19 AMANTES
Marta de la Reina.
El primer rayo de sol de aquella mañana me sacó del sueño, suave pero implacable, como si quisiera recordarme dónde estaba y a qué nueva incertidumbre me enfrentaba. El viernes 12 de julio llegó con una ligereza que casi parecía burlarse del caos que había sido el día anterior, y mi cuerpo, para mi sorpresa, se sentía liviano, sin el peso del malestar que había cargado. Pero tan pronto me incorporé en la cama, una ausencia me golpeó: el calor de Fina, su cuerpo pegado al mío en ese abrazo protector en el que me había dejado caer. Hoy, precisamente hoy, después de la noche en la que mejor había dormido desde que llegué, despertaba sola.
Despertarme sin ella allí, con la cama fría en el lado donde había estado, me dejó una sensación de vacío que me dolió reconocer. Porque la noche anterior no había sido cualquier noche. Yo lo sabía, lo sentía en cada fibra, en cada susurro de mi piel, en el eco de nuestras respiraciones entrelazadas después de ese beso. Un beso que ahora regresaba a mi mente como una oleada tibia, me había desarmado de una forma que nunca antes había sentido. Me entregué, no solo a sus labios, sino a todo lo que ella representaba para mí en este mundo extraño.
Ese beso, tan simple y tan complejo, me había enfrentado a una verdad que llevaba días sin querer aceptar del todo, y había saciado una necesidad que llevaba años encubierta en mi: no era solo agradecimiento, no era solo el alivio de encontrar a alguien que me protegiera y creyera en mí en medio de la confusión. Había en Fina algo que me hacía sentir en casa, de una manera que jamás había imaginado que sentiría. Su cercanía, la ternura de su abrazo, habían llenado un vacío en mí, uno que, ahora que lo había conocido, temía perder.
¿Qué habría significado para ella? ¿Sería para Fina el mismo terremoto que para mí, o era un beso que podía seguir bajo el manto de lo efímero? Me asaltaba la duda de si, en mi vulnerabilidad, me había expuesto demasiado, si tal vez ahora ella lo miraría como algo pasajero, como un desliz impulsado por la situación tan peculiar en la que nos encontrábamos. La idea me provocaba un desasosiego que hacía tambalear mi determinación, como si el simple hecho de recordarlo me desnudara, más de lo que la cercanía física jamás podría.
Necesitaba verla. Me convencí de que, con solo mirarla a los ojos, podría saber si entre nosotras había cambiado algo. Porque si bien el beso había sido un salto al vacío, también había sido un refugio; una prueba de que, a pesar de todo, seguíamos compartiendo esa complicidad silenciosa que me llenaba de tranquilidad.
Mientras terminaba de desperezarme, me di cuenta de que, por primera vez, no quería escuchar a la razón. Porque esa razón, fría y calculadora, me pedía que asumiera el beso como un error, que guardara mis sentimientos y me distanciara de lo que ahora me parecía tan frágil. Pero no. Esta vez no iba a escucharla, convenciéndome a mí misma de que no pasaba nada.
Algunos ruidos desde el otro lado de la puerta llamaron mi atención. Intuí que Carmen y Fina ya estaban listas, moviéndose por la cocina y el comedor, seguramente preparando el desayuno. Supe que había llegado el momento de enfrentarme el día, aunque fuera solo para ver a Fina y confirmar, al fin, si ese beso no había cambiado nada entre nosotras... o si, en cambio, todo era distinto ahora.
Inspiré profundamente y salí de la habitación. Apenas crucé al salón, sentí algo en el aire, algo raro que parecía flotar entre nosotras. Carmen, que estaba sentada frente a la mesa con el ordenador, levantó su mirada hacia mí, como si estuviese viendo una aparición fantasmal, que me llevó a sospechar que algo había pasado, o trataba de ocultar.
—¿Qué hora es? —pregunté apenas, sin querer sonar demasiado alarmada por haber dormido tanto.
—Casi las nueve —respondió Carmen, recuperando algo de naturalidad—. Buenos días, señora.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...