16 RUINAS
Marta de la Reina.
Quería prestarle atención. Quería escucharla y seguir el hilo de su conversación, pero me fue imposible. Creo que nunca en mi vida tuve que enfrentarme a tal vaivén de sentimientos y emociones encontradas, como lo hice aquella noche.
Era un ir y venir de aceptaciones y negaciones, de felicidad y miedo, de llanto y sonrisas que no iba a tardar en pasarme factura.
Esa noche, después de dejarme llevar por la emoción, de permitir que un alud de sentimientos llenase mi pecho al contemplar las estrellas allí, en la playa junto a Fina, resultó ser la noche más reveladora de lo que jamás hubiese imaginado, y no tanto por las palabras que intercambiamos, sino por la avalancha de emociones que me asaltaron, inesperadas y casi inquietantes. Nos sentamos en la arena, ambas en silencio mientras mirábamos el ir y venir de las olas bajo el cielo estrellado. De vez en cuando, Fina intentaba iniciar alguna conversación ligera, hablando sobre cosas triviales o el día que habíamos tenido. Pero, por mucho que quisiera responder, apenas retuve sus palabras. Mis pensamientos eran como un murmullo ensordecedor, haciéndome sentir distante y ausente.
"¿Te has fijado en cómo...?" me dijo, pero su voz se apagó en mi mente mientras me perdía en el bullicio de mis pensamientos. Apenas la escuché, porque en mi interior había comenzado a desatarse una tormenta que yo no esperaba. No en aquel instante.
Era el silencio, el cielo tan vasto, la quietud de la madrugada... Parecía que todo a nuestro alrededor me empujaba a ver con claridad lo que hasta entonces había pasado por alto. Me estaba dando cuenta, con una especie de aprehensión, de que había empezando a ver a Fina de una forma como nunca antes había mirado a nadie, mucho menos en tan extrañas circunstancias. Cada vez que sus ojos buscaban los míos, algo en mi interior se removía, y aunque en esos primeros instantes solo sentía plenitud, con el pasar de las horas la inquietud y el desconcierto también llegaron a mi pecho para avasallarme. Y con todo ello, las dudas.
No sabía si era gratitud, o una mezcla extraña de apego y admiración. No podía negarlo, ella tenía una manera de hacerme sentir segura y tranquila, algo que se me hacía casi milagroso en un lugar y un tiempo que apenas comprendía. E intenté convencerme de que solo era eso, que quizás me estaba confundiendo. Pero lo cierto es que su cercanía me afectaba de una forma que no podía ignorar. Y no solo en lo afectivo, sino también en lo físico. Una mirada, un roce, un pequeño gesto por su parte, y el revuelo en mi estómago se hacía más evidente. Y, lo peor, era consciente de que cuanto mas tiempo pasara así, con esa lucha interna junto a ella, más rápido se daría cuenta.
Fina quizá no podía descubrir qué había provocado mi viaje en el tiempo, pero tenía una habilidad impresionante para captar hasta el más mínimo cambio en las personas. Y, aunque esa percepción suya a veces la llevara a interpretaciones equivocadas, lo último que deseaba en ese momento era que notara lo que me estaba sucediendo. No quería verme obligada a darle explicaciones, justificarme o, en el peor de los casos, y el más probable, mentirle.
Por eso, en esa noche, sin querer mostrar mi incomodidad, le propuse regresar al piso. Me excusé diciendo que me daba cierto miedo ver el cielo lleno de cosas que apenas comprendía, especialmente después de observar cómo varios satélites cruzaban el firmamento ante nuestros ojos. Y no era del todo mentira. Me inquietaba verlos moverse en trayectorias tan precisas, y aunque ella intentó tranquilizarme explicando que eran solo pequeñas naves no tripuladas que ayudaban a conectar el mundo, la sensación de desconcierto seguía ahí. Fina aceptó mi petición sin hacer preguntas, captando quizá más de lo que yo misma era capaz de expresar.
El regreso al piso fue en silencio, envueltas en el suave murmullo de nuestras pisadas en la arena y el vaivén de las olas que dejábamos atrás. Fina caminaba a mi lado, sin cuestionar mi repentina necesidad de volver, simplemente aceptando mi incomodidad como algo natural. Parecía intuir mi estado, mostrándome de nuevo esa comprensión y calidez que siempre le había caracterizado. Al llegar al piso, ella fue la primera en dirigirse a la habitación, dándome ese espacio sin una sola pregunta, solo un leve "buenas noches" que me hizo sentir el apoyo incondicional que necesitaba en ese momento.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...