Capitulo 48

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Besarla era sentir la euforia más placentera en sus labios y zonas erógenas, era totalmente diferente, como se sentía en ese momento ponía en duda que alguna vez hubiera besado de verdad a alguien más. Abrumado por las sensaciones que le sobrecogían tan poderosamente, pensó que iba a perder la razón, no podía si quiera expresar lo que sentía, algo se le escapaba de las manos, como el agua, pero era totalmente consciente de que por el momento no podía dejar ir aquello.

Se suponía que todo era carnal, y lo era en ciertos aspectos, pero sin darse cuenta ambos se estaban involucrando mas allá.

–Te...– fue todo lo que salió de la boca de ella sin si quiera despegarse de él y lo comprendió.

–Yo...

Secundo lo que no fue dicho y procedió a hacer lo que deseaban, sin dejar se besarla, tanteando entre la cama, en busca de aquello que impedía problemas, al encontrar su prenda de vestir, busco y encontró y acomodándolo procedió a tocar su compañera, saber si estaba lista era necesario y al comprobarlo y sentir como ella se retorcía por el leve toque de su dedo mayor e índice en su humedad; procedió a adentrarse en aquella parte abismalmente gloriosa que le pertenecía junto con ella.

Sentirla en torno a él fue como llegar a casa, era todo sensaciones, y controlarse no estaba en opción, aunque debía. Entre besos y movimientos de cadera la estaba amando, la tocaba y la penetraba tan lenta y profundamente, que ni los besos acallaban los murmullos de placer de sus bocas. Entrelazando sus manos y por primera vez desde que ella le pidió que no se alejara, lo hizo, la miro a los ojos, nublados y oscuros de placer, su boca roja e hinchada y su piel receptiva y suave al tacto. Ella le sonrió mientras cerraba los ojos y no tuvo que pedirle que los volviera a abrir, porque ella le volvió a mirar inmediatamente.

Sintió el toque de sus pequeñas manos en sus nalgas mientras las apretaba y con ese solo acto diciéndole que quería más de él, aun. Y complaciente lo hizo, el incremento de sus envestidas fue bien recibido, ya que el murmullo de su placer incremento drásticamente, el, en cambio, le susurraba cosas que había querido decirle desde la primera vez que la vio.

–Aura... me tienes hechizado... Eres la cosa más hermosa que he podido tener entre mis brazos. Dios mío, me tienes loco.

Ella por su parte no se cohibido de decirle lo que en su pecho reverberaba.

–Me encantas... me encantas...

El estaba notoriamente afectado por muchas factores en ese momento, no podía describir que sentía, pero verla allí debajo de su cuerpo, empezando a sudar por el esfuerzo físico que hacia junto con él, sus ojos mirándole con esa pasión, el tuvo que dejar de mirarla por un momento cuando aquello le supero. Escondió su cara en el cuello  y soltando su mano para no hacerle daño apretó las sabanas y la otra mano la llevo al cabecero de la cama mientras su cadera tomaba otro ritmo.

¡Ay!, ¡Dios mío! – dijo mientras se acomodaba y tomaba las caderas de ella con sus dos manos e iba más profundo.

–Uhmm – ella solo pudo decir eso y abrir su boca mientras levantaba las caderas.

– Si, si...– dijo entonces mientras sentía que su perdición iba a llegar y la esperaba, la esperaba con ansias.

Toco el clítoris de ella con uno de sus pulgares y en ese momento el sonido de sus cuerpos, la respiración pesada de ellos y los gemidos, era todo lo que se escuchaba en el ambiente, ella soltó un quejido muy fuerte, y dentro se apretó fuertemente en torno a él, tanto que solo basto unas cuantas estocadas finales para dejarse ir.

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