Capitulo 69

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Yacían completamente desnudos y abrazados, ella toqueteaba su pecho y el subía y bajaba los nudillos por la curva de su cintura; cuando un ventarrón llegó de repente. Ella sonrió, y se apego mas a él, veían caer las gotas de agua por el vidrio y escuchaban al viento susurrar. El se inclinó y besó su cabello, y tocó sus pómulos con los dedos, y allí sin necesidad de muchos besos o coito, se amaron, nueva vez, tocándose obviando, sin darse cuenta, las zonas más sensibles del cuerpo.

–Mi amor...– susurró ella, el con un sonido gutural respondió y la miró.

Siempre había logrando perderse en aquellos orbes gris tempestad, que, irónicamente, trasmitían una calma increíble. Verlo directamente era vencerse en aquel vórtice, perderse en un laberinto para no salir nunca. Aquellas ventanas que la conocían y reconocían todo en ella; Las mismas que se dieron cuenta de que ella todo el tiempo, sin él, estuvo en una jaula, encerrada por su propia voluntad, mas ya no es de tal forma. Es completamente libre para correr, hacer y deshacer en la selva en la que vive con ese hombre.

Acomodándose tomó su rostro entre sus manos, como si tomara el único poquito de agua entre estas para tomar, en algún desierto. Con un anhelo y necesidad que solo ella sentía, que no podía describir.

Su boca se secó, tenía planeado eso durante unos largos días, desde que se le ocurrió, más bien, desde que sintió que eso era lo que quería y necesitaba, desde que su corazón y su mente estuvieron de acuerdo para ello, desde que olvidó.

Sí, tuvo muchas malas experiencias, y se daba cuenta de que la relación que tenia con Adon es total y completamente diferente a las que antes tuvo, no quería ni si quiera detenerse a pensar en ellas porque no importaban, no quería pensar en quienes habían jugado con ella, lo que interesaba es que en ese tomento su corazón pertenece a un hombre que no estaba jugando con ella, que le quiere como ella a él y que está segura que no cambiara con el tiempo.

–Estas...– el quiso hablar, mas lo interrumpió negando.

En verdad estaba buscando las palabras correctas, para todo eso, quizás era muy pronto, más no le importaba en lo absoluto, aquello era como pasar de gatear a caminar y lo sabía. Esperaba que el no viera eso de mala forma. Lo esperaba.

–Tengo un regalo para ti–fue todo lo que salió de su boca.

–Pues... espero por él, Leona...– entonces ella sonrió.

Se alejó un poco y sintió como el tocaba su cuerpo a la distancia, giró el rostro pícaramente y volvió su mirada a la pequeña caja que tenía entre sus manos. Cerró los ojos y suspiró.

Que sea lo que Dios quiera.

Una parte de ella estaba segura de que lo aceptaría, mas la otra le decía que quizás iba muy rápido; no porque ella estuviera dando ese paso significaba que él tenía que hacer lo mismo, no, para nada; eso salía de ella.

Miró de reojo y sintió como el se cernía sobre ella.

–Mucho misterios, muchacha– dándole una mordida en el cuello la abrazo y la pegó a él, mientras le besaba el cuello donde antes le había mordido, fue tan sexy que una parte de ella se encendió, mas la otra estaba, por así decirlo, escondida.

–Espero te guste...– dijo bajo y se lo entregó.

Se giró para ver su reacción, estaba loca por poder leer la mente, porque al menos así sabría que pasaba por su cabeza. Entonces el estudio la caja y cuando la iba a abrir ella retuvo el aire.

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