Capitulo 3

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Adon estaba concluyendo una reunión de negocios importante cuando el móvil, que su secretaria le había ido a comprar esa mañana, comenzó a sonar estrepitosamente.

El tono de llamada era algo absurdo y ridículo, no sabía si eran patos o gallinas cacareando.

Miro el numero y si, era su madre, si no contestaba en ese momento iba a seguir llamando, lo puso en silencio y lo entro en sus bolsillos otra vez.

-Mil disculpas, Damas y Caballeros. Continuemos...

Estaba intentando cerrar un trato, la compañía familiar había crecido más de lo esperado en los últimos veinticuatro meses en todos los puntos en los que se encontraba y quería seguir expandiéndose tanto en estados como en amplitud, y por eso era la reunión de ese momento. 

Para poder expandir Roman's , para hacerlo tenía que comprar los dos terrenos laterales que pertenecían a tiendas más pequeñas, ya que el terreno trasero no había tenido muchos inconvenientes en convencerle a su dueño para que se lo vendiera.

Sin embargo, estos huesos nuevos eran duros de roer. Y no era por la cantidad que le ofrecían, estaban encantados, el problema era más sentimental que otra cosa.

Adon no quería perder la paciencia con ellos, pero detestaba que entre los negocios se mesclaran las cosas sentimentales, si tenía que cerrar un trato vendiendo algo que su padre le había dado, si era para su bien y le convenía, simplemente lo hacía, eran negocios.

**

Para su mala suerte, la reunión acabo en las mismas, pero estaba seguro que si lograba reunirse con la hija de Bill Green y con la sobrina de Elena Pepper, todo iba a cambiar rotundamente, las había conocido y sabia lo ambiciosas que eran esas mujeres, podían convencer a esos dos de una sentada.

¡Seguro que sí!

-¿Cuántas llamadas tengo de mi madre?-le pregunto a Amanda su secretaria. Estaba seguro de que sobrepasaban las seis, al teléfono de la oficina.

-Tiene once.-la miro unos segundos y camino a su oficina.

Suspiro sonoramente y tomo el Smartphone de sus bolsillo, lo primero que hizo fue ver las llamadas de su madre, nueve, en total eran veinte llamadas de su madre, tenía que ser algo muy importante para que le llamara en horario de oficina.

Antes de siquiera marcar, cambio el tono de llamada.

-Mama.-dijo cuando ella descolgó.

-Adon.-dijo entre risas.- ¿A divina quien esta aquí?-el frunció el ceño y cambio la postura.

-No tengo idea.

-Agniezka.-Adon se tenso.-Y su bebe.- volvió a tensarse.

-Mama...-le reprocho molesto.

-Discúlpame, Adon, pero que las cosas no funcionaran no es mi culpa, sabes que es mi ahijada y la aprecio mucho, independientemente de que tu no.

-Entonces ¿para qué me llamas?-casi grito.-Sabes que no quiero nada con esa mujer, no me interesa si esta en casa o no, respeta eso, no me interesa.

-Perdón, solo te llame porque ella quería hablarte, saber cómo estabas.-dijo algo ofendida.

-Veinte llamadas, Calixta.-casi volvió a gritar.-No me llames para esas cosas cuando sabes que estoy trabajando.

-Bien.-dijo la mujer y no hablo nada más. El colgó.

-¡Cristos!-se paró de su asiento y paso las manos por su cara.

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