Capítulo | 3

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SARA

-Mamá, Papá, los amo. Gracias por mi regalo. -Dije emocionada por mi nuevo celular.

-De nada hija, nosotros también te amamos. -Dijo mi madre.

Papó se acercó a mamá y lo veo decirle algo en la oreja, algo que no logro escuchar.

-Ven Sara, ve a jugar con Doris.

-Mamá, ¿no crees que estoy un poco grandecita para jugar?-La miré y la ví sonreír.

-Te amo. -Eso ya lo sabía.

-Eso ya lo sé, mamá, yo también les amo. -Sonreí contagiándola a ella.

-Solo ve con Doris, ¿Si?-Miró a Doris. -Ya sabes qué hacer.

20 Minutos después

-Doris, ¿qué tienes?-Dije al verla llorar.

-Nada, mi niña. Ven, vamos con William.

- ¿Y mamá?-Le pregunté. Habían pasado veinte minutos y necesito ir con ella.

No dijo nada, sólo siguió caminando; tengo el presentimiento de que algo malo sucede.

Me levanté con el corazón apresurado y con la frente sudada.

-Es solo otra pesadilla. -Susurré para mí mientras trataba de controlar los latidos de mi corazón.

Miré el reloj despertador, 4:00 am. Me levanto de la cama y camino hasta la cocina a por un poco de agua. Me apoyé en el mármol de la cocina.

Ellos habían muerto y sobre todo, el día de mi cumpleaños

-Mamá, cuanto desearía que estuvieras aquí... te extraño. -Susurré y empecé a llorar en silencio.

8:30 A.M Del Sábado

Siento como en el lado de mi cama están dando saltos, volteo el rostro para ver al causante de que yo no pueda dormir, Vanessa. Ayer cuando se fue de la oficina, quedamos en que hoy haríamos un día de chicas.

-Pareces una niña, ¿sabes?-Dije frotándome los ojos y sentándome en la cama.

-Sí claro, habla la mujer con un pijama de Bob Esponja. -Se burló de mí.

-Sí, sí, como sea. -Me entré en el baño para hacer las necesidades que el cuerpo me pedía, al terminar me miré al espejo, tenía los ojos rojos de tanto llorar anoche.

Me bañé y me vestí con una jersey azul con una corona en el medio y mis Vans negras.

- ¿Vamos?-Preguntó, yo simplemente asentí.

La seguí sin protestar, ya que al igual que ella, tenía mucha hambre. Nos sentamos en la mesa del comedor y Doris puso unos deliciosos Hockeys con mermelada de chocolate y jugo de naranja.

-Gracias, Doris. -Dijimos al unísono.

- ¿Que tal tu nuevo jefe?- Dijo Vanessa. No sé, por alguna razón comencé a ahogarme con los hockeys. - ¿Terminaste?-Preguntó mientras mi cara me empezaba a arder, avisándome que debía estar roja como un tomate.

- ¿Cómo lo sabes?-Pregunté calmando mi toz.

-Smith me llamó y me dijo que se retira de la empresa, pero no de los otros negocios. -Dijo ella mientras entraba un pedazo de hockeys en su boca.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora