Capitulo 57 (2)

10.7K 811 21
                                    



A pesar de que todo lo que se trataba no le gustaba, tener al hombre que momentos atrás le confesó que también la quería, la tenia hipnotizada y era como si no escuchara lo que se decía, ambos estaban tan concentrados en sus miradas y en tocarse, aunque fuera solo las manos, que sus padres y los chicos decidieron irse, no entendían que era lo que pasaba, pero aquello iba rápido y vertiginoso por un camino que aunque tenían claro, les abrumaba.

Y una vez se fueron, no había más nada de qué hablar entre ellos, solo besos y caricias, que llevaron a la muestra de amor más completa de universo.

Sus cuerpos fueron uno, el placer fue más completo que jamás, no podían con lo que pasaba ¿Alguna vez se iban a cansar del otro? El esperaba que no.

Ambos tenían trabajo y era tarde en la noche, y ellos bailaban a la luz de las velas, en la cocina, una romántica canción ochentera. Lenta y significativa, los besos y las caricias iban incluidos en el baile y las sonrisas y miradas enamoradas.

¡Qué día!

Pensó el

¡Wow!

–Es tarde– comento mientras le susurraba.

–Lo sé..., pero no quiero dormir.

–Ni yo... ¿Qué deberíamos hacer? – se alejaron y se miraron, difícil con todas las luces apagadas y solo nueve velas en la isla de la cocina, un poco lejos de donde estaban.

–Pues... te reto a que nos quedemos despiertos toda lo que resta y veamos una película mientras comemos.

– ¿Puedo elegir yo la película? –pregunto mientras caminaban cuidadosamente, a encender la luz y ella a apagar las velas.

Un silencio de ella le hizo buscarla cuando no la escucho, la vio pensar.

–Puff, no, de ninguna manera– dijo caminando hasta él y tomando su mano y conduciéndolo al refrigerador–. Yo escogeré la película, fue mi idea. Ahora bien ¿Qué comeremos?

–No lo sé, pero de lo que estoy seguro es de que terminare dormido...

Baguettes de pan francés, mantequilla, cerveza y zumo de uvas, proshutto y nueces, eso llevaron hasta la sala de estar y ella puso una película por la tv de paga. Los mercenarios dos, ambos gritaron como locos de la emoción. Y disfrutaron como nunca. Claro, intentado controlarse y no dormir.

El reloj marcaba las seis cuando ella escucho un ronquido, soltó una carcajada y con el cojín en forma de libro que Adon le había regalado, pero que mantenía allí, le golpeo el ante brazo.

–Vamos bello durmiente, te recomiendo que te despiertes, sé que no ha dormido, pero pretendo despertarte cuando llegues a la ducha. Vamos antes de que cambie de opinión y no te de ese sexo oral que te gusta.

–Tengo sueño... déjame aquí un segundo y te encuentro ahora.

Pero el no llego y ella tuvo que ducharse sola y cuando estuvo lista, tomo su maleta y la saco de la habitación.

– ¡Adon! – susurro mientras se hincaba, al no obtener respuesta supo lo que tenía que hacer.

– ¡Uff! ¡Así cualquiera! – respondió él cuando sintió lo que ella hacia entres sus piernas.

Casi grito, mientras ella lo excitaba con su boca y le tocaba, no paso mucho tiempo cuando lo sintió completamente erecto en su boca. Él le movía la cabeza por el cabello y lo apretaba, estuvo tosiendo un segundo cuando él le apretó la cabeza para que profundizara su trabajo.

SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora