Capítulo | 11

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SARA

Caminé el poco metro que me faltaba para llegar hasta él.

-Buena manera de empezar, Señor Smith. -Tomé asiento sin que me invitaran al lado de él.

-Por favor, sólo dime Lucas, no quiero que cuando te tenga de bajo de mi grites señor Smith. -Maldición, ¿cómo hace para mantener la cordura cuando me habla así?

-Sí, como sea, vamos a lo que vinimos que tengo más cosas que hacer. -Intenté ponerme de pies, pero él con su brazo volvió a asentarme.

-Tranquilízate nena, esto es sólo el comienzo. -Me tendió una copa y alzó la suya. -Por el deseo. -Brindó.

-Por el deseo. -Alcé la mía y la chocamos pactando el brindis.

5 copas después.

- ¿Estás segura de esto?-Preguntó de nuevo.

-Sí, Lucas, estoy segura. -Acarició mi mejilla para luego volver a besarme.

Parecemos dos adolecentes con una calentura insaciable dentro del ascensor, sus manos recorrieron la línea de mi cuerpo una y otra vez. El ascensor hizo ese pitido universal indicándonos que habíamos llegamos.

Nos alejamos el uno del otro y salimos del ascensor, me dejé dirigir por él hasta llegar a una puerta grande, sacó una tarjeta de su bolsillo y la pasó por el sensor de la puerta, ésta se abrió.

Entramos y rápidamente me acorraló contra la pared.

¿Qué tiene éste hombre con las paredes?

Se lo preguntaré luego.

Entre besos caminamos hasta al frente de la cama, donde dejó mis labios para sacarme el vestido, sus ojos recorrieron mi cuerpo como si fuera una obra de arte que había deseado adquirir por mucho tiempo.

- ¿Me vas a mirar toda la noche o vas a darme lo que tanto has deseado?-Sonrió arrogante para luego acercarse a mí y morder mi cuello.

-No te podrás sentar en una semana. -Jadeé ante lo que había dicho.

- ¿Tan seguro estás?

- ¿Por qué no lo compruebas tu misma?

Me acerqué a él tratando de parecer sensual, que al parecer por sus ojos, lo había logrado; me deshice primero de su chaqueta y luego lentamente, botón por botón, de su camisa. La deslicé por sus brazos y me sorprendí al ver un tatuaje en su hombro, me acerque a él y dejé un beso ahí. Mis manos acariciaron su abdomen. Dios, ¡que no me puedo quejar!, Un eight pax se hizo presente ante mis ojos; mis manos descendieron de apoco por todo su abdomen hasta llegar al cinturón de su pantalón, me arrodillé y lo desabroché y luego lo retiré para luego lanzarlo por algún lugar de la habitación, tomé el botón del mismo entre mis dedos y lo saqué para deslizarlo por sus piernas, las cuales estaban igual o más ejercitadas que su abdomen. Este hombre debe ser un pecado. Dejando ver su bóxer el cual marcaba perfectamente su erección.

Me tomó del brazo y estrelló sus labios contra los míos, su lengua fue demasiada rápida y encontró la mía para empezar un juego entre ellas, sus manos no dejaban de acariciar mi cuerpo y con solo su toque estaba consiguiendo excitarme.

Me cargó y me colocó delicadamente encima de la cama para luego colocarse encima de mí, sus besos se hicieron presente por todo mi cuerpo, no había lugar donde él no besara haciendo que mi cuerpo se estremeciera por sus caricias.

Se deshizo de mis bragas y luego del sostén que tenía puesto, su boca se pegó a uno de mis pechos, jadeos y gemidos fueron arrancados de mi boca por sus caricias a mis pechos, su lengua no dejaba de jugar con mis pezones y de vez en cuando, sus dientes se unían al juego.

Una de sus manos descendió hasta mi sexo, donde con uno de sus hábiles dedos empezó a jugar con mi clítoris, los gemidos por parte de ambos subieron de volumen, subió la cabeza para pegar sus labios con los míos. Ahora mismo sólo somos manos en el cuerpo del otro, mi mano acariciaba suavemente su erección y la apretaba de vez en cuando, haciendo que gruñidos salieran de sus labios siendo tragados por los míos.

Cambié de posición y me subí encima de él. Bajé hasta su boca y empecé a besarlo moviéndome encima de su erección.

-Me estás matando... -Dijo como pudo entre jadeos.

-Pues dame lo que quiero. -Besé su cuello y lo mordí succionando levemente.

-Claro que lo tendrás.

En un rápido movimiento me encontraba debajo de él, sólo se levantó de la cama para sacarse el bóxer y volver a ponerse encima de mí. Alargó su mano y tomó algo de encima de la mesita que está al lado de la cama, lo miré y era un preservativo.

- ¿Haces los honores?-Asentí y tomé el paquete plateado en mis manos, lo abrí cuidadosamente hasta que lo tuve en mis manos; agarré su miembro y antes de colocar el papel moví mi mano desde arriba hacia abajo. -Nena, solo hazlo. -Sonreí malvadamente y finalmente le coloqué el preservativo. -Has sido muy mala, Sarita. - Dijo cuando terminé de ponérselo.

-No lo creo. -Volví a estar debajo de él.

-Pues yo sí. -Entró de una estocada en mí, al estar muy húmeda no dolió como pensaba que iba a ser al ver su miembro demasiado grande y grueso.

Sus caderas empezaron a moverse en ese glorioso vaivén que provocaba en cada movimiento lento y certero, dándome motivos con que gemir bastante alto y fuerte. Aferré mis manos a su espaldas, la excitación estaba subiendo de tono, nuestros cuerpos subiendo de temperatura, mis uñas llegaron a trasladar la piel de su espalda provocando que Lucas soltara un gemido.

-Vamos, quiero escucharte decirlo. -Maldito canalla, disfrutaba teniéndome a su merced.

Lo sabías, y sabías muy bien que te tendría gimiendo debajo de él. -

Ahora no, unicornio.

-Lucas. -Fue lo único que salió de mi boca, él volvió a entrar en mí, pero ésta vez aumentando el ritmo.

Mi boca se abrió ahogando un gritico que pensaba salir por el placer que Lucas me estaba proporcionando, mis uñas volvieron a clavarse en su piel cuando sentí el orgasmo llegar a mí. Mi orgullo quedó por lo bajo cuando me dejé ir gimiendo fuertemente su nombre, dando en evidencia todo lo que me había provocado sentir.

Él se dejo ir con su cara enterrada en mi cuello, donde mordió haciéndome estremecer sumándole eso al orgasmo.

Salió de mi cuello, se acercó a mi boca y me besó pausado y lentamente, disfrutando del tacto de nuestras bocas y de nuestras lenguas en el proceso.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora