Capítulo | 32

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SARA

- ¿Qué quieren?-Volví a preguntar.

-A partir de ahora tienes nuevos guardaespaldas. -Dijo uno de ellos.

- ¿Cómo así?-Mi cuerpo se relajó al escuchar la palabra ″Guardaespaldas″. -Quiero hablar con él. -Los mire a ambos y uno de ellos sacó un celular de su bolsillo.

Esperen.

Eso no está permitido.

-Sí, un momento señor. -Tomé el celular que me tendía el mastodonte.

- ¿Aló?

-Sara, ¿cómo estás?-Escuché la voz que reconocí como la de Steven.

- ¿Cómo te diste cuenta? ¿Por qué haces esto?-Lancé mis preguntas una de tras de otra.

-Siempre siendo una chica de punto.

-Siempre.

-Por nada

- ¿Por nada que? ¿Quieres ser claro?

-Bueno, lo de los guardaespaldas, lo hice por nada.

-Vamos Cruz, nadie hace eso por nada.

-Hablaremos cuando salgas. Suerte, preciosa.

Escuché el pitido que indica que la llamada ha sido cortada, les entregué el teléfono de mala forma a los mastodontes para volver a mi cama de nuevo.

- ¿Quiénes son?-Pregunta Nicole.

-Para ser una adolecente con hormonas preguntas mucho. -Me acomodé en la cama.

-Es lo que hacemos, ¿no?

-Así mismo. -Dije con una sonrisa. -Son amigos de un amigo, serán nuestros guardaespaldas.

- ¿Así como en la película?-Preguntó emocionada.

-Así mismo, pero sin ser una película. -La apunté con mi dedo. -Nada de meterte en problemas. -Le reprendí.

-Sí, mamá. -Rodó los ojos para luego irse a su cama.

Volví a acostarme en la mía mientras miraba para arriba y me ponía a pensar en cosas claves.

Ya había hecho negocios con el cartel de Palenqueé y con los de el Topo, solo faltaba con los Anos y podría salir más rápido de aquí. Cuando salga de aquí, lo primero que iré a hacer es a romperle la cara a Steven, nadie hace nada por gratis y no creo que él sea la excepción.

Sentí mis parpados pesados, así que los cerré completamente. Aún podía sentía ese dolor, muy leve, pero podía sentirlo.

-Sara... -Me levanté al escuchar el tono de la voz de mi madre.

-Mamá. -La llamé.

-Aquí hija. -No podía verla, pero sí la escuchaba.

- ¿Dónde, mamita?-Me tiré de la cama y empecé a buscarla.

-Aquí. -Mi vista fue directo hacia la reja, sonreí al verla.

-Mamá, ¿qué haces aquí?-Me acerqué hasta quedar junto a ella.

-No has sido buena, Sara. -Me regañó.

-Lo sé, mamá. -Bajé mi cabeza. -Pero al menos intento serlo. -La miré ahora con una sonrisa burlona a lo cual ella metió su mano a través de la reja y golpeó mi cabeza, hice una mueca, pero ni sentí el golpe. - ¿Y papá?-La ví mirar hacia los lados y luego fijar su vista en mí.

-Descansando. -Dijo obvia.

- ¿Descansado? ¿No piensa venir a visitar a su hija?-Me quejé.

-No. -Mamá intentaba ocultar una risa, pero no por mucho tiempo ya que explotó en ella.

-Estás loca, mamá, ¿dónde está papá?-Volví a preguntarle.

- ¡David, ven aquí!, tu hija quiere verte. -Llamó mi madre.

-Pensé que ya no quería verme. -Me rasqué la cabeza nerviosa en tan sólo pensar en esa idea.

-Nunca, hija, no vuelvas a pensar eso. -Lo ví a parecer junto a mamá.

-Papá. -Dije muy emocionada del al fin verlos.

-Pequeña, ¿cómo estás?

-Bien, supongo, ¿y ustedes?

-Estamos bien, hija. -Me sonrió mi madre.

- ¿Cuándo van a volver?

-Sobre eso, hija... -Empezó a decir mi padre.

De pronto los veo alejarse a ambos, pero no veo que mueven los pies, ¿cómo rayos hacen eso?

-Papá, mamá, ¿a dónde van?-Cada vez están más alejados de mí.

-Tenemos que irnos, pequeña. -gritó mi padre.

- ¡¿Pero a dónde!?-Pase mis brazos por los barrotes queriendo a cansarlos, pero no podía ya que la reja me lo impide.

-A un lugar mejor, mi niña. -Esta vez la que habló fue mi madre.

-Pero no me pueden dejar sola aquí. -Sentí algo mojado en mi mejilla lo que identifiqué como lágrimas. -Por favor. -Ésta vez un sollozo salió de mis labios. -No de nuevo. -Supliqué.

Mis ojos se abrieron de golpe, dándome a entender que había sido una pesadilla; mi corazón estaba más acelerado, por lo que tuve que respirar varias veces para volverlo a su ritmo normal.

Miré hacia abajo para ver a Nicole durmiendo, en mi estadía en este lugar eh tenido pesadillas más seguido y pude descubrir que la chica tiene un sueño pesado.

-Sólo un mes más, saldré lo más rápido que pueda. -Volví a recostarme en la cama con los ojos abiertos, sabía que saldría más rápido de lo que en realidad creía.

Un sonriente Lucas vino a mi mente, sonreí inconscientemente, tengo que arreglar las cosas como dé lugar con él, no puedo dejar que se lleve la peor imagen de mí.

Sentí algo mojado en mis mejillas y esta vez sí lo siento en ella, llevé mis dedos ahí y pude comprobar que es una lágrima.

Cuanto lo extraño, hubiese querido que las cosas fuesen diferentes, que mi vida no fuera la que llevara y que él y yo estuviésemos juntos, porque de algo sí estoy clara, y es que él es mío, y lo más primordial, yo soy solamente suya.

Amada mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora