Capítulo | 45

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SARA

Una semana, una estúpida semana duramos en Alemania, esperando a que Mr. Luis se recuperara, pero valió la pena al ver feliz a mi mejor amiga cuando vio a su novio llegar sano y salvo a su casa.

Terminé de colocarme mis Converse, tomé las llaves del Jeep y salí de la casa. Al llegar a la cochera, monté rápidamente el auto y conduje fuera de mi casa seguida de la camioneta negra de los muchachos.

Lucas Smith se iba a arrepentir de haberme colgado el teléfono y no haberme contestado las llamadas, éste juego claramente es de dos y no es por presumir, pero soy una excelente jugadora.

Aparqué el auto enfrente del edificio y entré a éste luego de haber saludado al portero. Toqué el botón del ascensor y éste no tardó en llegar. Cuando las puertas se abrieron, una señora mayor salió de este, entré en él y marqué el número del piso de Lucas.

Salí del ascensor y me paré enfrente de la puerta, dí unos cuantos toquecitos para luego escuchar pasos.

— ¿Quién es?—Gritó el muy imbécil.

—La florería. —Dije con voz grave. La puerta se abrió lentamente.

—Yo no eh pedid...—Cerró la boca al ver mi expresión.

Pasé adentro del apartamento empujándolo, escuché cerrar la puerta detrás de mí y esperé a que se colocara delante de mí.

— ¿Qué ha...—Le pegué una bofetada para luego tomar su rostro en mis manos y besarlo mientras con mi mano acariciaba la zona donde lo había golpeado.

Bueno, sí estaba enojada con él, pero nadie me quitaría el derecho de poder probar esos labios cuantas veces quisiera.

—Eso es ser una mujer.... —Escuché esa voz que tanto conocía.

LUCAS

— ¿Qué ha...—Me pegó una fuerte bofetada para luego tomar mi rostro en sus manos y besarme mientras con una de sus manos acariciaba la zona donde me había golpeado. No me negué a responderle el beso, así que sin mucha pereza le seguí.

—Eso es ser una mujer... —Escuché la voz de mi prima.

Me quejé cuando Sara mordió fuerte mi labio inferior y se separó de mí, volteó su cabeza hacia donde estaba mi prima y le sonrió para volver a fijar su vista en mí.

—Tú y yo tenemos una conversación pendiente. —Dijo entre dientes para luego sonreír y caminar hacia donde estaba mi prima.

El teléfono de mi prima sonó interrumpiendo su animada charla que llegaron a entablar en dos minutos.

Mujeres... —Pensé.

—Sí, ¿bueno?....Me despido y bajo...—Colgó el teléfono y lo dejó detrás de su espalada. —Me tengo que ir. —Se despidió con un beso en la mejilla de Sara y un abrazo, se acercó a mí y me abrazo. —Suerte. Por esa cachetada sé que se avecinan muchos problemas. —Murmuró en mi oído antes de separarse. —Hasta luego. —Dijo antes de salir por la puerta.

— ¿Gracias?—Dije para mí mismo.

El departamento se quedó en silencio y me volteé a ver a Sara la cual está sentada en el sillón con la cabeza hacia atrás. Carraspeé y ella alzó la cabeza y me miró con sus hermosos ojos grises.

— ¿Se puede saber por qué me golpeaste?—Le pregunté incrédulo por el golpe.

—Colgaste la llamada. —La miré por un momento sin entender, hasta que recuerdos llegaron a mi mente.

—Sí, la colgué. —Me encogí de hombros y tomé asiento en el sillón que se encontraba delante de ella.

—Eres un desconsiderado, ¿lo sabes?

— ¿Por qué lo dices?

— ¿Por qué lo digo? ¿Que por qué lo digo?

—Me prometiste que saldrías de esto.

— ¡Sabes que no es fácil!

— ¡A ver! ¿Por qué no lo es?

— ¡Secuestraron a Luis!—Dijo para luego cerrar sus ojos.

— ¿Secuestraron a Luis?

—Por eso estaba en Alemania, tenía que ir a rescatarlo, Vanessa no puede porque está embarazada, ¿ahora entiendes por qué eres un desconsiderado?

No dije nada. Bueno, ahora sí tenía las cosas un poco más claras del por qué ella había desaparecido una semana entera, ahora me sentía un estúpido por pensar que ella no quería cumplir la parte del trato.

—Nena...Yo lo siento. —Dije al final. Ella ni siquiera me miró, sólo se limitó a cerrar los ojos y poner la cabeza hacia atrás.

Suspiré pesadamente y me levanté del asiento para acercarme a ella, me senté junto a ella y besé su cuello repetidas veces, de vez en cuando mordiendo un poco.

—Aún me duele el labio.

—Debí hacerte algo peor. —Dijo aún con la cabeza hacia atrás.

—Vamos nena, perdóname... —Mordí su cuello levemente, me volví a sentar, en un rápido movimiento ya se encontraba encima de mí.

—Eres un idiota, pudiste lastimarme. —Se quejó golpeando mi pecho.

—Pero no lo hice. —Agarré sus muñecas para inmovilizarla.

Agarré su cuello y pegué sus labios a los míos, al principio se resistió al beso, pero al final terminó cediendo. No me sorprendí cuando volvió a morder mi labio con la misma fuerza que lo había hecho cuando llegó y me besó, pero seguí con el beso.

—Dime que me amas. —Le exigí cuando me separé.

—Te odio. —Respondió.

—Eso no es cierto.

— ¿Quieres poner a prueba mis sentimientos?—Negué y volví a besarla.

Sus labios se empezaron a mover lento sobre los míos, solté sus manos y éstas empezaron a acariciar mi pecho por encima de la camiseta, su lengua pidió permiso y a lo cual gustoso respondí abriendo mi boca. Nuestras lenguas se entrelazaron entre ellas, un gemido salió de su boca, cosa que hizo que mi amigo allá abajo despertara.

— ¿Me vas a decir que me amas?—Dije cuando nos separamos.

—No lo sé, aún lo estoy pensando. –Dijo escondiendo su cara en mi cuello, me quejé cuando lo mordió.

—Nena, estas muy mordedora hoy. —Le dije apretando uno de sus pechos, perdón, unos de mis pechos, porque su pecho es mío, al igual que su vagina, y ni hablar de su trasero. Totalmente míos.

La separé un poco de mí para así sacar su ramera y quitar su sostén dejando a la vista mis dos preciosos pechos. Sin dudarlo llevé uno a mi boca, chupando, lamiendo y mordiendo su pezón.

—Las había extrañado, chicas. —Escuche su risa.

—Le hablas a mis pechos, ¿estás bien?—Preguntó tocando mi frente.

— ¿Perdón?...—Me hice el ofendido. — ¿Tus pechos?—Asintió. —Déjame y te digo que estás equivocada. —Agarré sus pechos en mis manos y los apreté. —Estos... —Los besé por encima. —Son míos, de mi propiedad.

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Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora