. ¿Y si todo lo que sentí por ella había sido en vano? ¿Y si Alondra solo estaba jugando conmigo? Antes de que pudiera seguir pensando, escuché la puerta abrirse.

-¿Qué haces? -La voz de Alondra me sobresaltó.

Me di la vuelta rápidamente, con el corazón a mil. Alondra estaba allí, mirándome fijamente, su rostro cargado de una mezcla de incredulidad y enojo.

-¿Qué estabas haciendo con mi teléfono? -preguntó, avanzando hacia mí con los ojos encendidos.

No tuve tiempo de inventar una excusa. El calor de la rabia y los celos me superó.

-¿Quién es Nick? -solté sin pensarlo dos veces.

Alondra se detuvo en seco. La sorpresa en su rostro era evidente. Su boca se entreabrió, pero no dijo nada al principio.

-¿Qué? ¿Has estado mirando mi teléfono? -preguntó, su tono ya teñido de furia.

-¿Es en serio, Alondra? -le espeté-. ¿Quién es este tipo con el que llevas semanas hablando y coqueteando? Porque parece que no te molesta mucho que te tire fichas, ¿o sí?

Alondra frunció el ceño, completamente desconcertada.

-No te incumbe con quién hablo o dejo de hablar. ¡No tienes derecho a revisar mi teléfono! -gritó, acercándose aún más, pero manteniendo una distancia que se sentía como un abismo.

-¡Claro que me incumbe! -grité, incapaz de contener mi frustración-. Me importa porque tú y yo... -me interrumpí a mí misma, sin saber cómo continuar-. Porque pensé que entre nosotras había algo, pero ahora veo que todo lo que pasó no significó nada para ti.

El silencio cayó pesado entre nosotras.

-¿En serio crees que esto va sobre Nick? -Alondra me miró con incredulidad, su voz baja pero cargada de rabia-. ¿Crees que porque un chico me coquetea y yo no le rechazo, eso significa que lo que pasó entre nosotras no fue real?

-¿Qué se supone que debo pensar, Alondra? -repliqué-. Desde que Angie llegó, has estado fría y distante. Te molestas cuando bromeo con ella, pero al mismo tiempo estás chateando con este tipo como si nada hubiera pasado. Me haces sentir como una completa estúpida.

Alondra soltó una risa amarga.

-¿Y qué? ¿Ahora estás celosa? ¿Eso es? ¿Te molesta que alguien más me hable? Porque déjame decirte algo, Rai: tú llevas días coqueteando abiertamente con Angie delante de mí. Como si quisieras restregármelo en la cara. -Alondra me señaló con el dedo, su furia brillando en sus ojos-. Si alguien ha jugado con los sentimientos de alguien aquí, has sido tú.

Algo en mí estalló en ese momento. La rabia me consumió por completo, y las palabras salieron de mi boca antes de que pudiera detenerlas.

-¿Sabes qué? Tienes razón, Alondra. Tal vez sí he estado jugando con tus sentimientos, pero no soy la única. Angie y yo... hemos estado viéndonos más de lo que te imaginas. -La mentira salió sin control, venenosa. Vi cómo sus ojos se agrandaron de incredulidad.

Alondra quedó helada. La expresión de su rostro cambió drásticamente, y por un momento, el silencio entre nosotras fue tan pesado que casi podía escucharse su respiración agitada.

-¿Qué... qué dices? -preguntó en un susurro, su voz quebrándose.

-Eso mismo -insistí, sosteniéndole la mirada, aún presa del furor-. ¿Qué te crees? ¿Que solo estoy bromeando con Angie? Ella y yo hemos estado juntas, y no solo de palabra. Pero claro, tú estabas demasiado ocupada con Nick como para notarlo, ¿no?

Alondra tragó saliva, sus ojos inundados de confusión y dolor. Podía ver cómo se le formaba un nudo en la garganta. Durante un instante, pensé en retractarme, decirle que no era verdad, pero mi orgullo herido no me lo permitió.

-Entonces... todo lo que pasó entre nosotras no significó nada -murmuró, sus palabras casi inaudibles. Estaba luchando por mantener la compostura, pero su mirada temblaba.

Y entonces sucedió algo que no esperaba. Alondra, en su desesperación por devolverme el golpe, me miró fijamente y soltó:

-Bueno, pues que sepas sobre lo de Nick, sí, me gusta. Tal vez sea lo mejor para mí seguir adelante con él.

Las palabras me atravesaron como una daga. Era como si de repente todo el aire se hubiera escapado de la habitación. Me quedé en silencio, incapaz de procesar lo que acababa de decir. ¿Me estaba mintiendo solo para devolverme el dolor? Escuchar esas palabras salir de su boca me rompió algo por dentro.

Nos miramos en silencio, cada una ahogada en su propio orgullo, incapaces de dar marcha atrás en esa discusión que había escalado demasiado. El daño ya estaba hecho.

Nada volvería a ser igual.

Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora