10 LA VIDA TRADICIONAL
Marta de la Reina.
Había cosas que jamás pensé llegar a vivir. Yo, que siempre había llevado una vida predecible, segura, construida paso a paso como un reloj bien engrasado, me veía en un pequeño apartamento en Toledo, frente a una pantalla llena de teorías insólitas junto a una mujer a la que apenas conocía, buscando respuestas que parecían tan lejanas como la propia realidad. Era una experiencia extraña, de esas que una nunca prevé, y que te lleva a pensar si no era un mal sueño, si en un momento concreto lograría abrir los ojos y me despertaría en mi cama, en mi casa, sabiendo que todo habia sido una pesadilla.
Pasamos el día en lo que Fina llamaba "internet", explorando páginas llenas de historias y leyendas que hablaban de tiempos y lugares imposibles, de sucesos inexplicables que, en otra situación, jamás me habrían llamado la atención. Era como si cada relato extraído de ese "mundo digital" estuviera cargado de una magia extraña y moderna, una magia a la que aún no me acostumbraba. Miraba de reojo a Fina mientras ella manejaba lo que me dijo que era un ordenador portátil. Me llenaba de curiosidad verla deslizar los dedos con tanta soltura sobre esa máquina; apenas el día anterior la había visto trabajar con ella por primera vez, y todavía me parecía algo sacado de un sueño disparatado.
Para mí, aquel aparato no era más que una máquina de escribir a la que le habían acoplado una pantalla, pero para Fina era una herramienta indispensable, algo que formaba parte de la vida cotidiana en el siglo XXI. A través de esa pantalla, podía hacer casi cualquier cosa. Podía buscar información de forma instantánea, ver películas en un simple clic, trabajar, escuchar música sin necesidad de tocadiscos, comprar o vender cosas, e incluso revisar sus cuentas bancarias. Cuando me mostró un mapa detallado de cualquier rincón del planeta, desde ciudades que nunca había escuchado hasta pueblos que apenas podían encontrarse en un atlas, sentí que estaba soñando. Era como si la pantalla se convirtiera en una ventana desde la cual volábamos sobre el mundo.
Mientras ella explicaba todas las posibilidades, no podía evitar mostrar mi asombro, aunque me esforzaba por disimularlo para no parecer del todo ignorante. Aun viendo todo aquello ante mis propios ojos, había algo en mí que no lograba aceptarlo por completo. ¿De verdad era posible que un solo aparato pudiera hacer tantas cosas a la vez? Cuando me contó que incluso podía conectarse con personas en otros continentes y conversar como si estuvieran frente a frente, tuve que detenerla un momento. La idea de que algo así fuera real me abrumaba; en mi tiempo, las cartas tardaban semanas, incluso meses en cruzar el océano.
Intenté comprender, o al menos aparentar que comprendía, lo que Fina me mostraba. Pero en el fondo, cada vez que decía "esto es normal para nosotros" o "es parte de nuestra vida diaria", sentía una mezcla de incredulidad y nostalgia. No solo me costaba asimilar la idea de que aquellas conexiones invisibles pudieran atravesar montañas, mares, y continentes en cuestión de segundos, sino que en algún lugar de mi mente pensaba en la última carta que había enviado a Jaime en mi Toledo de 1958. Qué diferencia con esto que ahora veía.
Cuando Fina me explicó que este "internet" también albergaba secretos y leyendas de épocas pasadas, fue como si de repente se abriera un pequeño resquicio de familiaridad en medio de toda aquella extrañeza. "A veces la gente comparte historias antiguas aquí, relatos de otros tiempos", me dijo, y me mostró una página dedicada a mitos antiguos. Al menos eso, pensé, no había cambiado; los relatos de antaño, por más extraño que me pareciera, todavía vivían en este mundo tan distinto al mío.
Así, aunque me sintiera aún perdida y fuera de lugar, encontré cierto consuelo en esas historias que resonaban con ecos de mi propio tiempo. Era como si, entre todas esas maravillas modernas, todavía pudiera hallar retazos del mundo que había dejado atrás.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...