Sus padres organizaron una fiesta ese sábado, Aura estaba invitada a conocer a sus tíos y a los padres de Carlo y Marco que llegaron de Italia; tenían cerveza, carnes, pasta, confituras y música. Era algo hermoso y colorido.
Los hermanos de su padre al verla iniciaron un parloteo de la hermosura de ella y de cómo serian los hijos de ellos, besaban sus dedos y la miraban. Los padres de los chicos, Marco y Carlo, también estaban maravillados con la hermosura de la chica y solo hablaban de la hermosa pareja que ellos eran. El estaba orgulloso de la chica y de ellos como pareja. Las mujeres se llevaron a Aura lejos de él, pero cada tanto se miraban.
La fiesta fue increíble, y sus familiares querían complacerla en todo, tanto que al preguntarle por su deporte favorito propusieron jugarlo. Beisbol. Y aunque ellos no eran expertos jugaron, se divirtieron, ella era una gran bateadora.
–Escuché decir por ahí que los primos estaban embobados con los pecho de tu chica al correr a las bases.
–Pues diles a esos hijos de...
–No hables de la tía Marcela, Adon– dijo su hermano riendo mientras se iba y lo dejaba con los improperios en la boca.
–Creo... que has tomado un poquito– llego su chica– ¿Qué tanto anotabas ahorita? – le pregunto mientras lo abrazaba.
–Mis tíos me decían como ser un mejor hombre para que no te fueras de mi lado jamás, según ellos eras la perfección hecha persona, que somos una hermosa pareja que...
–Nuestros hijos serán hermosos– culmino ella y el asintió.
– ¿Quieres irte? – ella negó.
–No, tus tías me enseñaran una danza ahora... vine a decirte que vinieras conmigo. La estoy pasando muy bien...
–Me alegra saber, mi amor.
–Te quiero– dijo ella mientras corría lejos y no le daba tiempo de decirle que el también la quería.
–Yo más– dijo para sí mismo.
La fiesta termino con aquella danza animada y corta que las mujeres le habían mostrado a su chica, y luego de despedirse y quedar para juntarse al día siguiente en el country club se fueron a casa de Adon.
Dos semanas más tarde.
Por extraño que pareciera ellos rara vez habían discutido, la comunicación era buena, pero luego de que ella había vuelto a trabajar para un tal Flavio o Fabricio estaba histérica, le levantaba la voz con facilidad, le respondía mal y algunas veces simplemente lo dejaba hablando solo.
–Yo no estoy para escuchar estas estupideces– le había gritado en medio de la noche mientras recogía sus cosas del suelo.
–No me dejes con la palabra en la boca, Aura, yo te estoy hablando y estoy cansado de que lo hagas ¿Qué es lo que te pasa?
–Pasa que estoy cansada...
– ¿De qué? Dime, porque yo no te he hecho nada, llegas del trabajo de mal humor y lo pagas conmigo, yo solo te estoy expresando mi sentir, no me siento nada bien con tu trato esta última semana ¿Es un pecado comunicártelo?
–Es que yo no lo quiero escuchar ¿Que parte de estoy harta no entiendes? Llego para dormir no quiero quejas, me tienen harta, cansada, me matare si vuelvo a escuchar una queja mas.
–Pero esta es la primera que viene de mí, no puedes simplemente encasillarlas junto con las quejas de tu trabajo porque yo no estoy incluido en esa mierda– le grito el cansado también.
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Salvaje
Romance-Aléjese de mí.-susurro Aura. -¿Por qué siento que me quieres decir todo lo contrario?-pregunto con su rostro contraído y mirándola directamente a los ojos. Ella sintió deseos de gritarle que se alejara de ella. -Aléjese de mí.- volvió a susurrar mi...