Shizuo se sentó al lado del joven inexperto que torpemente agarraba las tijeras para romper la camisa negra de Izaya. Quiso ayudar, romper la camisa, no quedarse ahí sentado; no sabía qué hacer con las manos, ni con las piernas, ni con las lágrimas que salían de sus ojos. Se sentía frustrado. Pero ellos sabían que hacer. Deberían saberlo. Así que luchó por quedarse quieto, muy quieto y seguir llorando.
Izaya...Izaya, no te mueras –pensó–.No te mueras, por favor.
El paramédico jefe ponía una aguja en su brazo y le inyectaba suero, el otro presionaba la herida de Izaya, lo suficientemente fuerte para que no se desangrara. Dios...¿y si moría? ¿Qué haría él? No. ¡No! Eso ni siquiera estaba en consideración. Izaya viviría, viviría con él... o eso quería Shizuo, lo deseaba con todas sus fuerzas, pero algo en su interior se lo indicó. No era tan fácil.
Había que sacrificar algo, para obtener algo. Era como la alquimia, solo que en este caso en específico, la muerte estaba pujando, y eso quería decir que se necesitaba de una muerte para mantener una vida.
¡No!
Él lo quería con vida, y a su lado. Ni una ni la otra. Las dos iban unidas, no se podían separar.
Y entonces le rogó al destino, a Dios, y a Buda. No dejen que muera, por favor. Llévenme a mí, pero no a él. Permitan que viva.
Shizuo no sabía si en realidad era escuchado o no, pero esperaba que sí. No quería un mundo sin Izaya. No, definitivamente no. Luego recordó sus palabras, sus deseos desde la secundaria; y se odió. Él mismo había deseado su muerte, el mismo había intentado matarlo, y ahora que estaba casi muerto en una ambulancia, ahora que su objetivo durante años se había visto casi realizado, no podía más que odiarse por haberlo deseado. Por idiota. Si. Por ser tan idiota. Por haber deseado su propia muerte.
No aguanto más. Su garganta necesitaba liberar otro grito. Más frustración, más dolor...más odio,...más muerte.
Y así fue. Se olvidó por completo que estaba en una ambulancia, y camino a un hospital, y soltó sus sentimientos en forma de ruido, de aquel quejido que rompía mundos y dividía mares. Era su dolor...y sus lágrimas.
-¡No me lo quites! –gritó al cielo, al destino, a buda, o a quién fuera– Por favor –lloró como un niño. Su voz temblaba, su llanto amenazaba con ahogarlo. Su llanto era todo en ese momento. Todo. Sus súplicas, su odio, su muerte,...su esperanza–, no me lo quites –Agarró su cabeza a dos manos y vio al suelo con los ojos borrosos por los mares que salían de sus ojos–...él es mi vida.
Y eso fue lo más sincero que pudo decir en voz alta jamás.
Pobres paramédicos. Se estaban resquebrajando con cada grito, con cada suplica silenciosa, estaban compartiendo su dolor –además de sentirse miserables por no haber sentido nunca nada parecido–. Pero esa suplica en voz alta, en medio de jadeos, de lágrimas, de gritos, de súplicas los había matado. Debe amarlo mucho–pensaron. Y si bien estaba medianamente estable, cualquier cosa podía pasar. Tenían que llevarlo vivo al hospital. Sí o sí. Los sentimientos de Shizuo eran de admirar.
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Continuará
(Algo que se me olvidó decir en la entrada anterior. ¡GRACIAS POR LOS 1000 VOTOS! Gracias por todo su apoyo, este será un buen cumpleaños.
Ahora pasemos a los feels </3
De verdad que lamento estas dedicatorias tan rompe kokoros, pero es lo único que hay de aquí para adelante. Les tengo que decir que quedan exactamente 30 HOJAS DE WORD, es decir, estamos cerca del final. Ya me está entrando el guayabo :( no quiero despedirme de ellos y mucho menos de ustedes.
Esta última dedicatoria es para MarisolSerranoTapia (Que por alguna razón no me deja ponerla arriba) . Si alguien más quiere dedicatoria, díganlo en los comentarios.
Hasta la otra semana. Y VAYAN A LEER KOMOREBI! YO SE QUE LES ENCANTARÁ CUANDO LLEGUEN A CIERTA PARTE :D)
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2. Si pudieras desaparecer
FanficIzaya y Shizuo han comenzado a tener una relación de pareja desde aquel encuentro inminente en el apartamento de Izaya, aún lo manejan en secreto, nadie puede enterarse, el amor de esos dos podría provocar un cambio en la vida de Ikebukuro para bien...