Capítulo 31: Levitar

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Shizuo caminaba. No. Trotaba, corría, casi flotaba. Estaba feliz. Por fin su estúpido amante había aceptado ir a su casa, y su dicha era tan inmensa que casi no cabía en su propia ropa. Pensó que nada podría dañarle esa noche, su noche. Ni siquiera los rumores que había escuchado sobre él e Izaya, qué unos eran ciertos, otros no tanto, y otros completamente falsos. Muy en el fondo de su mente se preguntó quién los había visto para empezar a decir aquellas cosas, o qué había sucedido en su ausencia; no lograba explicarlo –ni entenderlo–, se sentía desorientado con aquellas palabras y rumores, y si bien la mayoría no los creía o dudaba, había unos cuantos como Erika –la amiga de Kadota–, Kururi y Mairu, y Anri que si los creían y tuvieron el valor de preguntarle. Él no sabía mentir, ni siquiera podía omitir información, su desvío de ojos era automático dejándolo en evidencia, así que ni lo intentó. Y respondió: Sí. Y lo amo.

En su boca las palabras "te amo" aún sabían extrañas, y no era porque no lo amara, sino porque creyó que nunca amaría a nadie más que su hermano. Pero ahí estaba él, afirmando que salía con Izaya Orihara, el informante clandestino, su enemigo mortal, la pesadilla de su vida, y más encima, estaba diciendo que lo amaba. ¿Quién lo diría? Un amor entre hombres nunca estuvo en su mente, nunca fue un plan. Pero ahora era su único ideal.

Algún día se enterarán –Recordó las palabras que le había dicho Izaya–...Habrá un cambio en Ikebukuro...

Un cambio. –suspiró.

Sí, no sonaba mal. Uno tan grande y radical, donde aceptaran su retorcida relación, donde él al fin tuviera paz, donde no tuviera que volver a pelear.

Y por eso se había pintado el pelo de negro.

Y por Izaya. Por supuesto.

Estaba seguro que la noticia no pegaría muy bien al principio, que por supuesto, tendría que recurrir a la fuerza –y a su furia– para poder cumplir ese único objetivo. Pero no le importó. Se sentía feliz, y fue feliz cuando dijo: Si, lo amo a aquellas chicas que le habían preguntado. Y es que, sin tener conocimiento alguno de cómo esos rumores se habían dado, su sueño se estaba empezando a desarrollar. Él siempre quiso que los demás lo supieran. ¿Y qué importaba si hablaban e inventaban cosas, o si pasaba un largo rato antes de poder ver los verdaderos cambios y consecuencias de las noticias y sus actos? Él se sentía feliz, tan feliz como nunca lo había estado en mucho tiempo, y quería que lo supieran.

Cuando las chicas recibieron la confirmación, Shizuo estuvo seguro que no tardaría mucho tiempo en esparcirse. Y en nacer más rumores. Unos incluso más locos y extravagantes que los actuales. Pero no le importo, ese era el inicio del cambio. Así como tampoco le importó sus gritos, su cara sonrojada, o la felicidad de la cara de Mairu cuando supo que era verdad.

–Eres el único que tiene derecho a tenerlo –le dijo Mairu–. Eres al único al que siempre ha querido –Las mejillas de Shizuo se habían coloreado, se sintió nervioso...y de nuevo feliz–. Pensé que nunca pasaría –Y él no pensó que ella se lo tomara tan bien–...así que fue por eso que me pediste el día de su cumpleaños...

Oh, sí. Gracias a Mairu había podido darle aquella sorpresa a Izaya, gracias a ella habían podido ir de vacaciones los dos, juntos, solos. Y si bien no habían sido perfectas, las apreciaba, casi idolatraba. Amaba a aquella retorcida pulga, la amaba con locura, con cada fibra de su ser; esa salida, ese paseo, habían sido para él como una especie de luna de miel. Porque por supuesto, Izaya le pertenecía, y él le pertenecía a Izaya.

Había perdido una copia de una foto de pequeño de su hermano –que si se analiza bien, no está ni cerca a la ganancia que tuvo y en realidad guardaba la original, así que no significaba mucho–, pero había ganado mucho. Había confirmado el amor de Izaya.

Shizuo se avergonzó un poco al responderle a –se le podría decir: cuñada– Mairu, pero de todas formas lo hizo.

–Si –Fue lo único que dijo. Y fue suficiente.

Shizuo estaba feliz, y corría, flotaba. Estaba feliz. La gente no le importó, los problemas, o incluso como lo señalaban y decían "es él el del rumor" o "él es gay", nada le importaba, excepto que iba a encontrarse con Izaya. En su apartamento.

Su interior se revolvía. Tenía nervios. No era la primera vez que lo veía, o incluso que lo tocaba, lo besaba –o cualquiera de la cantidad de cosas que pensaba hacerle–, pero, si era la primera vez en su casa. Y se sentía nervioso, o por lo menos eso era lo que le avisaba su estómago, que se retorcía y enviaba indicaciones erróneas a su cerebro, así como el resto de su cuerpo. Oh, Dios. Él era torpe, pero ese día...ese día se había pasado. Estaba flotando por el deseo de verlo en su casa, en su cama, en sus brazos, y sufriendo un ataque por los nervios. ¿Y si no le gustaba? ¿Y si se negaba a volver? ¿Qué haría? Estaba tan nervioso y emocionado al mismo tiempo que Tom-san se había exasperado tanto y lo envió a casa.

–Agradece que Vorona no te puede ver –le dijo su amigo y jefe–, estoy seguro que te golpearía.

Y luego se fue.

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Continuará

(Nunca duden que Shizuo lo ama. Así es.

Amores, buenas noches. Esta tarde publiqué el capítulo de Komorebi, a ver si se pasan a leer T_T

Se supone que el 10 de Mayo leen los ganadores del concurso, pero aun no me envían ningún correo de nada, ni ninguna notificación, así que supongo que no pase :( 

En fin. Los amo, hasta la otra semana.)

2. Si pudieras desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora