CRU2SH

Capítulo 14

14 INUSUAL

Marta de la Reina.

Se estaban besando, y me era imposible apartar la mirada de ellas.

Tenía a Fina frente a mí, comiéndose una tostada con su café, completamente abstraída contándome algo sobre la ruta misteriosa por Toledo, y de la cual esperábamos poder hacer si la guía le respondía el mensaje a Carmen, pero todos mis sentidos estaban en aquellas dos chicas que usaban la mesa contigua del bar donde Fina y yo decidimos desayunar la mañana del lunes, después de haber hecho exactamente lo que hicimos el día anterior. Era increíble cómo una rutina se podía instalar tan rápido en mi vida: levantarme temprano, caminar con Fina por la playa, esa mañana incluso llegamos a correr detrás de algunas gaviotas, y luego detenernos en un bar junto al paseo marítimo para desayunar. Parecía tan sencillo. Sin embargo, nada lo era. Al menos para mí, que, desde hacía horas sentía un torbellino de emociones que intentaba controlar, pero que, con cada paso por la arena y cada charla con Fina, se me hacía más difícil de ignorar.

Cuando tomamos asiento en la terraza, con vistas perfectas a la playa y con la brisa fresca que venía del mar, la observé pedir un par de cafés y tostadas. Como siempre, Fina mantenía su actitud relajada, la misma con la que me había hecho sentir cómoda desde que nos conocimos, mientras me hablaba sobre la ruta que íbamos a hacer. Me esforzaba en escucharla, de verdad, pero mi atención ese día estaba completamente dividida. Apenas unos pasos detrás de ella, una pareja de chicas compartía una mesa y, al parecer, un momento de pura complicidad. Aunque me repetía que no debía mirar, que era de mala educación, algo me impedía apartar la vista.

Me resultaba extraño, porque no las observaba como se puede ver a una pareja cualquiera; era casi una sorpresa continua lo que sentía al verlas ahí, tan libres, tan despreocupadas, regalándose gestos de cariño, como quien no necesita permiso de nadie para expresar lo que siente. Ni siquiera cuando una de ellas acarició la mejilla de la otra y le dio un beso, una parte de mí pudo reprimir una mezcla de asombro y... ¿admiración, quizás?

No era capaz ni de tragar. Tampoco quería que mi mirada las incomodara, pero no podía evitarlo. Era casi magnético. Miraba la tostada, miraba el café, buscaba a Fina y, zas, mis ojos se desviaban hacia ellas. Y no, no por curiosidad, no por perversión, por supuesto, sino porque me parecía tan, tan, tan surrealista estar contemplando una escena así, tan natural, tan normal entre dos chicas, y que a nadie le llamase la atención, que no daba crédito.

—¿Me estás escuchando? —llegó a preguntarme Fina en un momento concreto, sacándome de mi ensoñación con una sonrisa divertida.

—¡Ah! Sí, claro, claro... —respondí, algo torpe, volviendo la atención a mi café mientras notaba el calor en mis mejillas. Dejando en evidencia que no había oído ni la mitad de lo que me contaba.

Fina me lanzó una mirada entre divertida y curiosa, y me sentí atrapada. Tampoco podía contarle en qué pensaba, ¿cómo podría explicarle? Me centré en dar pequeños sorbos a mi café, como si ese gesto mecánico pudiera distraerme de lo que me estaba pasando. Porque, para mi sorpresa, lo que sentía en ese instante no era sólo la novedad de ver algo distinto; había algo más. Era como si, poco a poco, entendiera algo que había estado buscando sin saberlo. Las risas y el cariño que las chicas compartían me parecían, por primera vez, no sólo naturales, sino hermosos. Y estaban desempolvando de mi mente recuerdos de un tiempo que ya casi habia olvidado.

A todo ello, además, le sumaba lo que había pasado el día anterior. Mi mente estaba completamente atrapada en lo que veía y en el torbellino de pensamientos que se habían instalado en mí, cuando había oído a Fina y Carmen hablar de "bisexualidad". No sabía exactamente qué significaba el término, pero no podía dejar de relacionarlo con algo personal, una faceta íntima de Fina que apenas comenzaba a intuir.