40 AL LIMITE
Fina Valero.
Desperté con esa sensación extraña de desorientación, como si el sueño aún no me hubiera soltado por completo. Estiré una mano hacia el lado opuesto de la cama, buscándola instintivamente, pero solo encontré el hueco vacío y frío que Marta había dejado. Abrí los ojos despacio, parpadeando para acostumbrarme a la luz tenue que se colaba por la ventana. Y entonces lo supe: había hecho lo que solía hacer prácticamente todos los días que estuvo conmigo en 2024. Desaparecer antes de que yo despertara.
Mi primera reacción fue una mezcla de inquietud y malestar, un reflejo de lo que solía sentir cada vez que me daba cuenta de que se había ido sin avisar. Y aunque pensé que ya no volvería a vivir algo así, ahí estaba, enfrentándome a la misma ausencia.
Sin embargo, algo fue diferente esta vez. Mi atención se desvió hacia la mesilla, donde encontré una pequeña nota doblada cuidadosamente. Al verla, un atisbo de curiosidad venció al malestar inicial. La tomé entre mis dedos, y al abrirla, mis labios se curvaron en una sonrisa que no pude reprimir, a pesar de la preocupación que todavía me acompañaba desde la noche anterior.
"Buenos días, dormilona," decía, con ese tono suyo que siempre lograba derretirme. Era casi como si pudiera escuchar su voz mientras leía. "Espérame aquí."
Solté un suspiro, negando con la cabeza mientras me recostaba de nuevo en la almohada. La nota tenía un efecto tranquilizador que nunca habría esperado. Tal vez era el hecho de que, a pesar de su costumbre de irse, esta vez había dejado algo para mí. Una señal de que ya, incluso, conocía mis fobias. Y, por primera vez, no sentí esa punzada de ansiedad que solía acompañar a sus ausencias en mi tiempo.
Era tan Marta. Incluso en una nota, lograba combinar el cariño con ese toque de autoridad suya que siempre me hacía sentir segura, incluso cuando me desesperaba. Y lo peor —o lo mejor, según cómo se mire— es que tenía razón. Yo habría sido capaz de salir a buscarla, de ignorar cualquier instrucción solo por la impaciencia de no saber dónde estaba ni qué estaba haciendo. Pero ese pequeño gesto suyo, esa nota que me esperaba junto a la cama, logró que ese impulso se convirtiera en una simple anécdota.
Decidí quedarme un poco más en la cama. No era algo que hiciera a menudo, pero esa nota me había regalado una sensación de calma inusual. Apenas eran las 8:30 de la mañana, y aunque lo lógico habría sido levantarme, ducharme y empezar con mi rutina, sentí que podía permitirme el lujo de disfrutar unos minutos más de la tibieza de las sábanas y de la tranquilidad que me rodeaba.
Miré la nota de nuevo, como si las palabras pudieran cambiar mágicamente. Pero seguía ahí, con su tono amable y firme, ese "dormilona" que resonaba como una caricia en mi mente. Me estiré en la cama, dejando que mi cuerpo se desperezara mientras observaba cómo la luz del día comenzaba a llenar la habitación.
El reloj marcaba las 09:15 de la mañana cuando, finalmente, decidí que ya era hora de levantarme. Iba a deslizarme fuera de la cama cuando escuché pasos apresurados en el pasillo, seguidos de un golpe seco en la puerta. Antes de que pudiera responder, la puerta se abrió de golpe, y allí estaba Marta. Pero no era la Marta tranquila y sonriente que esperaba. Esta vez, su rostro estaba marcado por una mezcla de urgencia y preocupación que me heló la sangre.
—Fina —dijo rápidamente, cerrando la puerta detrás de ella como si quisiera asegurarse de que nadie pudiera escuchar lo que estaba a punto de decirme—. Tengo un problema.
Me quedé inmóvil, aún sentada en la cama, mientras trataba de asimilar sus palabras. La calma que había sentido hace apenas unos minutos desapareció como si nunca hubiera existido, sustituida de nuevo por la tensión.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...