Capítulo XVIII: Parte II

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-- Perspectiva de Rai --

Me sentía exhausta y desanimada mientras volvía a casa con Angie. Había salido con la intención de hablar con Rai, de arreglar las cosas, de entender por qué estaba actuando así, pero ella se negó a escucharme. Me quedé impactada por su actitud tan... infantil. Esa no era la Rai a la que estaba acostumbrada, esa chica fuerte y decidida que siempre sabía lo que quería. Quizás en momentos como este era cuando notaba más la diferencia de edad entre nosotras, aunque cuatro años no parezcan tantos.

Decidí dejarlo así, aceptar que Rai me había dejado. No era lo que quería, pero tampoco podía hacer mucho más si ella no estaba dispuesta a hablar. Angie, a mi lado, respetaba mi silencio mientras caminábamos hacia la casa; sabía que necesitaba tiempo para procesarlo todo, y no intentó llenar el espacio con palabras innecesarias. Le agradecí mentalmente por entenderme tanto.

Una vez llegamos, ambas sacamos nuestros móviles para desconectarnos un poco. De repente, una notificación de TikTok nos sobresaltó. Angie y yo nos miramos, y sin decir una palabra abrimos la app. Era un aviso sobre una nueva campaña en la que participaríamos junto a otros creadores de contenido. El evento sería en Argentina y duraría tres días. Un pequeño destello de entusiasmo encendió mi ánimo. Emocionada, le pedí a Angie que miráramos la lista de participantes:

Angie Velasco

Fede Vigevani

Alondrissa (o sea, yo)

Ian Lucas

Rai

Alex Omar

Brisa Domínguez

Luli González

Carrera

Mica Suárez

Kevsho

Spreen

Angie se quedó mirando la lista un momento y noté cómo su rostro se tensaba al ver el nombre de Brisa Domínguez. Tratando de interpretar su expresión, me adelanté y le dije que no pasaba nada si prefería no participar en el evento; después de todo, entendía perfectamente lo que podía significar estar en el mismo lugar que una expareja. Pero Angie me lo negó de inmediato.

-No, no, Alondra. No es que no quiera participar... -dijo, intentando calmarse-. Solo que llevo mucho sin ver a Brisa. Pero no tengo problema, acabamos bien, de verdad.

-¿Estás segura? -insistí, preocupada. Ella asintió, aunque había algo en su mirada que me hacía dudar.

Por un momento, el silencio entre nosotras fue denso. Me decidí a preguntar lo que siempre había tenido en mente, aunque sabía que quizás era un tema sensible.

-¿Por qué lo dejasteis? -le dije, en voz baja.

Angie mantuvo la mirada en su móvil, sin decir nada durante varios segundos. Luego suspiró y desvió la vista.

-Prefiero no hablar de eso ahora mismo -respondió, intentando cambiar de tema con rapidez-. Pero, dime, ¿vas a participar tú?

La conversación volvió a su tono habitual, y yo asentí con una sonrisa. -¡Por supuesto! -respondí, tratando de dejar a un lado lo que acababa de pasar. Hablar de trabajo y del evento nos distraía de los problemas y, aunque fuera por un momento, hacía que las cosas parecieran más ligeras.

De repente, escuchamos un par de golpes en la puerta. Me giré para ver a Angie, sorprendida. ¿Quién podría ser? Abrí la puerta y allí estaban Alex y Rai. Mi corazón dio un vuelco, no esperaba que volviera tan... rápido wow. Miré a Rai, confundida, mientras ella se acercaba y me tomó la mano.

-Perdón por antes -dijo en voz baja, su tono lleno de arrepentimiento-. Estaba furiosa, no pensé con claridad y...

La interrumpí antes de que pudiera seguir hablando.

-Es mejor que hablemos a solas -le dije, dándole una señal a Alex para que se quedara con Angie.

Rai y yo nos dirigimos a nuestra habitación, donde nos sentamos en la cama, justo como habíamos hecho esa misma mañana, solo que ahora no estábamos a punto de discutir. Esta vez, el ambiente estaba cargado de disculpas no expresadas y sentimientos encontrados. Rai no tardó en quebrarse y comenzó a llorar en mi hombro. Sentí su arrepentimiento, el peso de su orgullo desmoronándose.

-Perdóname -dijo entre sollozos-. Soy impulsiva, orgullosa y... actué como una inmadura. Debí haberte escuchado desde el principio, entender lo que te preocupa y darte el tiempo que necesitas. Prometo que no volveré a presionarte.

Un pequeño suspiro de alivio escapó de mis labios mientras la abrazaba. Sonreí, quizás por los nervios, y acaricié su espalda.

-Gracias por entenderme, Rai. Gracias por darte cuenta -le susurré-. Yo también te quiero.

Rai me miró, con una mezcla de alivio y amor en sus ojos, y, sonriendo, me dio un beso en la mejilla. En respuesta, yo incliné mi rostro y la besé en los labios, un beso suave y prolongado que sellaba nuestra reconciliación. Ella se quedó mirándome intensamente, esa mirada que tanto me hacía sentir, y me sonrió.

-Te quiero -murmuró.

Su mirada me hacía sentir vulnerable, y no pude evitar responderle en tono de broma:

-Si me miras así otra vez...

Ella, provocativa, me miró de la misma manera y sonrió.

-¿Qué pasa? -preguntó, retándome.

No dije nada más. Me levanté, caminé hacia la puerta y, con una sonrisa traviesa, cerré el pestillo. Sentía un cosquilleo en el estómago, una mezcla de emoción y deseo que llevaba conteniendo desde aquella vez en el baño. Me acerqué a ella y, sin dudarlo, la besé nuevamente, esta vez de una manera más intensa y apasionada.

Nuestros besos fueron subiendo de intensidad, y poco a poco comenzamos a despojarnos de las prendas, quedando en ropa interior. Lo último que me esperaba es que esto acabará asi. Acaricié su abdomen lentamente, provocándole un leve escalofrío, pero ella me tomó la mano, deteniéndome.

-Hoy me toca a mí -dijo, con una sonrisa segura que me hizo temblar.

Sentí cómo mi corazón latía más rápido, y sin decir nada, simplemente le devolví la mirada. Esa conexión entre nosotras era algo único, y en este momento, entendí que ambas estábamos aquí no solo por deseo, sino porque, a pesar de todo, nos queríamos y queríamos mejorar juntas.

Rai se acercó lentamente, dándome un beso suave en la frente, y luego en los labios, pero de una forma distinta, como si en cada beso buscara transmitirme algo más que palabras. Finalmente sus besos fueron bajando y bajando hasta que llegaron a lo más bajo. Me quitó la mano de su abdomen y la sostuvo suavemente, llevándola a su pecho, dejando que sintiera los latidos de su corazón.

Con gestos cuidadosos, me ayudó a recostarme y, mientras su mano recorría mi cuerpo, noté su cálida lengua rozando mis partes haciéndome estremecer y ella al notarlo, sonrió.

Entre caricias y susurros, nos entregamos por completo. Sentía cómo las heridas se iban cerrando, cómo el peso de la discusión de la mañana se desvanecía, dejando solo la sensación de estar juntas, de ser una en ese momento tan íntimo. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí completa, comprendida y amada.

Esa noche, mientras Rai dormía a mi lado, pensé en cómo, a pesar de todas nuestras diferencias y de los problemas que enfrentábamos, siempre volvíamos la una a la otra. Había algo especial en nuestra conexión, algo que me hacía sentir que, sin importar cuántas peleas tuviéramos, siempre encontraríamos el camino de regreso.

Quizás era eso lo que significaba amar de verdad: aceptar las imperfecciones, aprender a escuchar y a perdonar. No sabía cuánto duraría lo nuestro, pero, en ese momento, eso no importaba.

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Railo : Bajo nuestro ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora