53 VÁZQUEZ DE LA REINA.
Marta de la Reina.
No, definitivamente, mi cuerpo seguía perteneciendo a la señora que quise dejar atrás en 1958. Mi cuerpo y mi condición física, de hecho. Tampoco nadie me dijo que viajar a través del tiempo para plantarme en 2024, me iba a llevar a pasar una mañana de domingo arrancando matorrales y malas yerbas del pequeño huerto que mi madre tuvo casi 80 años atrás, a pleno sol.
Una situación bastante pintoresca, casi como en lo que se había convertido mi vida. Pero allí estaba. Un día más. Un domingo más. Un 15 de septiembre, con el calor abrasador en Toledo que parecía desafiar cualquier intento de actividad física, regalándonos el verano mas largo de nuestras vidas.
Se había convertido en nuestra rutina desde hacía un par de fines de semana. El día que supuestamente Fina debía descansar, lo pasábamos allí. Lo dedicábamos a trabajar en la casa de Los Olmos. A limpiar el jardín, podar los árboles, limpiar las estancias, colocar algunos muebles... intentar devolverle algo de vida a un lugar que había estado en pausa durante décadas.
Sin prisas, pero sin pausa. Porque ni Fina ni yo teníamos prisa alguna porque la casa estuviera en perfectas condiciones para ser habitada cuanto antes. Lo hacíamos mas por distracción, que por necesidad. Porque en mi mente hubiese algo que lograse distraerme de los continuos pensamientos que me mantenían en un bucle casi sin final. A modo de terapia, podría decirse.
Mis días de adaptación a este nuevo mundo que yo misma habia elegido, no estaban siendo fáciles, ni placenteros. Todo lo contrario. Yo lo intentaba, trataba de no pensar, de simplemente aceptar que la decisión que tomé era la correcta. Pero la nostalgia seguía martirizándome a diario, y las pesadillas durante la noche se convertían en pequeños ataques de ansiedad que estaban mermándome poco a poco. Y, por desgracia, no solo a mí. Mi apatía y estado anímico estaba arrastrándolas también a ellas. A Carmen, por tener que lidiar con todo al permitirme vivir en el apartamento, y, a Fina, pues lógicamente, por estar a mi lado en todo momento.
A ella la veía sacar una paciencia casi infinita. Porque del mismo modo que yo tenía pesadillas, ella se despertaba para calmarme. Si me venían las crisis de ansiedad, ella sabía como contenerme. Si me agobiaba por no saber usar algo en concreto, ella me lo enseñaba una, dos, tres, y hasta mil veces más, siempre con dulzura, siempre con cuidado. Se había convertido de verdad en un ángel de la guarda que lo daba todo, y nada recibía. Porque, muy a mi pesar, en mi estado, todo lo que le podía entregar era la promesa de intentar mejorar. De volver a ser una mujer entera, capaz, pero, sobre todo, de acompañarla en la forma en la que ella, no solo merecía, sino deseaba. Y a todo ello, le sumábamos el hecho de mi situación legal. Un cúmulo de problemas, o mejor dicho, efectos secundarios, que nadie se dignó a poner en el dichoso libro del profesor Ulloa cuando viajabas a través del tiempo.
Pero ese día, ese 15 de septiembre, empecé a intuir que Fina estaba ya a punto de rendirse, o se le había acabado la paciencia. No lo sé. Pero era evidente que no estaba bien, que no era la misma. Llevaba ya notándoselo un par de días atrás. Quise asociarlo al hecho de haber tenido que volver al hospital a trabajar, y el estrés que de nuevo volvía a acusarla por las condiciones laborales, y por la situación que yo le habia provocado al estar en su casa.
No le resultaba fácil salir cada mañana dejándome allí, sola, aunque Carmen estuviese la mayor parte del día también en el piso. Y aunque ella no me lo decía, yo lo sabía. Sabía que pasaba mas tiempo de su trabajo pensando en si yo estaba bien, si necesitaba algo, o, incluso, si no habia vuelto a marcharme, como lo hice la vez que viajamos las dos a través del vórtice. Ese día le creé un trauma que no estoy segura de saber curarle.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...