Capítulo 3: Namie...

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Lamí sus dedos -menos mal que yo no quería - hasta que él lo encontró suficiente, me sacó de debajo del chorro de la ducha y me pegó contra la fría pared. Me observó desde arriba, con esa expresión que yo denominaba inescrutable, mordió su mejilla y se adentro en mi. El primer dedo.

Seguía sin acostumbrarme a esa sensación, era como si me invadieran, era extraño, pero con él no me molestaba.

Sentí un poco de dolor, de mis labios se escapó un jadeo y de los suyos una exclamación. Esa expresión debería ser penada por la ley, esa expresión era la que me desarmaba y me dejaba a su merced. Menos mal que no es un violador, sus víctimas no sabrían si ellas son las víctimas o él lo era. Su cara. Era tan honesta...y mi cuerpo tan traidor...

Me besó para intentar fijar mi atención en otra cosa, mientras se hundía en mi con otro dedo. Lo logró. Era un buen besador,  algo que nunca pensé, pero si, era uno muy bueno.

Pasé mis brazos por su cuello e intenté subirme a él, pero entonces me hizo sentir que sus dedos seguían dentro de mí, recordándome cual era mi lugar allí abajo. Me estremecí en sus brazos cuando sentí que sus dedos intentaron estirarme moviéndose rítmicamente, pero mi interior se negaba a ceder, y seguía más apretado que de costumbre.

Al final se rindió, ese día en especial no tenía paciencia para eso. Sacó los dedos y me dejó subir a dónde había pedido. Su cadera y su pecho.

-Lo siento, Pulga, necesito meterlo.

Me abracé a él, me tenía sobre su pecho,  pegado contra la pared, con su pene en mi entrada y una advertencia de dolor.

-Adelante... -Le dí mi permiso.

Agarró mi cadera y empujó hacia abajo lentamente intentando entrar en mí. Solté un gemido de dolor y escondí mi rostro en su cuello; ya había entrado la punta cuando se detuvo.

-Lo siento, lo siento mucho- Se disculpó.

-Cállate y date prisa.

Sin embargo se quedó quieto un rato, soltó mi cadera y agarró mi cara, me observó un segundo y al siguiente me besó. Fue apasionado, me dio gusto, me dio de esos besos que me gustaban, largos, duraderos, perfectos; y antes de darme cuenta, se había empujando en mi interior completamente. Si, también era bueno en el sexo. En realidad Shizuo era bueno en muchas cosas.

-Shizu-chan... -Gemí contra su boca- Shizu-chan.

La verdad es que me gusta hacerlo con él. Pero nunca lo aceptaría.

-Izaya... -Odiaba que me llamara por mi nombre, parecía que me odiara. Bueno, me recordaba que me odiaba.

-No me llames así- pasé mi lengua por sus labios - No me gusta.

No sabía qué era, pero cada que lo tocaba sentía un frenesí apoderarse de mí. Simplemente quería fundirme junto con él.

-Pulga... - Se movió en círculos dentro de mí - Ya estás bien. Puedo hacerlo.

Salió de mi interior lentamente haciéndome estremecer; no paré de besarlo, ni él a mí, pensé que no volvería a entrar pero fue entonces que lo sentí. De una sola estocada entro de nuevo.

-¡Ah! -Me separé de su beso, eso me había tomado por sorpresa. Ese gemido que había salido de mis labios no lo había escuchado nunca, además de que las sensaciones bruscas me provocaron cosas muy diferentes. No malas, para nada. Se sentía bien. Mucho- Ahhhg- respire hondo.

-Aguanta un poco -pidió -, hoy quiero hacerlo así. -Salió y con una estocada nada delicada se volvió a hundir en mi interior.

-¡Ah! Mmm -Y otra vez... -Shizu...-Y otra vez -...-chan- de nuevo- ¡Shizu-chan!

Lo sentía golpearse contra mí, llegar tan profundo como nunca, ser tan salvaje como nunca,...complacerme como nunca y como no, satisfacerme de una manera extraña y única.

Llevé mi cabeza hacia atrás intentando contener los gemidos que me producían cada una de sus estocadas, pero fue imposible, de mi boca seguían saliendo gritos irreconocibles, mientras en mi estómago se apretaba una sensación nueva. Quería besarlo, ¡pero no podía! No podía mantener mi boca pegada a la suya, no podía mantenerme callado, no podía quedarme pegado a su boca aunque quisiera; mi cuerpo se negaba a dejar de reaccionar a aquel nuevo sexo que estaba experimentando.

Y entonces se detuvo.

Aguarde un poco esperando que retomara, pero no fue así, salió de mi interior por completo.

-¿Qué pasa? -Pregunté -continúa. -Mis palabras salían en medio de jadeos, esperaba que ese sonido lo hiciera volver a lo que estaba haciendo.

-No.-zafó mis piernas de su espalda -No hasta que aceptes ir a mi apartamento.

Jodido fenómeno. Maldito monstruo. Puto Shizuo.

Así no podría decirle que no.

Me dejó en el suelo pero mis piernas fallaron y comencé a caer. Me atajó en el aire, me sostuvo contra él, e hizo el intento de besarme. Se detuvo a un milímetro obligandome a besarlo. No me importaba, lo necesitaba.

-Veámonos en mi apartamento -pidió contra mi boca.

-No.-logré decir increíblemente.

-Izaya... No seas terco.-Se separó de mi.

-Que no me digas Izaya...

Arrugó el ceño.

-Izaya, acepta ir -llevó sus dedos a mi interior -, acepta.

-Shi...aghh... Shizu-chan... No hagas trampa -empujó de nuevo sus dedos contra ese punto mortal en mi interior -No...Shi...Shizuo... Mmm, para.

Se detuvo.

Casi me corro con sus dedos.

-Di que si, Izaya, di que sí.-negué como pude con mi cabeza mientras jadeaba contra su pecho. -No te dejaré correrte, Izaya... Di que sí.

-No...

-Izaya...

-Acabaré yo solo. -Fue ahí cuando la puerta de la sala sonó. Namie. -Mierda, ¡Shizuo!

Sonrió. Esta vez era macabra.
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Continuará
(amores, muy buenas tardes, me reporto al inicio de un viaje hacia mí tierra... Bueno, aquí un nuevo capítulo, espero lo disfruten, tal y como prometí, una semana después aquí tienen su capítulo.
La imagen que puse para este capítulo es el regalo de una fan en Facebook que me dijo que le gustó mucho ese párrafo, tanto que sintió la necesidad de escribirlo y agregarlo a su colección,  a ella, muchas gracias, muchísimas, ella se llama Mirna Rodríguez, ese regalo me infló el pecho, me hizo muy feliz.
En fin, muchas gracias amores. Hasta la otra semana)

2. Si pudieras desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora