Capítulo | 57

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LUCAS

— ¿Qué significa ese tatuaje en tu pecho?—Preguntó poniendo una de sus uñas encima de mi pecho donde estaba el nuevo tatuaje que me había hecho.

Ya ni me acordaba del nombre de la chica, ¿Estephany?... ¿Amanda?... Umm.

— ¿Me vas a decir?—Su voz volvió a sacarme de los pensamientos de los intentos fallidos de saber su nombre.

El tatuaje era un arma y una bala dibujada, ¿por qué?

Simplemente me recordaba lo que me había hecho daño. Se relacionaba perfectamente con ella, con lo que ella era; yo era el simple corazón, ella el arma lanzando un disparo letal a mí, destruyéndome por completo.

—Estaba borracho cuando me lo hice. —Mentí, bueno, no tanto. En realidad estaba borracho. Ella se levantó de la cama. —Debes irte. —Su mirada paso de ser seductora a una mirada incrédula.

— ¿Me estás echando?

Ésta es mi parte favorita.

—Sí, eso es lo que hago. —Su cara se vuelve de un color rojo intenso y temí de que le estuviera dando algún ataque al corazón.

—Eres un maldito gilipollas. —Sonrió descaradamente.

—Lo sé. —Ella levantó toda su ropa para luego entrar al baño dando un portazo.

En esto se había convertido mi vida, en esta mierda: chicas, sexo y alcohol, desde que ella me dejó me eh vuelto un marica llorón. Sí, esa son las palabras.

Quise ir a pedirle perdón por todo lo que había dicho, por no haber confiado en ella cuando me dijo la verdad porque resultó ser que América se había involucrado con narcotraficantes para buscar venganza contra Sara y también contra mí, pero simplemente tenía miedo a que me rechazara o me matara con una bala en la cabeza, nunca se sabe cuál iba ser su reacción.

La chica de la cual no me acuerdo su nombre salió hecha una furia del baño, me dio una mirada de rabia y salió de la habitación, a los segundos escuché el portazo de la puerta principal de la casa.

—Señor. —Alcé mi vista para ver a José parado enfrente de la puerta. —Se le hace tarde, quedan veinte minutos para irnos. —Asiento y él sale de mi cuarto.

Me levanté de la cama sintiendo todo mi cuerpo todo perezoso.

No solamente consumía alcohol, también estaba consumiendo otras que otras sustancias, entre ellas, el Crack. No la consumía muy seguido, pero sí lo hacía cuando tenía que salir de toda la opresión que se me venía encima por momentos.

Entré al baño y me miré en el espejo. Hacía varios meses atrás había tenido una maldita sobre dosis, me había excedido de Alcohol y un poco de Crack. Nicole, mi prima, me había encontrado, si estoy vivo hoy es gracias a ella. Cuantos millones costaron para callar a la prensa.

Entré a la bañera y me duché para luego salir y vestirme con un traje de color azul oscuro. Bajé las escaleras del nuevo departamento, que más que eso es un Penhouse, entré a la cocina para encontrarme a Nicole mirando fijamente su anillo de matrimonio.

—Buenos días.

Pasé por su lado y caminé hasta el refrigerador.

Éste último año, Kaidan y ella han tenido muchos problemas, tanto que eh pensado que la relación se irá más allá del infierno, pero lamentablemente todo eso no es lo único, a veces creo que me volveré loco escuchando a cada uno hablarme de sus malditos problemas.

—Buenos días. —Dijo con su voz algo apagada.

Me giré a mirarla y tenía las ojeras más grandes, los ojos estaban hinchados delatándose, diciéndome lo que ella había estado haciendo anoche, llorar.

— ¿Cómo amaneciste?—Le pregunté mientras tomaba asiento en la silla.

—A noche llamó. —Apoyó su cara en su mano.

— ¿Cuándo le dirás?

—No pienso hacerlo si todo sigue así.

—Él tiene derecho a saberlo. —Dije apretando la botella de agua.

— ¡Tú ni nadie decidirán eso!—Gritó explotando y largándose de la cocina.

Fantástico, otra en mi contra.

Me levanté y salí de la cocina siguiéndola, había sido un insensible. Toqué varias veces la puerta de su habitación, pero no recibí ningún sonido ni ninguna contestación. Volví a tocar para volver a recibir silencio.

Volví a abajar y tomé una de las llaves de repuesto que tenían cada una de las puertas de éste departamento, volví a subir y entablé la llave en el picaporte, giré la puerta...

— ¡Nicole!

— ¿Quieres calmarte?

—No entiendes, si se muere me muero también, ¿entiendes?— Agarró mi rostro entre sus manos para luego soltarlo y seguir dando vueltas.

—El doctor dijo que ella estaba bien.

El doctor había dado los resultados de cómo estaba Nicole. Luego de haberla encontrado en su habitación desmayada por completo la había traído aquí, el doctor nos había explicado que había sido por el estrés, lo cual no le hacía nada bueno al bebé.

—No entiendo por qué no me lo dijo, las cosas estuvieran mejor.

—Ella no quería hacerlo mientras las cosas siguieran igual.

—Ahora entiendo todo.

El doctor apareció en mi vista y venía algo agitado, me imagino que sería por el ajetreo.

—Pueden pasar a verla, pero uno por uno. —Asentí y me levanté.

—Iré yo para que luego vayas tú. —Él asintió dándome el visto bueno para ir a ver a su esposa.

Entré en la puerta que me había indicado el doctor, Nicole estaba recostada en una camilla, tenía puesta la típica bata de enferma.

—Ya lo sabe. —Le dije ante su mirada interrogante.

— ¡¿Por qué me trajiste?!—Preguntó empezando a alterarse.

— ¿Qué querías? ¿Que te dejara morir? Ese bebé no tiene la culpa de que seas una estúpida. —Le dije ya fuera de mis casillas.

En estas últimas semanas no nos estábamos llevando bien y muy poca veces teníamos una conversación normal.

— ¡No quería que él se enterara!

— ¿Se te olvida que es tu esposo? Tiene derecho a saber que estabas aquí.

—No lo será por mucho tiempo.

— ¡Deja de decir estupideces!, después de todo lo que pasaron para que hagas esto, no se lo merece.

— ¡No entiendes, me siento sucia!—Empezó a llorar como lo hacía cada vez que teníamos esta discusión.

—Olvida eso, olvídalo ya, no merece que arruines tu vida. —Le hablé con un tono de voz más despacio.

—Solo vete. —Dijo.

—Solo piénsalo, no mereces que arruines tu vida.

— ¿Así como lo haces tú? ¿Ingiriendo esa basura?

—Lo mío es muy diferente. —Gruñí entre dientes. —No vengas a meter eso.

—Solo. Vete. —Volvió a decir y así hice, salí de ahí, no sería mi culpa que ella no entendiera nada.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora