23 MI QUERIDA FINA
Marta de la Reina.
La madrugada se había instalado mansamente en la habitación, y el silencio tenía una profundidad que parecía envolvernos, abrigándonos en una intimidad recién descubierta. Fina dormía en mis brazos, respirando con una calma que me llenaba de paz. Su cuerpo desnudo se ajustaba al mío de una manera tan natural, tan plena, que me hacía sentir como si todos los caminos que había recorrido desde aquel momento en el hospital, aquel día que desperté en este tiempo, hubieran sido solo para llegar ahí, a ese instante con ella.
La observé en la penumbra, con la luz tenue que se colaba a través de la ventana acariciando su rostro relajado. Cada curva, cada línea de su cuerpo que había llegado a conocer en esas horas, era un recordatorio de la pasión, la ternura y la entrega con las que me había envuelto. Jamás hubiera imaginado que alguien podría guiarme con tanto esmero, con esa dedicación suave y segura. Fina había hecho de cada instante una celebración, cuidándome como quien sostiene algo preciado y frágil, con la sabiduría de quien sabe que cada gesto puede dejar huella.
Pensé en todo lo que había sucedido desde el día en que abrí los ojos en aquella cama de hospital, sin saber en qué mundo había aterrizado. Recordé la confusión, el miedo, las dudas. Y ahí había estado Fina, cada día, mostrándome una realidad completamente nueva y, sin embargo, dándome la libertad de descubrirla a mi manera. Con ella, cada paso se había sentido seguro, cada pregunta encontraba su respuesta, y poco a poco, sin darme cuenta, había ido dejando atrás las sombras de una vida que me había preparado para todo, menos para algo tan libre y auténtico como lo que sentía por ella.
Era como si en su presencia se desatara una parte de mí que había estado dormida durante años. Esa Marta que sonreía más, que se atrevía a explorar, que encontraba una chispa de vida en los detalles que antes me habían pasado desapercibidos. Y en esa oscuridad, sentí que Fina no solo había iluminado esa noche; había traído luz a cada rincón de mi ser.
Me permití contemplar cada parte de su cuerpo sin reservas, sintiendo una paz y un cariño tan puros que no quedaba lugar para el rubor ni para las dudas. Me deleité en su figura, en la suave curva de su espalda, en los mechones de cabello que caían despreocupadamente sobre su cuello. Era una visión que quería guardar para siempre, que deseaba atesorar en lo más profundo de mi memoria, como una certeza de que había encontrado un hogar en ella.
Su respiración se hizo más lenta, y en su calma fui cayendo yo también, sintiéndome más liviana y segura. Me embargaba una gratitud inmensa por cada instante compartido, por cada caricia, por la ternura y la pasión que ella había dejado al descubierto. Y mientras el sueño iba envolviéndome, me di cuenta de que lo que había encontrado en Fina no era solo amor, sino una parte de mí misma que solo ella había sido capaz de revelar.
Con la luz del nuevo día colándose ya por el balcón, lo primero que vi fueron sus ojos. Su mirada estaba fija en mí, con una expresión tranquila y tierna, como si quisiera grabarse cada detalle de mi rostro. Sin poder evitarlo, sonreí al verla tan cerca, tan a mi lado, y mi corazón latió con fuerza, como si aún estuviera asimilando la realidad de ese momento.
Fina levantó una mano y comenzó a acariciar mi pelo suavemente, dejando que sus dedos se enredaran en algunos mechones sueltos. Su sonrisa era cálida y serena, y esa caricia en mi cabello me hizo sentir tan cuidada que apenas podía encontrar las palabras para responderle. Quise darle los buenos días, pero apenas me salió la voz, y en lugar de eso, dejé que una sonrisa tímida y emocionada hablara por mí.
—Buenos días... —murmuré finalmente, en un susurro que apenas rompió el silencio.
Ella sonrió aún más al escucharme, y sus dedos se deslizaron desde mi pelo hasta mi mejilla, donde trazaron un camino lento y cálido. Nos miramos así, sin prisas, sin necesidad de decir nada más, solo existiendo en esa intimidad compartida, mientras la luz de la mañana llenaba la habitación y yo sentía que no había otro lugar en el mundo donde quisiera estar.
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CRU2SH
Science FictionMarta, una mujer de 1958, y Fina, una chica de 2024, se encuentran inesperadamente en el presente debido a un inexplicable viaje en el tiempo. A pesar de venir de épocas tan diferentes, sus caminos se cruzan en un mundo contemporáneo que les resulta...