Capítulo | 22

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SARA

-Luis, tranquilízate. -Dije ésta vez tomando su brazo y jalándolo hacia la cama. - ¿Ahora, me explicas? ¿Tú y quién más me mintieron?-Lo ví respirar, ahora más despacio.

-Vanessa estaba en Acapulco.

-Eso ya lo sé. -Acaricie su mejilla, veía en su rostro mucha tristeza. -Eso ya lo sé.

-Sí, pero ella no estaba sola. -Puso su mirada en la mía. -Ella estaba conmigo. -Sonreí.

Okey me mintieron, me dijeron que él estaba en Alemania y ella en Acapulco, pero no, aún no le veo el problema.

-Bien, creo que eso lo puedo perdonar. Tendrán sus razones ¿No?

-No lo creo. -Contra atacó. -Falta más.

-Pues adelante. -Me acomodé mejor en la cama.

-Vanessa y...-Hizo una pausa. - ¿Cómo te lo digo sin que suene tan perro?-Preguntó a la nada buscando la respuesta.

-Solo dilo y ya. -Ya me estaba emocionando y créanme, eso viniendo de mi no es nada bueno.

Mi emoción no es igual que la de otros que se ponen felices, mi emoción me lleva a otro sentimiento, me lleva a querer explotar, a enojarme y no de una forma bonita.

- ¡Bien!-Grita.

- ¡Bien!-Grité también. - ¡Ahora dilo!-Me levanté esperando que digiera rápido.

- ¡Vanessa y yo estábamos teniendo sexo en Acapulco!-Una carcajada salió de mis labios, no lo pude soportar, mi familia es muy graciosa.

Mi familia siempre le ha gustado hacerme bromas, y ésta sin duda, es la mejor. Seguí riendo hasta que pude calmar mi risa.

-Oye, es la mejor broma que me han hecho. -Seguí riendo pero paré de golpe al ver que él no lo hacía. - ¿Estás bromeando, verdad? ¡¿Estás bromeando, verdad?!-Grité lo último, mis cambios de humores se estaban haciendo presente.

-No, no lo estoy haciendo. -Susurró y bajó la cabeza.

- ¡¿Pero qué diablos?! ¡Tienes que estar chingándome!-Ahí venían las palabras en mexicano, ésta es otra faceta de mis emociones.

- ¡Basta, no lo estoy haciendo y no es una maldita broma!-Dijo poniéndose de pies.

- ¿Qué son esos gritos?-Interrumpió Doris.

Mi mirada seguía fija en Luis, ellos me habían mentido. Me vieron la cara de ingenua. De estúpida.

¿Por qué no me lo dijeron? Yo los apoyaría, siempre los eh apoyado y nunca les eh ocultado nada.

- ¡Yo nunca les eh ocultado nada!

-Sara yo no...-Lo interrumpí.

-No confiaron en mí. Me vieron la cara de estúpida, los dos lo hicieron.

-Sara, tranquilízate. -Dijo Doris.

-No. -La miré. - ¡Ellos me mintieron!-Empecé a gritar de nuevo.

-Sara...-Volvió a decir Luis, giré a verlo con una mirada bastante furiosa.

-Cállate, no te quiero ver, ni a ti, ni a ella, no los quiero junto de mí, no los quiero ver nunca más. -Dije eso para empezar a caminar en dirección a la salida.

Pasé por el lado de Luis chocando mi hombro con el de él y saliendo de esa habitación para luego salir de la casa, cerré la puerta lo más fuerte que pude. Entré al garaje y tomé uno de mis autos, luego salí a toda la velocidad posible.

-Un whisky. -Le dije al batender, éste asintió para luego irse a la barra de las bebidas.

Miré a mi alrededor y esto estaba llenos de montoneros, normalmente siempre bebía en mi casa, nunca había tenido la necesidad de salir.

-Aquí tiene. -Dijo dejando el trago en la barra.

-Gracias. -Lo tomé de un trago.

De seguro Jaime se enojará por haber salido sin guaruras.

Ellos me habían mentido, me habían visto la cara de imbécil. Nunca nos habíamos guardado secretos y ellos lo habían hecho y apuesto todo lo que tengo que detrás de eso hay más que sólo sexo.

Volví a mirar al batender y éste era diferente, lo habían cambiado. El otro era moreno y éste es de tez blanca, volví a pedir dos whisky más.

-Dame un aguardiente. -Le dije de nuevo al batender, quien me estaba mirando raro.

-Claro. -Dijo dándose la vuelta.

Me había mentido descaradamente. Esas miradas que se daban enfrente de mí, esos son unos traidores, unos traidores imbéciles.

El batender regresó con mi agua ardiente al cual también le dí fondo a todo, miré hacia los lados, me levanté y me estiré, provocando que algunos huesos sonaran, dí un paso adelante, pero me tambaleé, así que me agarré de la barra.

Pestañeé varias veces ya que mi vista estaba un poco borrosa y se me estaba haciendo raro, ya que había bebido poco para lo que suelo emborracharme, algo podía decir con boca llena, Tengo una buena resistencia al alcohol.

De un momento a otro, sentí mi cabeza dar vueltas y mi vista borrosa, miré al batender y rápidamente empecé arrepentirme por haber salido sin guaruras, volví a mirar al batender y lo ví sonreír doble.

-Maldito. -Dije como pude ya que la lengua me pesa demasiado.

-Vamos. -Me agarró del brazo. -Es hora. -Me jaló como si fuera una muñeca de trapo ya que no tenía fuerzas, me paré un momento. -Vamos, perra. -Me cargó como un saco de papas.

Éste maldito se salva de que no puedo defenderme, mi cuerpo se empieza a sentir pesado al igual que mis parpados, pestañeo un par de veces y puedo sentir como me colocan en algo suave, mis ojos se cierran y no logro recordar algo más.

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Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora