–Oye, Shizu-chan, no me has contado cómo se enteró Vorona, estabas muy enojado antes conmigo por culpa de ella, quiero saber.
–¿Ah? Pero si ya te lo dije.
–No, no lo has hecho.
–Tenía planeado contarle después del viaje, pero como se dio cuenta de la marca, tuve que adelantarlo.
>>Tom-san fue el primero en notarlo, aunque él no dijo nada, sabía que Vorona aún no se enteraba de nada, pero más tarde, inevitablemente ella también se dio cuenta. Su cara parecía enojada, aunque no sé porque; el caso fue que de inmediato me preguntó qué mujer había hecho eso. Tú me conoces, Pulga, no se mentir, así que ni lo intenté, le dije que no había sido ninguna mujer, que habías sido tú.
–Y me imagino que te armó lío y medio, ¿verdad?
–¿Cómo lo sabes?
Ya he investigado lo suficiente a Vorona, como para saber cómo va a reaccionar.
Reí en silencio, no le respondí.
–Y entonces...
–Ah sí, pues nada, me dijo que cómo era posible, si tú eras mi enemigo, si yo te quería matar, y que aparte de todo, eras hombre. No lo entendía. Tom-san tuvo que ayudarme.
–¿Y lo entendió?
–No en realidad, está enojada porque ella se esforzó mucho en buscar información sobre Wakayama y sus alrededores, y pues no pensó que fuera para irme contigo.
–¿No habían sido Kadota, Celty y Shinra quienes te habían ayudado?
–Pues sí. O sea, todos –Volteó a verme–. Ya para, Pulga, no sé qué más quieres saber.
–Me gusta saber todo.
–Ya lo sé.
Me quedé acostado mientras esperaba que Shizuo terminara la comida, me gustaba como cocinaba, así que prefería dejárselo a él. Los olores comenzaron a jugar en mi contra, el hambre me invadió por completo, la música seguía sonando de fondo, Shizuo casi terminaba, unas vueltas más, dos minutos más de cocción en cada olla y estuvo listo. Cuando al fin sirvió la comida, caminó hacia mí, se inclinó hacia el frente, y me besó.
–Está listo. Siéntate.
Pasé mis brazos por su cuello y lo atraje de nuevo hacia mí. Entendió que quería que me cargara de inmediato.
Insisto, soy bueno entrenando monstruos.
Me sentó en una de las sillas sin espaldar que rodeaban aquella isla; antes de darse la vuelta y traer los platos, tomó mi cara a dos manos, me dijo que me amaba mientras me veía a los ojos y me aseguro que no me dejaría nunca. Fue tan directo, y su mirada era tan seria que sentí mis mejillas arder de vergüenza y satisfacción, me sentí estúpido, pero feliz, en mi pecho algo nació y de la manera más natural le pude responder igual:
–También te amo, Shizu-chan.
Su rostro enrojeció, se calentó, incluso sus ojos ardieron, casi lloró, acarició mi pelo, me observó feliz, apretó mis mejillas, revolvió mi pelo y al fin habló:
–Pensé que lo de hacía un rato me lo había imaginado, pensé que nunca lo dirías.
Me reí y enrolle mis piernas en su cadera.
–Lo escucharás mucho Shizu-chan, te haré sangrar los oídos por la cantidad de veces que lo escucharás, ya verás, se van a reventar, rogaras que me calle, me vas a odiar.
–Ya te odio. –Se rio.
–Ah, claro. Bueno, nos ahorramos un paso.
Soltó una risa, se agachó y me besó.
–Bien, hay que comer, necesito que estés en buen estado mañana. –Su dedo gordo paseaba por mis labios– Suéltame o ve por la comida.
Torcí mi boca en una de mis risas sarcásticas, listo para soltarle alguna sátira, pero me contuve. Lo dejé ir por la comida.
Cenamos tranquilamente, la comida bajó suave y cumplió su objetivo, la charla y risas transcurrieron normales y tranquilas, pero el sueño nos invadió. Las melodías de la calle aún retumbaban en la habitación, seduciéndonos de una manera distinta, su naturaleza ahora era otra. Casi nos estábamos durmiendo, incluso a pesar de la ansiedad por el viaje.
–Vamos, sube –dijo Shizuo mientras abría los brazos en mi dirección–. Te llevo a la habitación.
Me abracé a su cuerpo como siempre solía hacerlo, mis piernas ahorcaban su torso y mis brazos su cuello, el sueño nos contagió a los dos, y fue tanto, que ni siquiera él protestó.
Alguna vez, en algún momento estúpido de mi vida me había dejado conquistar por una mujer. Por supuesto, nunca pasó nada, fue algo que viví en silencio y ahogue con rapidez, pero recuerdo claramente cómo me sentía, que imaginaba. A pesar de mi retorcida personalidad fui capaz de imaginar una vida ordinaria, donde la agarraba de la mano, la alzaba dormida, la besaba al medio día. Pero eso para mí no era felicidad. Ennegrecía mis ideales, mi camino, no era eso lo que yo quería. Así que lo maté, dejé ir la idea de ser normal y me volví la persona que soy hoy.
Delirios de un joven ambicioso. Eso era. Eso había sido.
Pero ahora estaba bien. Yo era a quien cargaban como mujer, no me besaban al medio día, pero si en la mañana y en la noche sin falta, no caminábamos de la mano en público, pero dormíamos muy bien juntos. ¿Qué cambió? Con Shizuo funcionó, con ella ni siquiera nació. La idea de un amor eterno ya no me era tan descabellada, la idea de un destino escrito y una vida firmada por alguien más para mí no era posible, pero fijándome en las vueltas de la vida, en mi vida actual, en el posible mañana; definitivamente, todos mis pensamientos se volvieron basura reciclable. Contradictorio e irónico. Yo al fin estaba completo.
Se acostó a mi lado, se giró de medio lado, y como siempre intentó agarrarme entre su prisión de brazos. No lo dejé, esta vez yo también lo abrazaría a él. Besó mi frente y sentí como desprendía un sentimiento diferente, distinto, más resplandeciente, con más luz y color. Estaba durmiendo feliz. Por primera vez en un mes dormía sin ninguna duda sobre mí. Me creía.
–Te quiero, Shizu-chan. –Susurré antes de unirme a él en la larga noche de sueño que nos esperaba.
.
.
.
Continuará
(No me asesinen...me entretuve tanto escribiendo (esto, obviamente) qué se me pasó el tiempo rapidísimo...y por ende, se me olvidó actualizar
En fin... un nuevo capítulo, en el próximo ya comienza el viaje :3 )
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2. Si pudieras desaparecer
FanfictionIzaya y Shizuo han comenzado a tener una relación de pareja desde aquel encuentro inminente en el apartamento de Izaya, aún lo manejan en secreto, nadie puede enterarse, el amor de esos dos podría provocar un cambio en la vida de Ikebukuro para bien...