Capítulo | 63

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LUCAS

La había embarrado más de lo que debía, había tenido sexo con ella.

¿Pero qué diablos?

Pasé mi mano por mi pelo mientras esperaba que Kaidan atendiera el teléfono, no me importaba la hora que sea, necesito hablar con él.

—Tuve sexo con ella. —Dije cuando contestó el teléfono.

— ¡Diablos! ¿No puedes tener tu cosa dentro de tu pantalón? ¡Estás ahí por tu hija!

— ¡No sé lo que me pasó!, Simplemente pasó y ya. —Empecé a caminar de un lado a otro en la habitación. —Su trasero llamó bastante mi atención.

Me paré cuando pensé a pensar más claro, ella y yo habíamos tenido sexo, o sea que le pegó los cuernos a su marido en su propia casa.

Una sonrisa se plantó en mis labios el saber eso.

—Le pegaron los cuernos a su esposo. —Dijo.

—Sí. —Sonreí más. —Y lo mejor de todo es que no me arrepiento.

—No era de esperarse. —Escuché un murmullo y luego un suspiro. —Hermano, tengo que irme, hablamos mañana.

—Sé por lo que estás pasando, y ya verás que todo se va a resolver.

—Espero que sea pronto. —Dijo para luego colgar.

Ya más calmado con hablar con Kaidan, me había quedado más tranquilo con mi conciencia limpia al saber que engañó a su esposo conmigo.

¿Que puedo decir?

Se siente genial.

Me recosté en la cama y respiré hondo. Diablos, se había sentido tan bien estar entre sus piernas, me había sentido como tenía mucho que no me sentía.

Sonreí al pensar que ahora mismo tendría que estar quitándose mis caricias a través de una ducha para luego compartir cama con su esposo.

¿Qué se sentirá tener a dos hombres en una misma casa?

Dejé mis pensamientos pecaminosos de lado y me concentré en dormir, mañana tendría a mi pequeña de nuevo entre mis brazos antes de ir a arreglar cosas.

SARA

Maldito hombre descabellado. Él había causado esto, él había empezado todo, todo es su culpa.

Es un maldito prostituto.

¿Ahora?

Todo se quedará ahí, no pienso volver a tener sexo con él, ahora por su culpa me duele todo.

Maldición.

LUCAS

Desperté por una vocecita cálida que me susurra al oído, sonreí cuando reconocí a Sam.

—Papi, despierta. —Susurró muy despacio. —Papi, ¿estás muerto?—Seguía susurrando muy despacio ¿Cuánto tiempo lleva ahí?—Papi, despierta.

Abrí los ojos y le sonreí para luego colocarla encima de mí y hacerla reír, lo cual había conseguido.

—Sam, la escuela. —Le recordé.

—Sabía yo que estabas aquí. —La voz de Sara se hizo presente desde el alumbrar de la puerta.

La miré y llevaba un vestido blanco con unos zapatos altos del mismo color.

—Hola mami. —Dijo mi niña sonriendo con algo de maldad.

—Hola, vamos, debes ir a la escuela.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora