Capítulo | 67

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SARA

Me separe de él, empezaba a sentir cosas en mi estómago y principalmente en mi pecho. Su mano acaricio mi mejilla y yo me aparté de su toque para luego irme de la habitación limpiando el resto de las lágrimas. Suspiré antes de entrar a la habitación viendo como mi niña dormía plácidamente.

Me acerqué a ella y me quité los tacones para acostarme con ella, la abracé y la acerqué a mi pecho, se removió inquieta en mis brazos.

—Mami. —Dijo abriendo sus ojitos.

—Tranquila cariño, estoy aquí. —Besé su frente para luego verla cerrar su ojos nuevamente. —Estoy aquí. —Volví a susurrar para luego cerrar mis ojos y tratar de dormir.

LUCAS

Volvió a dejarme solo en la habitación.

Pasé mis dedos por mis labios recordando los besos anteriores y sonreí, sería la única mujer que tendría a Lucas Smith comiendo de su palma con tan solo pedirlo.

Salí de la habitación y entré donde se estaba quedando mi hija para verla a ambas dormir en la camilla. Me acerqué y acaricié sus mejillas para luego irme a sentar en el mueble. Tomé el Mac que había dejado debajo del mueble y la abrí para ponerme a trabajar.

Saqué los auriculares de mi bolsillo y los coloqué en el Mac para escuchar música mientras trabajaba, se me hacía más cómodo con todo esto.

Tendría que cambiar de ciudad porque estoy más que seguro que ella no se querrá ir conmigo, así que tendré que mudarme si quiero estar al lado de Samantha.

—Dime que me amas. —Le dijo Sara a mi hija, yo seguía haciendo mi trabajo en el Mac.

—Te amo. —La escuché decir. — ¿Y tú y papi se aman?—Mi espalda se tensó ligeramente, pero no lo di a demostrar.

—Claro que sí. —Dijo Sara. —Tu papa y yo somos amigos.

Un día le crecerá la nariz como pinocho.

— ¿Papi va a venir a vivir con nosotras?

—Estás muy preguntona Sam. —Le dijo antes de hacerla reír por lo que supuse que le estaba haciendo cosquillas.

Cerré el Mac y miré como Sara apretaba a mi hija más a su cuerpo, teniendo miedo de que se le pueda escapar.

La puerta se abrió dejando el doctor pasar junto al esposo de Sara.

—Haces lo que quieres ¿Verdad?—Dijo el esposo de Sara.

Éste sujeto no me cae bien.

— ¿Pos para qué te digo que no si sí?—Le sonrió y sentí el coraje por mis venas.

—Vamos a ver como está ésta paciente. —Dijo el otro hombre que hasta ahora había hablado.

Chequeó a mi hija y me puse a su lado, no vaya a hacer y le dé algo que la envenene, uno ni nunca sabe cuando un médico puede venderse, el dinero hace magia y yo eh sido testigo de ese.

—Bueno, ya se pueden ir, pasen a recepción a firmar el alta. —Dijo antes de salir de la habitación.

—Yo voy a ir, si no te importa. —Dije besando la frente de mi hija.

—Claro. —Dijo para luego mirar a su esposo.

Salí de ahí sintiendo el coraje correr por mis venas ¿La razón? No tengo la puta idea.

Llegué a recepción donde firmé el alta, por suerte todo fue fácil, volví a subir y ya no se encontraba el sujeto ese, Sara estaba cambiando a Samantha.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora