Desperté en la tarde, eran tipo las 3, el estómago me rugía y mi cadera me mataba. Shizuo había exagerado, y aun así ni todo el dolor o el hambre del mundo podían quitarme la sonrisa que tenía cosida al rostro. Ni así.
Si, soy un masoquista.
Como cosa milagrosa no me estaba abrazando; estaba dormido con las manos y piernas estiradas a sus lados, parecía una estrella, y su boca estaba a medio abrir roncando con pequeños ronroneos. Parecía un gato. Estaba tan agotado como yo, lo sabía perfectamente, al final habían resultado ser tres veces, de las cuales dos me penetró sin delicadeza alguna, y aún si en la otra no involucrábamos más que nuestras manos para alcanzar nuestro placer, era un orgasmo, y un orgasmo agotaba a cualquiera.
Me incliné sobre él y me pegué a su oído.
-Me perteneces Shizu-chan. -Le dije en un susurro - No te voy a dejar ir.
Mordí su mejilla.
-Despierta Shizu-chan - Lo mordí más fuerte-, despierta.
Siempre que me levantaba y él seguía en el apartamento, tenía que despertarlo antes de poder irme a algún lado; si no lo hacía, cuando se levantaba, se volvía medio loco buscándome, no entendía razones y se ponía de pésimo humor. Cuando al fin me encontraba, me mordía y me abrazaba hasta casi romperme las costillas. Odiaba eso. Lo odiaba a él.
Me odiaba a mi por no poder odiarlo de verdad.
Despertarlo era un trabajo engorroso y casi imposible. Aunque eso me permitía golpearlo tanto como quería.
Me moví como pude sobre la cama y me arrastre hasta el borde para agarrar mi bóxer del día anterior- Tendría que volver a bañarme-. Esa simple acción hizo que me recorriera un dolor desgarrador y electrizante (no de buena manera) desde mi cadera a el resto de mi cuerpo.
Shizuo merecía un buen escarmiento por eso. Ya sería él quien lloraría. Si. No. El idiota nunca lloraba. Joder. Me había olvidado de cómo debía molestarlo.
Deslicé la prenda por mis piernas y me senté en el borde de la cama. Dolía mucho. En extremo. Y la luz fastidiaba igual que él hambre. Y sus ronquidos también.
Resulte haciendo un pequeño corte en su brazo.
Despertó.
-¡Izaya! - no es que me guste verlo de mal genio todo el día, pero no puedo negar que disfruto molestarlo.
- No despertabas- y entonces se me apareció mi navaja y me gritó que lo cortará. Y eso que sólo me había sentado en la cama- es tu culpa. -Le dediqué una de mis sonrisas, de esas que sabía que odiaba. ¡Ja!
-Un día de estos intentarás matarme. ¡Deja de ser idiota! -era la primera vez que lo cortaba mientras dormía. Se notaba que estaba enojado.
Matarlo... Ya quisiera poder matarlo, o por lo menos desaparecerlo, pero no. No podía. Y nunca podría. Eso me enojaba. Él aún dudaba de mí.
-Vístete y lárgate - por supuesto que me había enojado, pero no lo iba a demostrar -tengo asuntos que atender.
-¿Qué asuntos? - Agarró la sábana- Ya no está Namie, puedo quedarme.-Limpió la sangre de la herida con la sabana.
-¿Pero que mierda pasa por tu cerebro, estúpido fenómeno? No dañes la sabana, es muy costosa. -Aguanté el dolor de mi cadera y me levanté.
Dolía mucho. Se excedió.
-No me jodas Izaya, ¿me cortas el brazo y esperas que no haga nada? -Se levantó de la cama y caminó hacia mí- Solo es una sábana.
Shizuo, Shizuo, Shizuo...
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2. Si pudieras desaparecer
FanfictionIzaya y Shizuo han comenzado a tener una relación de pareja desde aquel encuentro inminente en el apartamento de Izaya, aún lo manejan en secreto, nadie puede enterarse, el amor de esos dos podría provocar un cambio en la vida de Ikebukuro para bien...