El apartamento en el que me encontraba ahora no era el mío, si fuera el mío no sería capaz de recorrerlo con tan escasos 20 pasos. Shizuo me esperaba sentado en la sala, con la duda aun puyándole la razón y los nervios el cuerpo entero. Al fin me tenía en su apartamento, después de dos años, después de mi muerte, de su casi locura, y de todos los inconvenientes para limpiar Ikebukuro de su más grande corrupción; el cambio había iniciado, pero pasaría un tiempo antes de poder ver algunos resultados. Shizuo me arrastró hasta su apartamento, pero ahora duda que sea lo correcto, no confía en que las condiciones de su trato con el ser en del cielo o el aire, le permita estar conmigo sin tener algún resultado tangible, aún si recordaba cada palabra de su trato. Sus codos se apoyaban en sus rodillas, sus manos hechas puños tocaban su frente, mientras su labio inferior recibía una gran cantidad de mordiscos que comenzaban a agrietarle el medio. Desde que llegamos a la casa se alejó de mí, de golpe, incluso evitaba mirarme, como si solo con eso evitara hacerme algún daño. Intenté tocarlo, pero golpeó mi mano y se alejó de mí hasta la pared opuesta donde había un montón de cajas apiladas.
Salí de la sala y fui al baño en busca de un poco de paciencia, de esa que tanta falta me hacía para poder hacerle entender que ahora estaba bien, sabía que sería difícil, pero Shizuo empeoraba las cosas. Abrí la llave del agua, hice un pozo con mis manos y dejé que se llenaran de aquel fluido, necesitaba refrescarme. Mojé mi rostro y mi pelo, me miré al espejo y me llené nuevamente de valor. Me sequé las manos y mi cara con mi chaqueta a falta de toalla, me quité la chaqueta ahora empapada y abrí la puerta para buscar a Shizuo, esperando que no hubiera escapado.
–Shizu-chan...–alcancé a decir.
Los brazos de Shizuo se enrollaron a mí alrededor, su rostro se perdió en mi nuca, mientras me alzaba y me pegaba contra la pared. Mi boca se abrió para decir algo, posiblemente su nombre, pero algo dentro de mí me dijo que guardara silencio, que esperara. Y fue lo correcto.
–No te vayas, no otra vez.
Pasé mis brazos por su cuello y mis piernas por su cintura antes de responderle lo que ya debería tener claro.
–No iré a ningún lado. Solo estaba en el baño –jugué con su cabello–. Te volviste más idiota al estar lejos de mí por 2 años –reí esperando escuchar su gruñido de furia.
–Es que te eché mucho de menos –besó mi cuello–, tanto que no podía pensar claramente.
Cuando Shizuo se vuelve así de sincero, olvido por completo que es lo que debo decir y me resulta imposible pensar que fui capaz de pasar dos años lejos de todo esto. No dije nada, no quería sentirme igual de expuesto, solo lo abracé más fuerte y junté nuestras cabezas, disfruté su calor y cercanía y me quedé así hasta que el volvió a hablar.
–Si te pierdo de nuevo... si te mueres... Izaya, por Dios, enloqueceré, cometeré suicidio, no lo sé. No te puedo perder.
–No me vas a perder, Shizu-chan, deja de ser idiota, protozoo.
–Solo Buda sabe cuánto te he extrañado.
–Defínete. O eres cristiano o eres budista.
–Soy todo, creo en todo. Tal vez, solo tal vez, todos me brindaron un poco de su ayuda hace dos años, les debo respeto.
–Shizu-chan... –intenté levantar su cabeza– Oye, Shizuo...–seguía escondido entre mi cuello– Heiwajima, ¡Ey! Estúpido protozoo, escúchame. ¡Te estoy hablando! ¡Idiota! –comencé a golpearlo con brazos y piernas, a intentar soltarme, pero fue imposible.
–Prométeme que nada pasará si te vuelvo a besar.
–¿Qué? No seas idiota, no va a pasar nada; el trato ya se cumplió, yo me aseguré de ello. Demonio, estúpido, idiota, protozoo descerebrado, inhumano. ¿Por qué ya no te enojas? ¡Shizuo! Te ordeno que me mires, monstruo, ¡mírame ya!
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2. Si pudieras desaparecer
FanficIzaya y Shizuo han comenzado a tener una relación de pareja desde aquel encuentro inminente en el apartamento de Izaya, aún lo manejan en secreto, nadie puede enterarse, el amor de esos dos podría provocar un cambio en la vida de Ikebukuro para bien...